R.I.P.
?D¨®nde se refugia el yo cuando recibimos una mala noticia; d¨®nde cuando nos dan una alegr¨ªa; d¨®nde cuando necesita estar solo?
Lo primero que el m¨¦dico de John Berger preguntaba a sus pacientes era en qu¨¦ lugar de su cuerpo viv¨ªan. ?En qu¨¦ parte de su cuerpo vive usted, en el h¨ªgado, en el coraz¨®n, quiz¨¢ en el aparato locomotor o en el reproductivo? ?Pasa m¨¢s tiempo en el est¨®mago que en los pulmones? ?Prefiere para el invierno la regi¨®n abdominal y para el verano la p¨¦lvica? ?Cu¨¢ntos d¨ªas al a?o visita ese suburbio denominado espalda? ?Cu¨¢nto tiempo se detiene en el culo? Configurado as¨ª el cuerpo como una ciudad de provincias, cabe preguntarse c¨®mo nos trasladamos de unas partes a otras de su geograf¨ªa y cu¨¢ntas veces al d¨ªa vamos, no s¨¦, del cerebro a la columna vertebral o de los ojos a la boca, donde reina un m¨²sculo h¨²medo que llamamos lengua.
?Se trataba acaso de una manera de averiguar d¨®nde les dol¨ªa a sus pacientes o la pregunta se aten¨ªa a su significado literal? ?Puede el yo, ese extra?o ser que nos habita, instalarse indistintamente en las diferentes capas de la piel o en las entretelas de los intestinos? ?D¨®nde se refugia cuando recibimos una mala noticia; d¨®nde cuando nos dan una alegr¨ªa; d¨®nde cuando necesita estar solo? Pero si consideramos que, adem¨¢s de por un yo, estamos okupados por un t¨² que se manifiesta cuando se dirigen a nosotros (?tienes fuego, por favor?) y por un ¨¦l, que aparece cuando hablan de nosotros (ese tipo es imb¨¦cil), ?en qu¨¦ parte del cuerpo reside cada uno? ?Comparten habitaci¨®n, son vecinos, se comunican entre s¨ª?
?D¨®nde viven, en fin, mi yo, mi t¨², mi ¨¦l, d¨®nde, incluso, mi ello? ?Son todas esas instancias personales variedades de una sola o forman un grupo de pronombres que se disputan la misma v¨ªscera, la misma oquedad, la misma gl¨¢ndula? Muy agudo, el m¨¦dico del difunto Berger. R.I.P.
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