M¨¦xico en llamas
Con el gasolinazo la violencia ha estallado de forma artificial; no se trata de protesta espont¨¢nea, sino organizada. El pa¨ªs fue sorprendido por una densidad criminal que durante d¨¦cadas ha crecido, ha penetrado en el Estado y se ha fortalecido
En el a?o 2006, la capital del estado de Oaxaca, en M¨¦xico, estuvo bajo control de organizaciones de extrema izquierda que mantuvieron una rebeli¨®n callejera durante casi seis meses. El gobierno estatal abandon¨® posiciones y se estableci¨® en el exilio. En ese momento, si Oaxaca hubiese sido un pa¨ªs, podr¨ªa haberse proclamado el triunfo de una revoluci¨®n. Finalmente, en noviembre de ese a?o, miles de polic¨ªas federales, sin utilizar armas de fuego, pudieron recuperar la ciudad luego de varios d¨ªas de enfrentamientos en las calles.
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La ruta m¨¢s f¨¢cil para explicar un hecho es buscar un culpable y olvidar procesos que han dado origen a fen¨®menos que fueron largamente encubados. El llamado gasolinazo, por el aumento de precio a la gasolina, ilustra n¨ªtidamente esto: se han producido grandes protestas e incontables saqueos en muchos estados y nadie sabe si fueron espont¨¢neos, organizados o coyunturales.
El objetivo de este art¨ªculo no es abordar la legitimidad o no de las protestas, sino se?alar que en M¨¦xico existe una violencia pol¨ªtica creciente. A diferencia de Venezuela, donde los saqueos ocurrieron resultado de la desesperaci¨®n de la gente por la escasez y el hambre, en M¨¦xico no hay relaci¨®n directa entre saqueos y aumento al precio de la gasolina.
El fen¨®meno guerrillero frentista de extrema izquierda tiene m¨¢s de cuarenta a?os de vida
En el desarrollo de una protesta, la violencia puede aparecer luego de una fase expansiva o como reacci¨®n a una represi¨®n desproporcionada que la estimula. Por mucha rabia o redes sociales que existan, el salto de lo demostrativo a lo violento no ocurre de la noche a la ma?ana. Con el gasolinazo la violencia ha estallado de forma artificial e incluso con rechazo de la mayor¨ªa de quienes protestan. No se trata por lo tanto de violencia espont¨¢nea, sino de violencia organizada. En M¨¦xico existen al menos siete grupos guerrilleros, algunos de los cuales tienen m¨¢s de 40 a?os de existir. Por las condiciones del pa¨ªs, estos grupos tienen sus propias particularidades; no se trata de ej¨¦rcitos guerrilleros en las selvas como en Colombia, sino que su expresi¨®n principal son frentes populares de composici¨®n social diversa, comunidades organizadas, control territorial y capacidad de movilizaci¨®n callejera.
Esta extrema izquierda subyace y despierta de manera brusca cada vez que encuentra una oportunidad para actuar. El 1 de diciembre de 2012, el presidente Pe?a Nieto tom¨® posesi¨®n en medio de protestas con una violencia similar a la actual. En agosto de 2013, m¨¢s de diez mil personas, con una organizaci¨®n casi militar, cercaron de forma sorpresiva el edificio del Senado y luego hicieron lo mismo con el aeropuerto internacional. En el a?o 2014 fueron incendiadas las sedes de los partidos PRI y PRD en el Estado de Guerrero, un tiempo despu¨¦s el edificio de gobierno del Estado corri¨® la misma suerte y tambi¨¦n intentaron quemar las puertas del Palacio Nacional en Ciudad de M¨¦xico.
En los ¨²ltimos quince a?os han ocurrido numerosos hechos que incluyen bombas, sabotaje a oleoductos, secuestros, enfrentamientos armados, pero sobre todo protestas muy violentas en muchos estados. La capital de M¨¦xico es la ciudad con mayor n¨²mero de demostraciones callejeras del mundo, ocurren 20 protestas diarias. Hay espacios p¨²blicos de la ciudad que han permanecido tomados m¨¢s de un a?o. Nada de esto puede hacerse sin jerarqu¨ªas, recursos y activistas a tiempo completo. En el a?o 2010 fue secuestrado Diego Fern¨¢ndez de Ceballos, l¨ªder pol¨ªtico del PAN, por cuya liberaci¨®n se pagaron varias decenas de millones de d¨®lares. En otras ocasiones han ocurrido secuestros similares de importantes empresarios con pagos igualmente millonarios.
En la nueva realidad no hay problema que se resuelva solo; cuando no se resuelven, crecen
Si uno observa la violencia reciente en las calles de M¨¦xico ¡ªlo que se puede f¨¢cilmente ver en videos de YouTube¡ª puede darse cuenta que esa violencia ni es nueva ni de origen desconocido. Se trata de grupos dispersos, sin articulaci¨®n y seguramente con conflictos entre ellos que se montaron en las protestas por el gasolinazo con mucha rapidez. Luego, seguramente, por efecto de imitaci¨®n y competencia entre ellos mismos, sus acciones alcanzaron dimensi¨®n nacional. El resultado de esto ser¨¢ la radicalizaci¨®n de m¨¢s j¨®venes y el crecimiento de estas organizaciones. En algunas comunidades estos grupos organizan polic¨ªas comunitarias que suplen la ausencia de Estado. La desaparici¨®n o matanza de estudiantes de Ayotzinapa en el a?o 2014, fue en realidad el resultado de la lucha entre gobiernos locales cooptados por el crimen organizado y organizaciones populares controladas por grupos de extrema izquierda.
No hay estudios sobre las guerrillas mexicanas que ayuden a dimensionar el problema; no hay pol¨ªticas para que abandonen la violencia, participen en opciones partidistas y se reinsertan a la legalidad; tampoco hay planes para combatirlos y ni siquiera un reconocimiento serio de la existencia del problema. Sus frentes han aprendido a movilizar de forma sincronizada a miles de personas sin ser detectadas y es com¨²n que frente a sus acciones violentas no haya respuesta. Todo esto ha derivado en una impunidad callejera que ya se volvi¨® sistem¨¢tica, creciente y de alto impacto pol¨ªtico.
En los ¨²ltimos 15 a?os M¨¦xico ha enfrentado una violencia delictiva que ha dejado m¨¢s 100.000 muertos. Muchos han culpado a los ¨²ltimos dos gobiernos por esto y han definido a las drogas como la causa del problema. Por sentido com¨²n, es obvio que las organizaciones criminales que han generado una violencia tan persistente, extensa y prolongada no nacieron en un d¨ªa. M¨¦xico fue sorprendido por una densidad criminal de grandes proporciones que durante d¨¦cadas se mantuvo creciendo, penetrando al Estado, fortaleci¨¦ndose y buscando oportunidades. Fue hasta que esa densidad criminal rebals¨®, estall¨® y se volvi¨® inocultable cuando se comenz¨® buscar la causa y al culpable. Con el fen¨®meno guerrillero frentista de extrema izquierda viene ocurriendo exactamente lo mismo, tiene m¨¢s de cuarenta a?os de existir, asust¨® con Chiapas en el a?o 94 y ahora sorprende con saqueos en 25 Estados.
Un art¨ªculo de Luis Rubio cuenta que el presidente Adolfo Ru¨ªz Cortines, quien gobern¨® M¨¦xico en los a?os 50, ten¨ªa dos carpetas en su escritorio: una dec¨ªa ¡°problemas que se resuelven solos¡± y la otra ¡°problemas que se resuelven con el tiempo¡±. M¨¦xico tiene suficientes capacidades pol¨ªticas, materiales e intelectuales para enfrentar las amenazas que padece, pero el primer gran paso que debe dar es superar la vieja cultura pol¨ªtica. En la nueva realidad no hay problema que se resuelva solo y cuando no se lo resuelve, crece.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y asesor del Gobierno colombiano en el proceso de paz con las FARC.
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