Sucesos extraordinarios
En dos meses y alg¨²n d¨ªa, Rajoy II desanda buena parte de las m¨¢s pol¨¦micas actuaciones desarrolladas en los cuatro a?os (y uno de propina) de Rajoy I
Desde que hace dos meses y alg¨²n d¨ªa tom¨® posesi¨®n el Gobierno Rajoy?II se han concatenado una serie de sucesos pol¨ªticos extraordinarios, por ins¨®litos, imprevistos y trascendentales. No ya para la pol¨ªtica, sino para la vida corriente de los ciudadanos, de los trabajadores, de los consumidores.
El salario m¨ªnimo se increment¨® en un notable 8%. La Ley de Educaci¨®n, con sus rev¨¢lidas, fue desmochada. Las comunidades aut¨®nomas obtuvieron un respiro financiero. Se inici¨® un ajuste presupuestario sin recortar gasto social y aumentando la recaudaci¨®n del impuesto de sociedades. Se firm¨® la prohibici¨®n de los cortes de luz ocasionados por falta de pago ¡ªpobreza energ¨¦tica¡ª. Se retrotrae la normativa del Tribunal Constitucional al estadio anterior de cuando el Rajoy?I lo quiso convertir en seudo fiscal¨ªa contra separatistas. Se reconsideran elementos clave de la reforma laboral.
En dos meses y alg¨²n d¨ªa, Rajoy?II desanda buena parte de las m¨¢s pol¨¦micas actuaciones desarrolladas en los cuatro a?os (y uno de propina) de Rajoy?I. Forzado, claro, por el instinto de supervivencia. Y por la m¨¢s h¨¢bil negociaci¨®n pol¨ªtica desarrollada por un partido, el PSOE (flanqueado por otros opositores), justo cuando atravesaba su peor estallido org¨¢nico desde los a?os treinta. Sin liderazgo, sin secretar¨ªa general y sin un futuro perfecto.
Eso es parte sustancial de lo ins¨®lito: el brutal contraste entre la agon¨ªa org¨¢nica y el ¨¦xtasis pol¨ªtico-program¨¢tico. Indica que la pol¨ªtica puede alcanzar, en coyuntura inh¨®spita, logros tangibles para el personal de a pie. Aunque sean inapreciables o despreciables para algunos. Para algunos telepredicadores, columnistas de ocasi¨®n oportuna o fil¨®sofos del fin de la democracia, la socialdemocracia y, ya de paso, de Europa y Occidente.
Al mismo tiempo, ciertos auspiciosos emergentes olvidaban sus promesas progresistas, renegaban en la pr¨¢ctica de haber colocado en la agenda pol¨ªtica (para bien) a los perjudicados de la crisis, destitu¨ªan sin explicaci¨®n a cargos institucionales propios, se enzarzaban en rencillas intestinas, trazaban campa?as caudillistas, amenazaban a sus discrepantes: imitaban a la casta. Todo eso les pon¨ªa m¨¢s ¡ªotro suceso imprevisto¡ª que aumentar el salario m¨ªnimo, esa vulgaridad. Cosas veredes, dec¨ªa Quijote.
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