Merece otro premio

ESE SE?OR, al que un subordinado protege de una lluvia que solo ¨¦l parece sentir, era el ministro de Defensa cuando 62 militares que volv¨ªan a casa tras una misi¨®n en Afganist¨¢n fallecieron al estrellarse el Yak 42 en el que viajaban. El pol¨ªtico visit¨® la zona en traje de faena, como puede apreciarse, y de vuelta al despacho comenz¨® a urdir una de las historias m¨¢s siniestras de las ¨²ltimas d¨¦cadas para sacudirse de encima los sesenta y dos muertos (ahora con letras), v¨ªctimas de un cacharro conducido por pilotos que, adem¨¢s de inexpertos, llevaban trabajando 22 horas (veintid¨®s) de forma ininterrumpida. El suceso, que habr¨ªa hundido a cualquier persona decente, catapult¨® la carrera de Trillo, que as¨ª se llama, y al que ustedes recordar¨¢n tambi¨¦n porque fue el responsable de la toma de un pedrusco, de nombre Perejil, habitado por cuatro cabras y una anciana, hecho que ¨¦l mismo refiri¨® para la posteridad con un lenguaje digno de los viejos tebeos de Haza?as b¨¦licas.

Chema Moya (Efe)

Un caradura, en fin, cuya biograf¨ªa, a poco que se hurgue en Google, aparece trufada de bellaquer¨ªas capaces de sacar los colores al m¨¢s sinverg¨¹enza de nuestra tradici¨®n de p¨ªcaros, tan extensa como profunda. Aqu¨ª lo tienen, coloc¨¢ndose bajo el paraguas antes de que llueva, quiz¨¢ d¨¢ndole vueltas ya a c¨®mo culpar a otros de su negligencia criminal. Debi¨® de hacerlo bien, muy bien, porque el PP lo premi¨® con una Embajada de amor y lujo, la de Londres. El Consejo de Estado, 13 a?os m¨¢s tarde, ha venido a certificar la ignominia que comenz¨® ah¨ª, donde la foto. A ver con qu¨¦ lo premiamos ahora.