El sexo de la izquierda
A fuerza de insistir en los derechos de unos grupos, ha dejado de ser vista como representante de la sociedad en su conjunto
A diferencia de los ¨¢ngeles y los partidos de derechas, la izquierda tiene sexo. Se declara feminista, como el PSOE desde Zapatero; o quiere feminizar la pol¨ªtica, como Podemos. La izquierda ha ganado etiquetas. Adem¨¢s de socialista, es ecologista, feminista y defensora de las minor¨ªas. Esta diversidad ofrece oportunidades, pero tambi¨¦n riesgos.
Por una parte, la izquierda se ha adaptado a los cambios sociales que han diezmado a su electorado cl¨¢sico, los trabajadores varones. No se puede vivir de la nostalgia y, en el siglo XXI, la defensa de la igualdad debe incorporar consideraciones culturales, de g¨¦nero, o de orientaci¨®n sexual. La izquierda hace bien en proponer medidas contra la discriminaci¨®n de cualquier colectivo en cualquier frente: escuela, trabajo o esfera privada.
Pero todo lo bueno que tienen estas pol¨ªticas integradoras lo tiene de malo el discurso pol¨ªtico que las acompa?a. Este es el tel¨®n de Aquiles de la izquierda contempor¨¢nea. A fuerza de insistir en los derechos de unos grupos, la izquierda ha dejado de ser vista como representante de la sociedad en su conjunto. Ha ca¨ªdo en lo que Bo Rothstein, para Europa, y Mark Lilla, para EE?UU, denuncian como la pol¨ªtica de la identidad. La izquierda enfatiza m¨¢s las diferencias entre distintos grupos sociales que las semejanzas entre todos los ciudadanos.
La fallida campa?a de Hillary Clinton es una seria advertencia para los progresistas en todo el mundo. Hillary sustituy¨® una visi¨®n general para el pa¨ªs por menciones a colectivos concretos: afroamericanos, latinos, LGTBI y, sobre todo, mujeres. En principio, parec¨ªa un buen marketing pol¨ªtico. Singulariza tu producto. Pone nombre y apellidos, sexo y etnia, a tus potenciales clientes. Pero la pol¨ªtica no es como la moda. Cuando apelas a un grupo concreto, alienas a otro. En este caso, al hombre blanco.
La izquierda en muchos pa¨ªses corre el peligro de deslizarse por la misma pendiente: que la defensa de pol¨ªticas para los m¨¢s desfavorecidos desemboque en un conflicto identitario. Para evitarlo, los progresistas tienen que ser como los ¨¢ngeles, inteligentes y asexuados. @VictorLapuente
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