Unas gafas para Emmanuel
Algo tan sencillo como poner una lentes a un ni?o es casi imposible en la ciudad senegalesa de Thi¨¨s
Anna Adobo¨¦ ha tenido que madrugar mucho para coger el transporte que junto a su hijo Emmanuel la lleve hasta Thi¨¨s. Son dos horas de viaje hasta la ciudad del centro de Senegal a donde ha llegado desde Espa?a una expedici¨®n oftalmol¨®gica perteneciente a la Fundaci¨®n Rementer¨ªa, que es parte de la cl¨ªnica madrile?a del mismo nombre y que realiza estas campa?as m¨¦dicas en el marco del acuerdo de colaboraci¨®n con la ONGD Juan Ciudad (la organizaci¨®n de cooperaci¨®n internacional de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios).
Emmanuel tiene dos a?os y ve con mucha dificultad. Hace tiempo su madre le llev¨® al Hospital que los hermanos de San Juan de Dios tienen en la localidad. All¨ª, Mousa Diop, t¨¦cnico oftalmol¨®gico, le dijo que poco se pod¨ªa hacer pero que en noviembre vendr¨ªan unos doctores espa?oles que posiblemente podr¨ªan operarle.
Antes de las ocho de la ma?ana Anna y Emmanuel, los dos de apellido Adobo¨¦, est¨¢n en la sala de espera de la consulta de oftalmolog¨ªa. El madrug¨®n ha valido la pena, son los quintos en llegar. Despu¨¦s de algunos minutos de espera Mousa aplica a Emmanuel, al igual que a las otras personas que aguardan all¨ª, unas gotas para dilatarle las pupilas con el prop¨®sito de que cuando lleguen los m¨¦dicos espa?oles puedan examinarle sin p¨¦rdida de tiempo.
A las nueve en punto entran en la consulta el doctor Laureano ?lvarez-Rementer¨ªa, oftalm¨®logo, y Carolina Navarro, optemetrista, y empiezan a examinar a los pacientes. Los dos son parte del grupo de ocho personas que ha viajado desde Espa?a para realizar revisiones oftalmol¨®gicas y operar cataratas en el hospital; una actividad que realizan dos veces al a?o.
Cuando le llega el turno, Emmanuel pasa a la sala de consultas de la mano de su madre. Parece asustado y est¨¢ muy quieto. Esperan sentados en una silla y, poco a poco, el ni?o parece ir cogiendo confianza y se acerca a la gran mesa que est¨¢ en el centro de la habitaci¨®n, a la que se pega mucho para ver lo que hay sobre ella. Luego con la mano tantea hasta que agarra algunos papeles. Navarro se los quita y ¨¦l regresa junto a su madre.
Al fin llega el turno de Emmanuel, Mousa lo sienta sobre sus rodillas para tenerlo sujeto frente a la m¨¢quina con la que el doctor examina sus ojos. Lo primero que manifiesta ?lvarez-Rementer¨ªa es que si el ni?o tuviera cataratas ser¨ªa imposible operarle en esta expedici¨®n por no ir preparados para ello. Se necesitan una lentes especiales que no han tra¨ªdo.
Pronto queda claro que nos se trata de cataratas cong¨¦nitas como hab¨ªa pensado el t¨¦cnico oftalmol¨®gico. El ni?o tiene cinco dioptr¨ªas en cada ojo, de ah¨ª que pr¨¢cticamente no vea nada. El asunto tiene m¨¢s f¨¢cil soluci¨®n que la que en un principio parec¨ªa, basta con ponerle gafas. Luego, m¨¢s adelante, cuando sea mayor, se podr¨ªa pensar en operarle para corregirle las dioptr¨ªas.
La doctora, con mucha paciencia, grad¨²a la vista a Emmanuel. Le pone una montura redonda e inserta los cristales que cree que son los que necesita. Este no se est¨¢ quieto, quiere tocar todo lo que tiene a su alrededor. De repente, el ni?o se para y abre la boca todo los que parece dar de s¨ª. Se queda mirando fijo al frente, gira poco a poco, sin perder su expresi¨®n de asombro. Se toca los ojos, bueno, las gafas que lleva puestas. Parece que no se acaba de creer lo que est¨¢ viendo por primera vez en su vida.
De pronto, Emmanuel sale corriendo en busca de sus madre. Cuando llega ante ella la mira y sonr¨ªe. Se quita las gafas y se las vuelve a poner. Repite la operaci¨®n varias veces. Finalmente se las queda puestas y explora todo lo que hay a su alrededor, como si estuviera descubriendo un mundo nuevo.
?lvarez-Rementer¨ªa?habla con la madre y le explica que lo que necesita su hijo son gafas, que tienen que ir a una ¨®ptica a que le hagan unas. A?ade que la Fundaci¨®n Rementer¨ªa cubrir¨¢ ese gasto y que por su parte, ella debe comprometerse a traer al ni?o para que puedan revisarle la vista una vez al a?o, cuando Mousa le informe del regreso de la expedici¨®n. Todo parece resuelto.
Sin embargo, surge un nuevo obst¨¢culo. Algo que, en un principio, parece muy sencillo, en un lugar como Thi¨¨s se vuelve un problema. No existen ¨®pticas en la localidad. Parece que las ¨²nicas que hay en el pa¨ªs est¨¢n en Dakar, la capital.
De repente, Mousa hace memoria y recuerda que en Thi¨¨s hab¨ªa una ONG que hac¨ªa gafas, pero, afirma, que ¨²ltimamente no ha o¨ªdo hablar de ella. Dice que va a hacer una par de llamadas e investigar qu¨¦ fue de ellos. Despu¨¦s de un par de horas sus gestiones resultan infructuosas. ?l no se rinde, pide que se le d¨¦ un d¨ªa para seguir investigando. Se cita a Anna y Emmanuel para el mi¨¦rcoles, dos d¨ªas despu¨¦s, a primera hora de la ma?ana para darles una respuesta definitiva.
Cuando?Navarro retira a Emmanuel las gafas de graduar, el ni?o se resiste, no quiere que se las quiten, se aferra a ellas. Pero no hay m¨¢s remedio y el peque?o abandona la consulta entre lloros.
Finalmente, las indagaciones de Mousa dan resultado, parece que la ONG sigue abierta y hay posibilidades de que puedan hacerle las gafas a Emmanuel, solo que no tienen monturas para ni?os. Se produce un peque?o momento de p¨¢nico que desaparece cuando Navarro y Vanesa Bl¨¢zquez, la otra optometrista de la expedici¨®n, recuerdan que puede que tengan alguna en el almac¨¦n, entre las que trajeron en el anterior viaje. Buscan y encuentran, solucionando, as¨ª, un nuevo problema.
Un coche del hospital traslada a Emmanuel, su madre y a Bl¨¢zquez hasta la ¨®ptica, que se encuentra cerca de la universidad. Se trata de una peque?a casa a la que se acede cruzando un jard¨ªn. Sobre la puerta un cartel anuncia: Opticiens Lunetiers sans frontiers, y dice que tienen el apoyo de la ONG alemana Hilfe f¨¹r Senegal.
Dentro un mostrador vac¨ªo, dos bancos y un cartel de los que sirven para graduar la vista. El se?or Jalloh es el encargado. Tras los saludos, recibe de Bl¨¢zquez dos monturas, una de pl¨¢stico y otra met¨¢lica. Escoge la primera diciendo que es m¨¢s flexible y ser¨¢ m¨¢s c¨®moda para el ni?o. A continuaci¨®n saca varias lentes org¨¢nicas y las examina, con una especie de microscopio que se encuentra sobre una mesa llena cubierta de papeles y paquetes, que hay detr¨¢s del mostrador, hasta encontrar la m¨¢s cercana a la graduaci¨®n que necesita Emmanuel. Cuando la halla, marca el tama?o al que tiene que ser cortada y, retirando una cortina, pasa a la parte de atr¨¢s del edificio, la segunda habitaci¨®n del mismo.
Se coloca unas gafas para protegerse los ojos y con unas tenazas procede a cortar las lentes para darle la forma y el tama?o de la montura, sobre un barre?o de pl¨¢stico donde van cayendo los trozos que saltan. Posteriormente, en una m¨¢quina que hace cuestionar todas las reglas de la mec¨¢nica por su estado, empieza a lijarlas hasta conseguir dos c¨ªrculos perfectos. Luego, en otro aparato calienta la montura para dilatarla y poder as¨ª introducir en ella las lentes. Una vez terminada esta operaci¨®n, espera a que se enfr¨ªen, las lavas y se las coloca a Emmanuel.
El ni?o vuelve a ver de nuevo, otra vez la cara de asombro, el mover la cabeza intentando reconocer lo que le rodea, el quitarse y ponerse las gafas como queriendo apreciar la diferencia entre dos im¨¢genes. El se?or Jalloh decide ponerle un cordel a las gafas y apret¨¢rselo a la cabeza, para asegurarse de que no se le caigan, con ello su da por terminado su trabajo. Esta vez Emmanuel se quedar¨¢ con sus gafas tras empezar a ver con ellas, no como ocurri¨® en la otra ocasi¨®n. A cambio de su ayuda, la Fundaci¨®n Rementer¨ªa promete hacer llegar monturas para gafas a la ONG.
De vuelta al hospital, sentado sobre el regazo de su madre, Emmanuel pega la cabeza al cristal del coche y observa lo que pasa ante sus ojos. No deja de se?alar con el dedo todo lo que descubre por primera vez en su vida. Su semblante se ha vuelto serio, est¨¢ petrificado junto a la ventana.
Algo tan sencillo como poner una gafas a un ni?o y hacer que recobre la vista en Thi¨¨s se ha convertido en una aventura que casi roza el milagro. A Emmanuel le ha cambiado la vida para siempre.
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