Memoria de Piglia
No s¨¦ si podr¨¦ tomar prestada la memoria literaria del infinito Ricardo Piglia. Por lo pronto, me contento con haber heredado su ba¨²l negro
En el cuarto de mi hija hay un ba¨²l lleno de juguetes. Es un ba¨²l grande, forrado en cuero negro, las esquinas rematadas con chapas de cobre. Heredamos ese ba¨²l de una amiga, Laura Gandolfi, que estudi¨® el doctorado en Princeton, donde fue ayudante del escritor Ricardo Piglia. Cuando Piglia se retir¨® de su cargo como profesor de Literatura, al final del 2010, le dej¨® a esta amiga un mont¨®n de cosas: el ba¨²l negro, un sill¨®n ¡°verde-cort¨¢zar¡±, una l¨¢mpara para escritorio, una botella medio vac¨ªa de Jack Daniels, una colecci¨®n de pel¨ªculas noir de los a?os cincuenta, y una parte de su biblioteca. Unos a?os m¨¢s tarde, nuestra amiga se tuvo que trasladar a Chicago, y el ba¨²l no le cupo en la camioneta en la que se fue manejando hasta Illinois, con su perrita Gwendolina,con todas sus cosas, y con las cosas de Piglia.
Conoc¨ª a Piglia en 2004, en Madrid, durante un curso sobre Borges en que nos hablaba del Borges inseguro, que bosquejaba cuentos una y otra vez; del Borges tan porte?o, tan conservador y tan celoso que despreciaba (envidiaba) el despilfarro experimental del escritor polaco Witold Gombrowicz; del Borges cuasi-kantiano, no por filos¨®fico sino por caprichoso, adherido ferozmente a sus rutinas cotidianas. Piglia reduc¨ªa (ampliaba) la literatura a su dimensi¨®n m¨¢s humana.
Pero antes de eso, conoc¨ª a Piglia ¨ªntimamente a trav¨¦s de sus Formas breves. Cuando ten¨ªa 17 a?os, mi padre me ley¨® el cuento de Borges La memoria de Shakespeare, donde el protagonista hereda, as¨ª nom¨¢s, la memoria de Shakespeare. No entend¨ª nada. Mi padre me dio, entonces, Formas breves: ¡°Pa¡¯ que entiendas¡±, dijo. Y en un ensayo de ese libro tan breve, El ¨²ltimo cuento de Borges, lo entend¨ª todo. Piglia explica ah¨ª c¨®mo ese cuento de Borges funciona como una teor¨ªa general de la memoria y la literatura, donde la segunda no es m¨¢s que una memoria prestada o heredada, a trav¨¦s de la cual nuestro peque?o y pobre mundo individual se enriquece y suma a la memoria colectiva.
Ricardo Piglia muri¨® el 6 de enero del 2017. Su muerte nos dej¨®, a muchos lectores hispanos, muy muy hu¨¦rfanos. No a la manera de los grandes padres fundadores ¡ªM¨¢rquez, Paz¡ª, ni a la manera de los ¨ªdolos ¡ªBola?o, Pizarnik¡ª, ni tampoco a la manera de los mitos inmortales ¡ªBorges, Rulfo¡ª. Piglia se va con la misma discreci¨®n, mortal y austera, con la que dict¨® sus cursos y escribi¨® sus peque?as obras maestras. No s¨¦ si podr¨¦ tomar prestada la memoria literaria del infinito Ricardo Piglia. Por lo pronto, me contento con haber heredado su ba¨²l negro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.