Familias rotas en la Europa de los refugiados
Padres, hijos, hermanos... Se separan a menudo durante los procesos migratorios. El derecho a la reagrupaci¨®n debe garantizarse siempre
Estuve en Lesbos por primera vez hace exactamente un a?o, y desde entonces he conocido y escuchado a cientos de refugiados en mis visitas a los campamentos de la isla, as¨ª como a los de Skaramangas y Schisto, dos localidades situadas muy cerca de Atenas.
A lo largo de este a?o se han escrito centenares de historias sobre las familias de refugiados que llegaban a Europa en busca de protecci¨®n. Nosotros quer¨ªamos escribir un reportaje sobre aquellas de las que no se hab¨ªa o¨ªdo tanto. Quer¨ªamos dejar constancia de las historias de los que se separaron en alg¨²n punto a lo largo de su camino, de los que lo ¨²nico que quer¨ªan era encontrar a su familia dividida, e identificar las pol¨ªticas europeas que han sido y siguen siendo incapaces de reunirlos.
La situaci¨®n actual en Grecia
A partir de marzo, a ra¨ªz del cierre de la ruta de los Balcanes occidentales y el acuerdo entre la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa, el n¨²mero de refugiados que llegan a Grecia ha permanecido m¨¢s o menos estable, pero no ha cesado. Actualmente, en total hay m¨¢s de 60.000 solicitantes de asilo atrapados en el pa¨ªs, la mayor¨ªa viviendo en condiciones desastrosas. Unos 47.000 llegaron antes del acuerdo de la UE con Turqu¨ªa y viven en el continente. Otros 16.000, aproximadamente, lo hicieron despu¨¦s, y han tenido que quedarse en las islas, donde duplican la capacidad de las instalaciones. Las islas se han convertido en c¨¢rceles al aire libre para los refugiados. Las dos ¨²nicas posibilidades legales que tienen de salir de Grecia y viajar a otro pa¨ªs europeo es mediante su traslado, o ¡ªm¨¢s importante¡ª a trav¨¦s del programa de reagrupaci¨®n familiar. Pero el procedimiento es extremadamente lento, injusto e ineficaz, y est¨¢ dejando a miles de personas varadas en Grecia con una sensaci¨®n de ausencia de perspectivas y desesperaci¨®n. Los testimonios que he escuchado lo confirman.
Familias separadas
Cuando empec¨¦ a entrevistar a los refugiados para el proyecto de investigaci¨®n Separados, descubr¨ª que ellos ten¨ªan m¨¢s preguntas que hacerme a m¨ª de las que yo quer¨ªa formularles a ellos. Estaban desesperados por recibir informaci¨®n sobre su futuro. Quer¨ªan conocer los procedimientos, sus derechos, y qu¨¦ opciones ten¨ªan. Se preguntaban cu¨¢nto tiempo tendr¨ªan que esperar a¨²n, qu¨¦ estaban esperando exactamente, y si volver¨ªan a ver alguna vez a sus familias. Yo sab¨ªa que, si consegu¨ªa darles respuesta, les ayudar¨ªa a sentirse m¨¢s seguros y disminuir¨ªa su ansiedad y sus temores. Estaba triste, ya que no ten¨ªa informaci¨®n que pudiese servirles de consuelo.
Entre 2008 y 2014, el 30% de los permisos de residencia concedidos en la UE a ciudadanos no pertenecientes a la Uni¨®n tuvieron como finalidad la reagrupaci¨®n familiar
Destrozados y enfrentados a los obst¨¢culos burocr¨¢ticos y a los prolongados retrasos, algunos refugiados se dispon¨ªan a recurrir de nuevo a los crueles traficantes de personas y arriesgarse a emprender otro peligroso viaje para encontrarse con los suyos. ¡°?Cree que es peligroso que vaya a pie a Austria con mi hija para reunirme con mi hermano, que vive all¨ª?¡±, me preguntaba una mujer siria cuando la entrevist¨¦ el pasado mes de mayo. Estas son las preguntas m¨¢s perturbadoras y dif¨ªciles de contestar. Su reacci¨®n a mi respuesta afirmativa me dej¨® de piedra: ¡°Pero, si he conseguido llegar andando desde Ir¨¢n hasta Grecia, seguro que esto tambi¨¦n lo consigo¡±.
En ese mismo momento, una familia separada de uno de los campamentos busca la oportunidad de viajar clandestinamente a Holanda e intentar reunirse all¨ª con el resto de sus miembros. Me piden mi opini¨®n. ?Deber¨ªan intentarlo? Les digo que la idea es arriesgada y que no deber¨ªan ir, no solo porque de verdad lo creo, sino tambi¨¦n porque me parece que es mi obligaci¨®n respetar las normas y los procedimientos. Pero, cuando salgo del campamento, al mirar atr¨¢s y ver esa enorme superficie inhumana, intento ser sincera conmigo misma y pensar qu¨¦ har¨ªa yo si me encontrase atrapada en ese limbo. ?Ser¨ªa lo bastante paciente para esperar meses, tal vez a?os, hasta poder reunirme con mi familia y empezar mi vida de nuevo? ?C¨®mo me sentir¨ªa si supiese que mi hijo menor de edad viv¨ªa solo en una campamento de Alemania y yo estuviese bloqueada a 1.500 kil¨®metros de all¨ª? ?Antepondr¨ªa mi familia a todo lo dem¨¢s, igual que ella me antepone a m¨ª?
Pensando en esto me viene a la memoria una de las conversaciones m¨¢s v¨ªvidas, y, todav¨ªa hoy, desgarradoras, con una mujer llamada Naime. La mujer me cont¨® que su marido hab¨ªa muerto solo dos d¨ªas antes de que yo la conociese. Era diab¨¦tico, y en el campamento no pudieron encontrar insulina, as¨ª que muri¨® por un fallo renal. Los dej¨® a ella y a dos hijos de 19 y 14 a?os que la esperan en Alemania. Salieron de Ir¨¢n todos juntos, pero en la frontera turca los separaron y los padres se quedaron atr¨¢s. Me dice llorando que su marido quer¨ªa ver a sus hijos una ¨²ltima vez antes de morir. No pudo. S¨¦ que deber¨ªa haberme puesto triste al o¨ªrlo, pero mi indignaci¨®n se impuso a mi tristeza. ?C¨®mo podemos dejar tiradas tan cruelmente a esas personas? Cuando escuch¨¦ la historia de Naime en mayo, ella ya llevaba muchos meses en el campamento. Cuando volv¨ª hace unas semanas, all¨ª estaba otra vez. Incre¨ªblemente, segu¨ªa esperando a que su caso recibiese el visto bueno.
Las dos historias se mezclan en mi mente hasta que ya no soy capaz de distinguir qu¨¦ est¨¢ bien y qu¨¦ est¨¢ mal en este dilema personal. Pero lo que s¨¦ seguro es que nadie deber¨ªa tener que tomar nunca una decisi¨®n as¨ª. En teor¨ªa, Europa y sus Estados miembros est¨¢n firmemente comprometidos con el respeto al derecho a la vida de las familias, que tambi¨¦n cuenta con la protecci¨®n de la normativa en materia de derechos humanos y la legislaci¨®n internacionales. Pero, en la pr¨¢ctica, no siempre est¨¢n a la altura de estas obligaciones, como vi con mis propios ojos el a?o pasado. Puede que, en el mejor de los casos, estas familias de refugiados ahora est¨¦n viviendo en el mismo continente, pero sus vidas cotidianas paralelas son mundos aparte.
Los obst¨¢culos
Uno de los principales obst¨¢culos que impide que las familias se re¨²nan es la definici¨®n excesivamente estricta de qu¨¦ constituye una ¡°familia¡± en la legislaci¨®n europea. Se define como miembros de la familia ¨²nicamente a la pareja casada (o no casada, si las pr¨¢cticas del pa¨ªs lo permiten) y a sus hijos menores. Con ello no se tienen en cuenta las necesidades y las relaciones humanas realmente existentes y, en la pr¨¢ctica, se separa a los padres de sus hijos adultos y se divide a los hermanos, as¨ª como otras redes de apoyo cruciales, importantes no solo para los propios refugiados, sino tambi¨¦n para las sociedades en las que estos acabar¨¢n integr¨¢ndose. Las personas vulnerables, como las mujeres que viajan solas con menores de edad, los ancianos o los discapacitados, pueden quedarse sin las redes familiares de apoyo de las que dependen y que podr¨ªan haberlas ayudado a instalarse mejor en sus nuevos pa¨ªses. El impacto humano de todo esto es muy negativo y tiene peligrosas consecuencias para el bienestar y la vida diaria de los refugiados.
Otro grave problema es la duraci¨®n del proceso de reagrupaci¨®n, que parece ¡ªy, en ocasiones, lo es efectivamente¡ª eterno. He hablado con personas que han esperado m¨¢s de nueve meses a que las reuniesen con los miembros de su familia. Estos lapsos de tiempo tan prolongados son dolorosos en extremo, sobre todo para quienes intentan reunirse con sus hijos peque?os que est¨¢n viviendo en otro pa¨ªs sin ning¨²n familiar adulto, un situaci¨®n muy frecuente dado que m¨¢s de una tercera parte de los reci¨¦n llegados el a?o pasado eran ni?os, que a menudo llegaron sin acompa?antes. Tambi¨¦n est¨¢n los que tienen peque?os con necesidades especiales o con problemas de salud, o los que est¨¢n esperando un hijo. Este era el caso de Mahdi, un refugiado iran¨ª que vive en Suecia. Su mujer embarazada viajaba sola, y cuando yo los conoc¨ª, llevaba m¨¢s de cuatro meses atrapada en Atenas. Estaban tan ansiosos por volver a reunirse y tener a su primer hijo en familia que ¨¦l se tom¨® 20 d¨ªas de su trabajo y se fue al campamento para llevarla con ¨¦l a Suecia. Pens¨® que eso era lo ¨²nico que ten¨ªa que hacer. En un sistema insensato e irracional, una persona totalmente cuerda pude intentar cometer actos disparatados para conseguir su objetivo.
La necesidad urgente de reformas
En los ¨²ltimos a?os, la reagrupaci¨®n familiar ha sido parte integrante y fundamental de las pol¨ªticas de inmigraci¨®n de la Uni¨®n Europea, y una manera importante de encontrar v¨ªas seguras y legales de entrar en la Uni¨®n Europea para las personas que viven en situaciones precarias. Entre 2008 y 2014, aproximadamente el 30% de los permisos de residencia concedidos en la UE a ciudadanos no pertenecientes a la Uni¨®n tuvieron como finalidad la reagrupaci¨®n familiar. No podemos permitir que esto se deteriore. Tenemos que pedir a las autoridades que garanticen que se proporciona a todos los refugiados la protecci¨®n que necesitan y que su derecho a la vida en familia y a la reagrupaci¨®n familiar se salvaguarda en la mayor medida posible.
Uno de los obst¨¢culos que impide que las familias se re¨²nan es la definici¨®n estricta de qu¨¦ constituye una ¡°familia¡± en la legislaci¨®n europea
La familia es el mecanismo de apoyo m¨ªnimo y esencial para la mayor¨ªa de nosotros. Puede que a veces me aburra en las cenas familiares, pero s¨¦ que, en los momentos de desesperaci¨®n, siempre recurrir¨¦ a ella. Es urgente que los pa¨ªses europeos trabajen m¨¢s y garanticen que las personas que lo han dejado todo y no tienen nada, al menos tengan acceso a su red familiar de apoyo. Ninguna familia deber¨ªa ser separada innecesariamente.
Matta Samiou trabaja en Action Aid Grecia desde hace ocho a?os como coordinadora de campa?as, y es responsable del informe Separados. Los problemas de reubicaci¨®n y reunificaci¨®n familiar para los refugiados que llegan a Grecia, publicado en 2016.
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