25 a?os de paz en El Salvador
El fin del conflicto ha favorecido el desarrollo humano, el crecimiento econ¨®mico y la inclusi¨®n social
El pasado 16 de enero acompa?amos al Gobierno de El Salvador en la conmemoraci¨®n del 25 aniversario de la firma de los Acuerdos de Chapultepec, la culminaci¨®n de un largo proceso de negociaci¨®n que puso fin a m¨¢s de una d¨¦cada de guerra civil en el pa¨ªs. Como los dem¨¢s acuerdos de paz en Centroam¨¦rica ¨Cy como el acuerdo recientemente aprobado en Colombia¨C se trat¨® de una soluci¨®n propia y negociada por los mismos salvadore?os, en el marco de la iniciativa de paz centroamericana, y en la que demostraron que el di¨¢logo y la institucionalidad permiten alcanzar la salida a los m¨¢s dolorosos conflictos.
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Desde una ¨®ptica actual, es dif¨ªcil imaginar cu¨¢n dura fue la segunda mitad del siglo XX en Am¨¦rica Latina y cu¨¢nto se ha avanzado en construir sociedades m¨¢s democr¨¢ticas, pr¨®speras, inclusivas y sostenibles. A finales de la d¨¦cada de los setenta y principios de los ochenta, pr¨¢cticamente toda Am¨¦rica Latina sufr¨ªa alguna forma de violencia extrema. La guerra sacud¨ªa a Colombia, El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Gobiernos militares presid¨ªan 12 de los 20 pa¨ªses latinoamericanos y las guerrillas operaban, en mayor o menor medida, en toda la regi¨®n.
Yo pertenezco a una generaci¨®n que recuerda claramente esa ¨¦poca. Aunque la guerra centroamericana nunca alcanz¨® en pleno el territorio costarricense, s¨ª sentimos con fuerza sus efectos. Desde las olas de refugiados hasta las presiones extranjeras, desde las movilizaciones en las universidades hasta el impacto en la econom¨ªa, la guerra era parte de la realidad durante mis a?os de juventud y el inicio de mi carrera profesional. Por eso soy consciente de la importancia de los Acuerdos de Chapultepec y de la necesidad de reconocer los logros de Centroam¨¦rica, aun en presencia de los desaf¨ªos pendientes.
Es cierto que El Salvador enfrenta todav¨ªa muy altos niveles de violencia e inseguridad ciudadana, pero tambi¨¦n es cierto que han registrado adelantos considerables. En 1991, dos terceras partes de la poblaci¨®n salvadore?a viv¨ªa en la pobreza. Hoy esa cifra se ha reducido a la mitad, al 34,5%. En 1990, su tasa de mortalidad infantil era de 60 por cada 1.000 nacidos vivos, una de las m¨¢s altas de la regi¨®n. Hoy se ha reducido en tres cuartas partes, a menos de 16 por cada 1.000 nacidos vivos. En 1992, la tasa de alfabetizaci¨®n de las personas j¨®venes en El Salvador era inferior al 85%. Hoy alcanza el 98%, en parte gracias a un incremento del 40% en el gasto p¨²blico en educaci¨®n (aunque sigue siendo bajo, en torno al 3,5% del PIB). La combinaci¨®n entre el despe?o econ¨®mico y pol¨ªticas p¨²blicas progresivas, permitieron que entre 1990 y 2014 El Salvador avanzara en el ?ndice de Desarrollo Humano a una tasa promedio anual del 1,02%, muy por encima de la media global de 0,73%.
A finales de la d¨¦cada de los setenta y principios de los ochenta, pr¨¢cticamente toda Am¨¦rica Latina sufr¨ªa alguna forma de violencia extrema
Todo esto fue posible gracias a la paz, que no provee garant¨ªas ni certezas, pero genera las condiciones m¨ªnimas para el desarrollo humano de los pueblos, para el crecimiento econ¨®mico estable, la inclusi¨®n social y la sostenibilidad ambiental. Sin la voluntad pol¨ªtica de las partes en el conflicto salvadore?o, sin la determinaci¨®n de los negociadores, sin el respaldo de las Naciones Unidas y la comunidad internacional, y sin el apoyo decidido de la regi¨®n latinoamericana (especialmente el rol que jugaron los procesos de Contadora y Esquipulas II), quiz¨¢s a¨²n ser¨ªamos testigos del horror de aquella guerra.
Hoy el pueblo colombiano tambi¨¦n inicia su propio recorrido en el posconflicto. La aprobaci¨®n del acuerdo de paz de Colombia convierte a Am¨¦rica Latina en la ¨²nica regi¨®n del mundo donde ning¨²n pa¨ªs se encuentra involucrado en un conflicto armado. El caso salvadore?o demuestra que la lucha por la paz inicia con el fin de la guerra, pero no se agota ah¨ª. Nos falta mucho por construir una mejor convivencia ciudadana. Nos falta fortalecer el Estado de derecho y los sistemas de administraci¨®n de justicia. Nos falta crear m¨¢s oportunidades de movilidad social, que alejen a nuestros j¨®venes de las calles y aprovechen su talento en las aulas, en los laboratorios, en las empresas y en los centros de arte.
Los retos pendientes son enormes y a ellos se a?aden las incertidumbres que actualmente atraviesa el panorama global, pero, como bien dice el proverbio, incluso el m¨¢s largo de los viajes inicia con el primer paso. Ojal¨¢ que la regi¨®n se inspire en la paz para continuar avanzando, para derrotar finalmente la violencia en todas sus formas, para vencer la pobreza y la desigualdad, para construir un futuro de mayor armon¨ªa, prosperidad, desarrollo y seguridad para nuestros pueblos.
?Rebeca Grynspan es Secretaria General Iberoamericana.
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