La maternidad precoz arraiga en Latinoam¨¦rica
No es casual que haya m¨¢s madres adolescentes donde hay mayor pobreza y desigualdad
¡°Mam¨¢ a los 13 a?os¡±. ¡°Cada 30 minutos una adolescente se convierte en madre en El Salvador¡±. ¡°Claudia (nombre ficticio) cumpli¨® 14 a?os, pero en lugar de pensar en qu¨¦ actividad divertirse se preocupa en c¨®mo cuidar a su hijo de cuatro meses¡±.
Los anteriores son titulares de peri¨®dicos de Am¨¦rica Latina y el Caribe que leemos con cierta cotidianeidad. No es casual que se trate de una de las regiones con mayores niveles de desigualdad en el mundo, desigualdades que atraviesan varias dimensiones de la vida social, ubicando a los diversos grupos sociales en jerarqu¨ªas diferenciadas, reflejando c¨®mo los mismos padecen las inequidades. Uno de los grupos m¨¢s castigados son las mujeres, principalmente las adolescentes, y una de las dimensiones que refleja con mayor intensidad las inequidades sociales es la salud sexual y reproductiva, puntualmente en el embarazo adolescente.
La mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos presentan elevadas tasas de fecundidad adolescente a pesar de los esfuerzos implementados para combatirla. Es la regi¨®n que presenta la segunda posici¨®n en el mundo (73,2 por mil, seg¨²n datos del Fondo Nacional de Poblaci¨®n de Naciones Unidas ¨C UNFPA), solo superada por ?frica Subsahariana (103 por mil). Tanto los gobiernos como las organizaciones internacionales y de la sociedad civil han desarrollado estrategias en busca de mejoras que, si bien han demostrado ser necesarias, no han resultado suficientes a¨²n.
El 38 por ciento de las mujeres en Am¨¦rica Latina y el Caribe se embaraza antes de los 20 a?os. En los ¨²ltimos a?os ha venido aumentando adem¨¢s la maternidad durante la llamada ¡°adolescencia precoz¡±, es decir, en ni?as de entre 10 y 14 a?os. En Brasil, en 2010, el 12 por ciento de las adolescentes entre 15 y 19 a?os ten¨ªan al menos un hijo. En Per¨², casi el 15 por ciento de las adolescentes de la misma edad ya son madres. En Argentina, en el a?o 2012, el 15 por ciento del total de nacimientos registrados en el pa¨ªs eran de madres adolescentes, presentando importantes diferencias regionales ya que, por ejemplo, el 60 por ciento se produjo en la regi¨®n noroeste, mientras que apenas el 28 por ciento en la capital del pa¨ªs. Estas diferencias entre regiones de un mismo pa¨ªs son enormes tambi¨¦n en Brasil, donde las regiones norte y noreste duplican la cifra de fecundidad adolescente de las regiones sur y sudeste. Mientras tanto, en Paraguay se estima que para aquellas mujeres que viven en zonas rurales se aumenta en hasta un 50 por ciento las probabilidades de convertirse en madres durante la adolescencia.
Explicar los motivos de esta problem¨¢tica resulta una tarea sumamente compleja. Las teor¨ªas de transici¨®n demogr¨¢fica han demostrado ser particularmente limitadas a la hora de encontrar las causas de este fen¨®meno. Mientras la tasa de fecundidad general sigue presentando una tendencia a la baja, la fecundidad en adolescentes contin¨²a aumentando, incluso en algunos pa¨ªses con una tasa total de fecundidad por debajo de la tasa de recambio, como Brasil y Chile.
Identificar estas causas profundas no resulta de un puro capricho acad¨¦mico, sino que este entendimiento contribuir¨ªa con insumos fundamentales para combatir la maternidad adolescente, necesidad acuciante ya que esta se encuentra especialmente asociada a la reproducci¨®n de la pobreza y las desigualdades sociales de diverso tipo.
La cantidad de madres adolescentes aumenta en los contextos socioecon¨®micos que presentan altas tasas de desigualdad, bajo nivel de educaci¨®n y altos ¨ªndices de pobreza, estim¨¢ndose que siete de cada 10 madres adolescentes pertenecen a hogares de bajos ingresos. En Paraguay, se estima que la proporci¨®n de mam¨¢s adolescentes en los sectores populares duplica a las de estrato medio. En Brasil, existen datos que demuestran c¨®mo la fecundidad adolescente disminuye conforme aumentan los ingresos del hogar.
Pero cuidado, no necesariamente es la maternidad durante la adolescencia la causante de la pobreza, sino que es m¨¢s probable que los y las j¨®venes en situaci¨®n de pobreza y vulnerabilidad tengan hijos antes. Esto refleja una enorme desigualdad desde el punto de vista de los derechos sexuales y reproductivos, y en el acceso a oportunidades reales y efectivas para el desarrollo personal. Es verdad que se han visto mejoras en contextos de implementaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas orientadas a promover el acceso a los m¨¦todos anticonceptivos y la educaci¨®n sexual y reproductiva. Sin embargo, a?o tras a?os observamos los datos y parece que nada resulta suficiente, lo que indicar¨ªa que el asunto es mucho m¨¢s complejo de lo pensado y/o que las iniciativas no est¨¢n direccionadas hacia las causas del problema.
Estas divergencias generan grandes controversias. Una de ellas es producto de aquella afirmaci¨®n que sostiene que una parte de estos embarazos adolescentes no corresponden a los denominados como no deseados. Dicho en otras palabras, para muchas de estas j¨®venes tener un hijo, aunque no haya sido planificado, puede resultar una opci¨®n v¨¢lida. ?Por qu¨¦? Para aquellas j¨®venes en contextos de vulnerabilidad social y nulas expectativas, la maternidad puede constituir una experiencia positiva basada en el reconocimiento social y el aumento la autoestima, llegando incluso a ser un incentivo para retomar la educaci¨®n y/o conseguir un empleo.
Como sociedad, deber¨ªamos preguntarnos por qu¨¦ la falta de opciones acaba constituyendo una (no) opci¨®n, si en definitiva lo que esto demuestra es la enorme brecha de desigualdad social que sufrimos e incluso toleramos. Si bien la pobreza ha disminuido en torno al 28 por ciento entre los a?os 2005 y 2012, contin¨²an siendo persistentes altos niveles de desigualdad multidimensional, y los sectores m¨¢s desfavorecidos y postergados son aquellos que sufren en mayor proporci¨®n estas condiciones. Tenemos una deuda con ellos, especialmente con nuestras (madres) adolescentes.
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