La pena negra
La fot¨®grafa marfile?a Joana Choumali documenta la vida de las mujeres que trabajan con el carb¨®n
¡°En 2011 fui a San Pedro para un reportaje. En una vasta extensi¨®n de tierra negra como el carb¨®n, vi a cientos de personas dando vueltas alrededor de hornos y chozas con humo. Al fijarme, me di cuenta de que eran, en su mayor¨ªa, mujeres". Quiso saber m¨¢s. Y se puso a ello.
As¨ª describe la fot¨®grafa Joana Choumali (Abiy¨¢n, Costa de Marfil, 1974) su primer encuentro con el universo tenebroso y sofocante de las carboneras que forman parte del paisaje en San Pedro, a unos 350 kil¨®metros al sudoeste de su ciudad natal, la capital econ¨®mica de Costa de Marfil. Un universo que la conmovi¨® e inspir¨® y que acab¨® convirtiendo en el eje central de su proyecto Sisi Barra (¡°trabajo de humo¡±, en lengua bambara). La Fundaci¨®n Magnum acaba de concederle el Fondo de Emergencia, un premio en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe Claus, que apoya este a?o a 18 fot¨®grafos independientes que llevan a cabo un trabajo personal original sobre temas sociales en 15 pa¨ªses diferentes. Choumali conforma, junto con el ghan¨¦s Eric Gyamfi, la representaci¨®n africana del premio en 2016.
¡°Es una beca que me permiti¨® completar un trabajo personal. Este premio posibilit¨® que trabajara con calma, con la ayuda y apoyo tanto financiero como moral que necesitaba. Se trata de un premio prestigioso, por lo que tambi¨¦n fue una confirmaci¨®n de que mi trabajo ten¨ªa sentido. Pero lo que de veras espero fervientemente es que esta serie de im¨¢genes ayude a mejorar la vida de estas mujeres¡±, se?ala.
El trabajo con el carb¨®n vegetal en San Pedro era una labor exclusivamente masculina, pero?las mujeres aprendieron a dejarse el lomo sobre los fuegos
Joana Choumali estudi¨® Artes Gr¨¢ficas en Casablanca y trabaj¨® como directora art¨ªstica para una gran agencia publicitaria de Abiy¨¢n antes de dedicarse a la fotograf¨ªa de forma independiente. Sus im¨¢genes se han presentado en varios espacios de Abiy¨¢n, como el Instituto Goethe o la Fundaci¨®n Donwahi. Tambi¨¦n expuso su trabajo en el Museo Nacional de Bamako en la Bienal de Fotograf¨ªa de 2012 y en LagosPhoto Festival y las bienales de Casablanca y Ciudad del Cabo entre 2014 y 2016. Sus proyectos la han llevado a pasear su c¨¢mara y sus ideas por distintos lugares de Francia, y Londres, Barcelona, Basilea, ?msterdam, Dakar, Penang, Atlanta, Mil¨¢n o Nueva York. Colabora, entre otros medios, como Le Monde, Africa Report y Forbes Afrique.
Al conocernos en persona, en una cafeter¨ªa de su Abiy¨¢n natal, Choumali desvela a la vera de una infusi¨®n humeante que tiene una teor¨ªa para las ciudades, a las que compara con personas: ¡°Abiy¨¢n es una mujer madura, en los cincuenta, muy elegante y un poco snob. Todav¨ªa parece joven y din¨¢mica. Y adem¨¢s, acaba de hacerse un lifting¡±, comenta entre risas.
Con la piel del color del dulce de leche y una sonrisa de ni?a, sin arrugas que la enmarquen, la fot¨®grafa mantiene una mirada incorrupta, amable, al tiempo que totalmente pendiente de la realidad que le rodea. Esa realidad le asalt¨® por puro accidente en San Pedro, donde se sit¨²a el segundo puerto m¨¢s grande del pa¨ªs, especializado en la exportaci¨®n de cacao, caucho y madera.
Carb¨®n y mujeres
El trabajo con el carb¨®n vegetal en San Pedro era, al principio, una labor exclusivamente masculina. Sin embargo, ahora los hombres se dedican al comercio de madera y dejan el trabajo m¨¢s duro a sus compa?eras. Estas mujeres se mantuvieron durante a?os en los m¨¢rgenes de las carboneras, dedicadas al peque?o comercio y otras labores, pero comenzaron a interesarse en el sector despu¨¦s que Makandj¨¦, la m¨¢s antigua de ellas y actual presidenta de la asociaci¨®n de productores de carb¨®n de Parc du Pont, se atreviera a dar el paso de colarse en un entorno agresivo, donde la temporada de lluvias arrasa sin piedad tocones y cenizas, el polvo de la madera se cuela en los pulmones, el calor derrite hasta los pensamientos y el humo cuaja los ojos de l¨¢grimas y sangre.
Sucedi¨® en el a?o 1998, enfrent¨¢ndose a la hostilidad abierta de los hombres. No parec¨ªa una profesi¨®n especialmente salubre ni lucrativa: sin descanso de lunes a viernes, las mujeres aprendieron a dejarse el lomo sobre los fuegos y se habituaron a toser, trasteando entre pilas de madera a medio trabajar y hornos gigantes cubiertos de serr¨ªn.
¡°Makandj¨¦ se inici¨® en la producci¨®n como asistente y luego, tuvo su propio horno de carb¨®n¡±, precisa Joana Choumali. ¡°Ha ayudado a cientos de mujeres como ella y la actividad se ha convertido en algo femenino. Es un trabajo agotador en un ambiente hostil. Hay viudas, divorciadas o mujeres que han sido repudiadas. No tienen ninguna cualificaci¨®n ni otra opci¨®n para poder sobrevivir que empezar a trabajar en este campo cuando son muy j¨®venes todav¨ªa¡±.
Joana pas¨® largas veladas acompa?ando a las carboneras de San Pedro y retratando su vida cotidiana y sus miradas, a veces acusadoras o desesperanzadas y otras veces con la obstinaci¨®n de la lucha pintada bajo la congesti¨®n por el humo. Se centr¨® en cuatro de ellas con diferentes perfiles: Makandj¨¦, de 57 a?os y la pionera; Awa, de 42 a?os y la portavoz; Habiba, de 42 a?os y la ambiciosa, y Ma?, La Novia, una adolescente de apenas 16 a?os. Quiso mostrar diferentes generaciones y aspiraciones a trav¨¦s de esas cuatro historias.
En las im¨¢genes de la fot¨®grafa, Ma? est¨¢ embarazada de su primer hijo y confiesa que sue?a con el matrimonio y el comercio de ropa en el mercado, mientras ayuda a su madre en el negocio del carb¨®n. El padre de su hijo ya est¨¢ casado y se dedica a conducir una moto-taxi por San Pedro. Ella espera que le financie su nuevo negocio cuando se casen, justo despu¨¦s del nacimiento del beb¨¦.
Habiba se endeuda para comprar madera y transportarla desde las plantaciones de caucho y hevea de los alrededores de San Pedro hasta los hornos. Desea comprarse un cami¨®n para poder mover la madera que le sirve de materia prima y el carb¨®n final. Trabaja en las carboneras desde 2013 y ha logrado contratar ya a ocho personas a tiempo completo. Se la encuentra metida en faena todos los d¨ªas, desde las 6 de la ma?ana a las 10 de la noche, y se ha ganado el respeto de hombres y mujeres del sector.
Awa descansa tras una larga jornada laboral, extenuada pero sonriente. No tiene casa propia y se mata a trabajar para mandar dinero a sus cinco hijos. Su marido la abandon¨® hace a?os. Ella hab¨ªa ido al instituto y hoy ejerce de portavoz, escribiente y traductora para sus compa?eras.
Makandj¨¦, la matriarca, se sienta en el porche delante de su casa con Seiba, su hijo m¨¢s joven, de 19 a?os. ?l est¨¢ en el instituto. Casada dos veces, enviud¨® en ambas ocasiones. Tiene su propia casa en Bardot, un bindonville de San Pedro, y mantiene a su familia, incluidos sus cuatro hijos. Ve en la producci¨®n de carb¨®n una forma de empoderamiento financiero de las mujeres.
¡°Mi proyecto Sisi Barra pone de relieve problemas sociales multidimensionales: educaci¨®n deficiente, violencia de g¨¦nero y problemas de salud derivados de la exposici¨®n al humo¡±, explica Joana Choumali. ¡°Quer¨ªa transmitir la vulnerabilidad de las mujeres en este sector y la transmisi¨®n de un trabajo precario y de aspiraciones profesionales muy limitadas de las madres a sus hijas. As¨ª, de manera indirecta, tambi¨¦n se plantea la cuesti¨®n del trabajo infantil¡±.
Joana se deja atraer por proyectos en los m¨¢rgenes de la sociedad, como Haabr¨¦, protagonizado por el estigma de las escarificaciones tradicionales que marcan la extranjer¨ªa en una sociedad que ardi¨® en la peligrosa hoguera de la xenofobia durante d¨¦cadas. En el centro, pero empujadas hacia los m¨¢rgenes, tambi¨¦n est¨¢n las mujeres. Especialmente las extranjeras. Ellas, que ocupan la mitad del cielo, seg¨²n Thomas Sankara.
¡°Hay, sin duda, un v¨ªnculo entre Sisi Barra y otras series en las que trabajo, como Resilientes o Awoulaba/Taille Fine, aunque el tratamiento es diferente. Mi proyecto aborda la cuesti¨®n de g¨¦nero, la transmisi¨®n de una actividad profesional entre las mujeres de varias generaciones, de abuelas a madres y a hijas, la identidad y el ?frica de hoy. Tambi¨¦n hay esta noci¨®n de resistencia de las mujeres a sus desaf¨ªos de la vida. Esto, m¨¢s que nunca, ocupa su espacio en mi trabajo¡±.
Joana Choumali advierte que el sufrimiento femenino es tangible en el entorno feroz de Parc du Pont, en San Pedro, y considera a las carboneras s¨ªmbolos de valor, resistencia y resilencia.
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