De ser ayudado, a ayudar
La implicaci¨®n de los refugiados en la gesti¨®n del campo de Softex, en Grecia, est¨¢ facilitando el trabajo a las organizaciones de ayuda
Mahmut, sirio de 24 a?os nacido en Damasco, carga en las manos seis bolsas de pl¨¢stico llenas de verduras mientras avanza entre las filas de tiendas. En el interior de la antigua f¨¢brica de rollos de papel de Softex, hoy convertida en campo de refugiados, durante el d¨ªa es m¨¢s oscuro que por la noche, cuando se encienden los peque?os fluorescentes que cuelgan del techo. En una de las tiendas, Mahmut se para frente a un hombre de mediana edad. ¡°As-salam alaykum¡± saluda, y le entrega una de las bolsas. ¡°Alaykum salam¡± responde el hombre con voz temblorosa. Mahmut sigue su camino pero unos metros m¨¢s adelante retrocede al darse cuenta de que el hombre est¨¢ llorando. ¡°?Est¨¢s bien? ?Qu¨¦ ha pasado??Puedo hacer algo por ti?¡± pregunta el joven. ¡°No, no ha pasado nada, ojal¨¢ hubiera pasado algo, pero aqu¨ª no pasa nada¡±. Los dos se funden en un abrazo.
Hace nueve meses que Mahmut lleg¨® solo a Grecia huyendo de la guerra, justo antes de que la frontera con Macedonia quedase cerrada y del acuerdo entre la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa para expulsar a los nuevos refugiados que llegasen al pa¨ªs. Se calcula que 50.000 personas, la mayor¨ªa sirios e iraqu¨ªes, se encuentran atrapadas en territorio griego, seg¨²n el ¨²ltimo informe de ACNUR, la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados.
Despu¨¦s de pasar por el campo de Idomeni, un autob¨²s llev¨® a Mahmut al asentamiento militar de Softex, situado en un pol¨ªgono industrial en las afueras de Tesal¨®nica. A diferencia de otros del norte de Grecia, en Softex no hay un registro estricto de los residentes, pero seg¨²n datos de la misi¨®n de la Cruz Roja presente en el campo viven alrededor de 600 personas, cifra que va disminuyendo desde el mes de agosto.
Combatir la incertidumbre y la rutina del campo
Es dif¨ªcil hacer frente a la angustia, la frustraci¨®n y el aburrimiento entre las personas que viven en Softex. Ninguno de ellos tiene la certeza de hasta cuando se va a alargar su proceso de relocalizaci¨®n para refugiados, dirigido por la UE. La falta de acceso a un trabajo para los adultos o a la educaci¨®n para los j¨®venes y ni?os, la separaci¨®n entre algunas familias y, en definitiva, la falta de claridad y perspectivas para el futuro ponen a prueba el estado de animo de muchas de las personas que llevan ya meses viviendo en el campo. Por si fuera poco, los refugiados contin¨²an denunciando la mala calidad de la comida que se les reparte y la falta de infraestructuras b¨¢sicas para vivir. Todo de lo que disponen son diez ba?os y duchas port¨¢tiles en el exterior de la fabrica, donde el agua caliente se agota durante las dos primeras horas del d¨ªa.
¡°Decid¨ª hacerme voluntario para poder ayudar a toda la gente¡± explicaba Mahmut. ¡°Es muy importante no estarse todo el d¨ªa en la tienda sin hacer nada, solo yendo a la cola del reparto de comida de los militares dos veces al d¨ªa y luego durmiendo¡±. Cuando Mahmut lleg¨® a Softex, la ONG Intervolve estaba realizando unas encuestas para conocer la profesi¨®n y las aficiones de las personas en el campo. ¡°Y el m¨ªo era trabajar como carpintero, a pesar de que est¨¢ muy lejos de mis estudios universitarios como ingeniero inform¨¢tico¡± apuntaba con una sonrisa.
As¨ª es como conoci¨® a Ahmad Haiel, de 30 a?os y que al terminar la carrera de Periodismo se vio obligado a huir de Damasco. Ahmad y Mahmut, junto con tres chicos m¨¢s, pasaron a formar parte del equipo de carpinteros de Softex.
Tras la reja y la alambrada de espinas que limita el campo empezaron a construir mesas, sillas y bancos de madera para que la gente pudiera reunirse y sentarse en el exterior de la decr¨¦pita y fr¨ªa f¨¢brica donde se encuentran las tiendas. Luego vino la construcci¨®n de la escuela, el centro cultural y del espacio para tomar el t¨¦ hasta que empezaron a construir muebles por encargo que enviaban a otros campos de refugiados que hay en la zona.
Para la comunidad de refugiados de Softex, es importante dar una buena imagen del campo
¡°Para mi y para la comunidad, es muy importante mostrar una buena imagen de Softex; aqu¨ª no todos somos criminales o terroristas como algunos piensan¡±. Mahmut se refiere a la mala fama que ha cosechado el campo a ra¨ªz de las frecuentes peleas, el trafico de drogas, y los casos de abuso de menores que fueron denunciados en los medios de comunicaci¨®n. A pesar de la presencia militar y policial, el campamento tambi¨¦n es un punto de encuentro para las mafias que transportan de forma ilegal a refugiados hacia el otro lado de la frontera con Macedonia.
¡°Somos parte de esta comunidad¡±
Quien conoce mejor que nadie todo lo que pasa en el campo es Mohamad Ajooz, de 25 a?os y originario de Alepo. ?l lleg¨® a Grecia cuando la frontera a¨²n estaba abierta. Esper¨® en Idomeni hasta que le toc¨® su turno para cruzar, ¡°pero el d¨ªa que estaba en la puerta, decidieron cerrarla y me qued¨¦ aqu¨ª¡±, dice en tono ir¨®nico. Desde entonces se le meti¨® entre ceja y ceja que no pod¨ªa perder el tiempo esperando sin hacer nada y empez¨® a ejercer como voluntario con distintas organizaciones de ayuda en los campos, repartiendo comida y ropa, con el prop¨®sito de mejorar su nivel de ingl¨¦s.
Su proceso de relocalizaci¨®n como refugiado ya ha terminado y le asignaron que su nueva vida en Europa deb¨ªa empezar en Bulgaria. ¡°El proceso es completamente arbitrario e injusto, ?qu¨¦ probabilidades reales tengo de encontrar un empleo en Bulgaria?¡± se pregunta, contrariado. En vez de esto, rechaz¨® la opci¨®n y se qued¨® en Softex llevando a cabo un proyecto social de cooperaci¨®n. Su tarea es animar a las personas a participar en los talleres y actividades que ¨¦l mismo prepara en el campo con la ayuda de otros voluntarios. ¡±T¨² puedes hacer algo, es lo que les digo a todos¡±, diceMohamad. ¡°Su implicaci¨®n como voluntario, como la de Ahmad y Mahmut, ha sido la clave para el trabajo y la relaci¨®n entre las organizaciones humanitarias que aterrizan aqu¨ª y los propios refugiados¡± afirma Lamya Karkour, voluntaria y coordinadora de las tareas que Intervolve lleva a cabo en Softex.
Ahora el centro cultural rebosa de actividades, desde talleres de capoeira para los j¨®venes hasta clases para aprender a redactar un buen curr¨ªculum en ingl¨¦s. ¡°La gente conf¨ªa en nosotros y nos creen, somos parte de esta comunidad y uno m¨¢s de ellos¡±, termina diciendo Mohamad.
Con el invierno, las g¨¦lidas temperaturas y la nieve que cae en el norte de Grecia, la prioridad de las ONG es repartir zapatos y ropa de abrigo. Para ello se puso en marcha La Boutique, donde Amjad, un chico de Alepo de 17 a?os, atiende a las necesidades y a los gustos de sus clientes. Esta ma?ana le toca el turno a Aysha, de 12 a?os y a su madre. Los zapatos de invierno que le dan son nuevos, y entre estanter¨ªas de jers¨¦is, pantalones y bufandas, fruto de las donaciones de todas partes, Aysha encuentra una camisa que le gusta. Se la prueba delante del espejo que atentamente le acerca Amjad y ve que le queda bien. Su madre esboza media sonrisa al ver a su hija con zapatos nuevos y ropa de invierno. As¨ª ya no tendr¨¢ que sufrir por el frio cuando cae la noche en el campamento, ni para cuando se re¨²na con su marido y su hijo peque?o de tres a?os que las esperan en Holanda, explica. ¡°Nada puede hacer mejor la vida en el campo, pero a veces lo puede parecer¡±, confiesa Amjad, que vuelve a estar atareado: necesita encontrar otro par de zapatos para una nueva familia que acaba de llegar a La Boutique.
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