Tiempo al tiempo

Hay una ¨¦poca en la vida (feliz y despreocupada) en la que el tiempo corre muy despacio. Uno crece sin un horizonte temporal claro, rodeado de abuelos y abuelas, profesores que peinan canas, ministros de cabezas despejadas ¨C por lo de poco pelo ¨C e incluso actores que alg¨²n d¨ªa debieron ser j¨®venes pero, ?qui¨¦n se acuerda de eso? Son, esencialmente, viejos. Los ni?os ¨Cque son muy fil¨®sofos ¨C llegan muy r¨¢pidamente a dos conclusiones: que los viejos son los otros, y que siempre ser¨¢n los otros. El tiempo se encargar¨¢ de destrozar a las dos. Y al final, a los tres.

Entre pan y chocolate y bocata de tulip¨¢n con chorizo ¨C manjares¨C llegan los 20. Un momento dorado que desemboca en los treinta, casi sin darte tiempo ni a enterarte de qu¨¦ ha pasado. Entonces es cuando el tiempo entra en aceleraci¨®n. Y no digamos entre los treinta y los cuarenta. Literalmente, a correr. Y un d¨ªa, te das cuenta de que un ministro, o un presidente de gobierno ¨C uno de esos que antes te parec¨ªan viejos, muy viejos ¨Ces m¨¢s joven que t¨². Y que Robert Redford tiene 80, y que David Bowie se muere, y no en un accidente en un Porsche.

Cuando cumpli¨® los 70, Jane Birkin dijo a la revista W que antes de cumplir los 40 estaba muy preocupada, pero que luego llegaron los 50, y despu¨¦s los 60, hasta que le cayeron los 70 ¨C ?Jane Birkin, setenta a?os!¨C y se dijo, ¡°vamos a darles una oportunidad¡±. Este a?o les caer¨¢ medio siglo a Julia Roberts, Pamela Anderson y Nicole Kidman. Chicas, no os preocup¨¦is: est¨¢is divinas. Y la otra opci¨®n es mucho peor.