Ojos que vuelven a ver
Una misi¨®n m¨¦dica espa?ola se traslada a Senegal para operar a decenas de personas de cataratas
Los patios y jardines del Hospital que los hermanos de San Juan de Dios tienen en la ciudad senegalesa de Thi¨¨s amortiguan el calor que empieza a picar desde primeras horas de la ma?ana. El recinto est¨¢ tranquilo, algunos familiares de pacientes hospitalizados disfrutan de la sombra y frescor que ¨¢rboles y flores ofrecen. Es domingo por la ma?ana. Pero este d¨ªa la rutina se ve alterada por la llegada de la expedici¨®n oftalmol¨®gica organizada por la Fundaci¨®n Rementer¨ªa, perteneciente a la cl¨ªnica madrile?a del mismo nombre, que irrumpe en el recinto.
Los ocho miembros del equipo avanzan arrastrando maletas llenas de material con las que llegaron al aeropuerto de Dakar la noche anterior. Entran en el llamado bloque operatorio donde se encuentran varios quir¨®fanos. Se hacen cargo de uno de ellos, que no parece estar en uso, y de una sala adyacente donde hay cinco camas.
Eduardo ?lvarez-Rementer¨ªa, logista del grupo, y Vanesa Bl¨¢zquez, optometrista, conocen bien qu¨¦ hacer, ya que no es la primera vez que vienen, y empiezan a organizar a sus compa?eros. Hay que buscar mesas y armarios donde colocar el material tra¨ªdo de Espa?a y desinfectar todo a fondo. Carolina Navarro, optometrista, Marisa D¨ªaz, instrumentista, y Marimar Arroyo, limpian el instrumental, sacan guantes y productos de limpieza para ponerse manos a la obra: quitan polvo, frotan y lavan todo lo que poco a poco va entrando en el quir¨®fano. La pediatra Mercedes Sevilla, que ha viajado con el equipo, tambi¨¦n se une al zafarrancho de limpieza.
Los doctores In¨¦s Contreras y Laureano ?lvarez-Rementer¨ªa Capelo, oftalm¨®logos, y Jes¨²s Tercero, anestesista, buscan la mesa de quir¨®fano m¨¢s adecuada, los taburetes para estar m¨¢s c¨®modos durante las intervenciones y comprueban que funcionen la l¨¢mpara del quir¨®fano y el resto de la iluminaci¨®n. Todo empieza a tomar forma. Se ordena el material quir¨²rgico, las lentes y gafas de sol, se habilita una zona para le esterilizaci¨®n del material, lo necesario para la anestesia¡ Finalmente se monta un gran microscopio y el facoemulsionador, un aparato que ha sido transportado como equipaje de mano y que facilitar¨¢ mucho el trabajo de los doctores. Son las seis de la tarde y empieza a oscurecer cuando el grupo da por concluido su primer d¨ªa y emprende la marcha de regreso all hotel donde se aloja.
A las nueve de la ma?ana del d¨ªa siguiente, todo el mundo est¨¢ preparado para dar comienzo a la misi¨®n que les ha llevado hasta all¨ª: operar cataratas. En el ambiente se palpan muchos nervios y expectaci¨®n; el equipo todav¨ªa no sabe lo que puede encontrar.
En Senegal, se calcula que el n¨²mero de personas ciegas asciende a unas 165.000 y que otras 55.000 tienen discapacidad visual, lo que representa el 1,4 % de la poblaci¨®n
En muchos pa¨ªses africanos la salud de los ojos no es una prioridad. En Senegal, se calcula que el n¨²mero de personas ciegas asciende a unas 165.000 y que otras 55.000 tienen discapacidad visual, lo que representa el 1,4 % de la poblaci¨®n. Las cifras se duplicar¨¢n para el a?o 2020 si no se toman medidas. Estos pacientes se enfrentan a una grave falta de recursos humanos, infraestructuras adecuadas y equipos para el cuidado apropiado.
El 80% de los casos de ceguera y discapacidad visual en el pa¨ªs son prevenibles o tratables. Pero Senegal carece de medios para ello. El doctor Booubacar Sarr, oftalm¨®logo coordinador del programa nacional de promoci¨®n de la salud de los ojos, se queja de que de los 63 oftalm¨®logos que hay en el pa¨ªs, 57 est¨¢n en Dakar, la capital, y solo seis en otras zonas.
Este mismo facultativo afirma que el 50% de las personas ciegas de Senegal lo son por causa de las cataratas. Estas pueden ser provocadas por la desnutrici¨®n, la deshidrataci¨®n, la exposici¨®n al sol¡ Otras son debidas a golpes y traumas y tambi¨¦n pueden darse las llamadas cong¨¦nitas que pueden afectar incluso a ni?os. Seg¨²n ¨¦l, cada a?o, se diagnostican 26.000 senegaleses con esta dolencia. Las mujeres son las m¨¢s afectadas.
La operaci¨®n de cataratas se ha convertido en algo normal y casi carente de peligro en los pa¨ªses occidentales. Sin embargo, en lugares como Senegal, son escasas y muy caras lo que hace que no sea accesible para la inmensa mayor¨ªa de las personas que la necesitan.
De ah¨ª la importancia de expediciones como la que dos veces al a?o organiza la Fundaci¨®n Rementer¨ªa a Thi¨¨s.
Los doctores Contreras y ?lvarez-Rementer¨ªa, tras unos d¨ªas operando, declaran que nunca antes se hab¨ªan enfrentado a cataratas tan duras como las que tienen que ver en esta misi¨®n. Personas que han esperado mucho tiempo para poder ser intervenidas, ¡°son cosas que ya no se ven en Espa?a¡±. Muchos de los que acuden en busca de ayuda est¨¢n ciegos.
Todas las ma?anas, al llegar al hospital, el doctor Laureano y Carolina se dirigen a la consulta oftalmol¨®gica del centro donde les espera Mousa Diop, el t¨¦cnico oftalmol¨®gico que ha seleccionado a los pacientes que pueden ser operados. Una veintena de ellos, a los que Mousa ya ha aplicado gotas para dilatarle las pupilas, aguardan en la sala de espera. Muchos de ellos vienen de rincones lejanos del pa¨ªs y han tenido que viajar todo el d¨ªa anterior para estar all¨ª a la hora que se les cit¨®.
Anta Ndiaye es la primera paciente en ser llamada. El doctor la examina y dice que necesita que se le opere el ojo derecho y le pone un esparadrapo sobre el mismo. Carolina tambi¨¦n la explora y escribe los datos en una tarjeta que es introducida en una funda de pl¨¢stico que se fija en el vestido de la se?ora, a la altura del pecho. Mousa le indica que tiene que dirigirse al bloque operatorio, mientras invita a Nari Sall a que tome asiento frente al doctor. Luego pasa Soda Kandji, a la que ya se le oper¨® el ojo izquierdo en la anterior misi¨®n. Ahora tiene el derecho todo blanco, se trata de un caso muy complicado. El sexto paciente es Dhayo Diouf, el doctor indica que no se puede operar, tiene la c¨®rnea del ojo izquierdo descompensada, necesita un trasplante, algo impensable en Senegal. As¨ª se van sucediendo los casos hasta que pasan los 20 pacientes seleccionados para el primer d¨ªa. Solo se podr¨¢ operar a 11 de ellos, en ocho casos no es posible y otro es un ni?o de dos a?os, Emmanuel, que tiene una miop¨ªa de cinco dioptr¨ªas en cada ojo y que lo que necesita son gafas, que la Fundaci¨®n le consigue en una ¨®ptica local.
Anta Ndiaye llega al bloque operativo, donde es recibida por Vanessa que la hace sentar en una silla mientras lee la informaci¨®n que lleva sujeta al pecho. A continuaci¨®n le aplica unas gotas anest¨¦sicas en el ojo que va a ser operado para poder toc¨¢rselo con un puntero y calcular, con la ayuda de un ordenador, la lente que hay que implantar. Luego, Anta pasa a la sala de preparaci¨®n donde se le entrega una bata, un gorro y unas calzas verdes.
El doctor Tercero la hace tumbarse en una de las camas y le aplica la anestesia local en el ojo que va a ser operado, que luego cubre con una gasa sobre la que pone una peque?a esfera de pl¨¢stico que ata con unas cintas alrededor de la cabeza. Tras unos cinco minutos de espera se le retira el parche a Anta y es acompa?ada hasta el quir¨®fano por el anestesista y Pap, un enfermero del hospital que se ha unido al equipo.
Los doctores utilizan una t¨¦cnica que se llama facoemulsificaci¨®n, que no es dolorosa ni durante ni despu¨¦s de la operaci¨®n
Son las diez y media de la ma?ana cuando Anta se tumba sobre la mesa de operar y se le sujeta la cabeza con una cinta. La doctora Contreras sentada en un taburete a la cabecera y con los guantes ya colocados pide que le ajusten el microscopio. Una vez que se siente c¨®moda hace un gesto a Marisa que no necesita de palabras para saber el instrumental que en cada momento necesita la cirujana. Un poco de m¨²sica de fondo anima el ambiente. Cuando la doctora se dispone a hacer el primer corte Bob Dylan canta Knocking on heavens door e In¨¦s pide que pongan algo m¨¢s suave. Eduardo cambia a Dire Straits. La m¨²sica ser¨¢ la ¨²nica discusi¨®n que enfrente al equipo durante la semana que permanece en Thi¨¨s.
Los doctores utilizan una t¨¦cnica que se llama facoemulsificaci¨®n, que no es dolorosa ni durante ni despu¨¦s de la operaci¨®n. Consiste en hacer una peque?a incisi¨®n en el ojo que la mayor¨ªa de las veces no necesita sutura. A continuaci¨®n se abre la c¨¢psula del cristalino para iniciar la fragmentaci¨®n y aspiraci¨®n de la parte afectada de catarata. Finalmente se procede a la colocaci¨®n de una lente intraocular. Para concluir se venda el ojo y se ayuda al paciente a bajar de la camilla y salir fuera, donde se le explica que hasta la ma?ana siguiente tiene que aplicarse unas gotas cada tres horas, abriendo para ello el vendaje, y llevar, durante todo ese tiempo, unas gafas de sol con el objetivo de que no se toque el ojo y de protegerlo de eventuales golpes. Anta sale caminando por su propio pie, dando las gracias y diciendo que no le ha dolido nada, que ni se ha enterado.
Tras la primera operaci¨®n, Marimar se apresura a esterilizar todo el material utilizado, mientras Marisa, con la ayuda de Eduardo, prepara el que se utilizar¨¢ en la siguiente intervenci¨®n. Cuando la doctora Contreras lleva intervenidas algunas cataratas, el doctor ?lvarez-Rementer¨ªa la sustituye y as¨ª no se pierde el ritmo de trabajo. Poco a poco, la tensi¨®n y los nervios con los que empez¨® el d¨ªa van dando paso a un ambiente m¨¢s relajado, todo est¨¢ saliendo mejor de lo esperado. La alegr¨ªa y satisfacci¨®n del equipo se vuelve contagiosa y se procede sin contratiempos.
A la ma?ana siguiente, tras a examinar los nuevos casos, el doctor ?lvarez-Rementer¨ªa Capelo vuelva a revisar a los pacientes intervenidos el d¨ªa anterior para comprobar que todos est¨¢n bien. Se multiplican las caras de alegr¨ªa de aquellos a los que se les retira el vendaje y se dan cuenta de que han recobrado la vista.
La misi¨®n se prolonga durante una semana. 200 pacientes son examinados, algunos de ellos son citados para la pr¨®xima expedici¨®n de la Fundaci¨®n al hospital que est¨¢ programada para marzo de 2017 ya que necesitan lentes muy espec¨ªficas de las que carecen en este viaje. Finalmente, 71 pacientes han sido operados. Algunos de ellos eran ciegos totales como Amaye Sambou, de 70 a?os, al que guiaba su hijo y que al d¨ªa siguiente sale caminado por su propio pie, sin ayuda de nadie.
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