Modelos de los 80, empresarias del siglo XXI
Kate Moss, Elle MacPherson, Cindy Crawford y Claudia Schiffer se han reinventado
Kate Moss, que acaba de cumplir los 43, ha abierto su propia agencia de modelos. Con este movimiento, se une al club de las supermodelos sin edad de jubilaci¨®n que se convierten en empresarias y en el que est¨¢n pr¨¢cticamente todas sus colegas de generaci¨®n. Elle MacPherson tiene una potente marca de lencer¨ªa, Cindy Crawford una firma de muebles y objetos para el hogar y Claudia Schiffer lanz¨® con Schwarzkopf su l¨ªnea de cosm¨¦ticos. Sus carreras y sus perfiles son un producto directo de la llamada ¡°guerra de las modelos¡±, un episodio que ahora se rememora en el documental John Casablancas. El hombre que amaba a las mujeres, que se ha estrenado en Netflix.
En 1977, Casablancas, un playboy hijo de catalanes emigrados, criado entre Suiza y EE?UU, ya hab¨ªa triunfado con su agencia de modelos, Elite, en Par¨ªs, pero decidi¨® expandir el negocio instal¨¢ndose en Nueva York, hasta entonces terreno controlado por Ford. Como declaraci¨®n de intenciones, fich¨® a la famosa booker de la agencia rival, Monique Pillard, y a su gerente, Jo Zagami. En su primer d¨ªa de trabajo, se encontraron con un regalo de parte de su exjefa, la legendaria Eileen Ford: sendos ejemplares de la Biblia en los que hab¨ªa subrayado en rojo los pasajes referidos a Judas.
El gesto marc¨® el principio de lo que se bautiz¨® como Model Wars, el choque que durar¨ªa hasta bien entrados los ochenta y cuyo resultado m¨¢s notorio fue el nacimiento de la figura de la supermodelo, alguien que ten¨ªa que ver mucho m¨¢s con el mundo del espect¨¢culo que con la moda. El canal ABC planea una serie protagonizada por Andie McDowell y titulada Model Woman que tambi¨¦n cuenta esta historia. Personajes no faltan. Durante esos a?os, Jerry Hall y Janice Dickinson, las dos modelos m¨¢s importantes del momento, saltaron de Ford a Elite. Christie Brinkley, la representante de la belleza estilo cheerleader estadounidense que hab¨ªa sido uno de los grandes ¨¦xitos de Casablancas, hizo el viaje de ida y vuelta: de Elite a Ford y vuelta a Elite. La tercera agencia en discordia, Wilhelmina, perdi¨® a Iman y m¨¢s tarde a Gia Carangi, la modelo que sufri¨® problemas de drogadicci¨®n hasta que muri¨® v¨ªctima del VIH en 1986 y a la que Angelina Jolie interpret¨® en el biopic Gia.
La prensa generalista, que hasta entonces no hab¨ªa prestado especial inter¨¦s a las vidas y mucho menos a las carreras de las modelos, sigui¨® todos esos fichajes y supuestas traiciones con avidez, en parte porque, reducida a su esquema m¨¢s simple, la batalla era irresistible.
A un lado estaba Eileen Ford, la empresaria jud¨ªa que hab¨ªa logrado labrarse un imperio y que trataba a ¡°sus chicas¡± como si fuesen una extensi¨®n de sus cuatro hijos. Cuando no las acog¨ªa en su propia casa, como hizo con incontables modelos (entre ellas, durante una temporada, Judit Masc¨®), las instalaba juntas en pisos donde le resultaba m¨¢s f¨¢cil tenerlas controladas. Sus contratos ten¨ªan cl¨¢usulas de comportamiento que les prohib¨ªan pernoctar y se dec¨ªa que Ford obligaba a sus chicas a acostarse a las ocho de la tarde ¡°para tener el cutis fresco al d¨ªa siguiente¡±. Lo cierto es que junto a esos puntos, los contratos tambi¨¦n inclu¨ªan una paga est¨¢ndar ¡ªde manera que la diferencia entre las estrellas y las novatas no era tanta¡ª y condiciones laborales razonables, algo que luego saltar¨ªa por los aires.
En el bando opuesto se situaba el Casablancas, que se enorgullec¨ªa de que el logo de Elite recordase a un falo con sus dos test¨ªculos ¡ªlo cuenta, muy orgulloso, en el documental¡ª y que se hab¨ªa inventado las ¡°fiestas de la camiseta¡±, celebradas en clubes de Par¨ªs y Nueva York, y en las que todos los invitados ten¨ªan que acudir vestidos con camisetas de su agencia. Las modelos, solo con esa prenda. ¡°Eileen me odia y yo tambi¨¦n la detesto¡±, repet¨ªa en sus muchas apariciones televisivas el empresario, consciente de que toda publicidad, incluso la que parece mala, es publicidad.
El nuevo documental est¨¢ basado en una serie de grabaciones que el empresario, fallecido de c¨¢ncer en 2013, cedi¨® a su amigo Hubert Woroniecki, y por lo tanto es muy sesgado. De esa etapa y, sobre todo, gracias a su amistad y a sus innumerables escarceos amorosos con modelos sab¨ªa que estaban hartas de ser tratadas como ni?as y, sobre todo, de cobrar poco y tener escaso poder de maniobra en los contratos. ?l se invent¨® otro sistema y esboz¨® lo que llegar¨ªa a su eclosi¨®n en los noventa, con el estallido de las top models, cuando su modelo estrella, Cindy Crawford, situ¨® su negocio en la MTV, la publicidad y el mundo del fitness, y, solo muy de vez en cuando, en las pasarelas. Cansado de los desplantes de Naomi Campbell a los clientes y a sus propios empleados, John Casablancas la expuls¨® de la agencia en 1993, pero en 1995 volvi¨® a admitirla: cotizaba demasiado para que se la quedase la competencia.
Cotizaci¨®n al alza
En esos a?os, las agencias trataban de atraer a las modelos con mejores condiciones. En poco tiempo, sus ganancias se dispararon globalmente en un 400%. Janice Dickinson, por ejemplo, cobraba apenas 750 euros al d¨ªa en 1977 y para 1979 ya andaba por 2.500. La cosa no par¨® hasta que Linda Evangelista, otra estrella de Elite, dijo que no sal¨ªa de la cama por menos de 10.000.
La guerra tuvo un curioso ep¨ªlogo hace apenas unos meses cuando Kate Moss dej¨® Storm, la agencia que la hab¨ªa representado durante 28 a?os. La brit¨¢nica hab¨ªa permanecido fiel a Sarah Doukas, la fundadora de Storm que la descubri¨® en el aeropuerto JFK de Nueva York cuando ten¨ªa 14 a?os. Ahora, Moss ha fundado su propio negocio, Kate Moss Agency, y dice que est¨¢ interesada en ¡°algo m¨¢s que caras bonitas¡± y que pretende ¡°crear aut¨¦nticas estrellas¡±. Al estilo Casablancas. De momento, no ha hecho ning¨²n fichaje de perfil alto pero s¨ª promociona nuevos talentos como el de Elfie Reigate, hija de una amiga que ya ha desfilado para firmas como Alexander McQueen.
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