El arca de las semillas
En esta monta?a helada, cerca del Polo Norte, se encuentra la clave para la supervivencia de la humanidad: un banco universal de semillas para conservar toda la diversidad gen¨¦tica de las plantas comestibles. El creador del primer almac¨¦n de material gen¨¦tico fue asesinado por Stalin.
La soluci¨®n al problema m¨¢s grave al que pueda enfrentarse la humanidad, la destrucci¨®n masiva de cultivos por una enfermedad o por el cambio clim¨¢tico, se encuentra al final de un t¨²nel de 150 metros que se hunde en la tierra helada de una monta?a del ?rtico, en un archipi¨¦lago noruego cerca del Polo Norte. Se trata de un banco de germoplasma universal, la B¨®veda de Semillas de Svalbard (Svalbard Global Seed Vault), que pretende reunir una copia de seguridad de todas las plantas comestibles del mundo para convertirse en una especie de arca de No¨¦ vegetal. Ya alberga la mayor colecci¨®n de semillas del planeta. Aunque es conocido como el banco de semillas del fin del mundo, su objetivo no est¨¢ dirigido solo a los desastres del futuro, sino tambi¨¦n a los del presente.
La B¨®veda parece un edificio de una pel¨ªcula de James Bond: una enorme estructura de hormig¨®n surge de una monta?a helada, cerca del aeropuerto de Longyearbyen, la ciudad m¨¢s al norte del mundo, capital de las Svalbard, un ?archipi¨¦lago de soberan¨ªa noruega. La puerta de hierro, que permanece cerrada salvo ?durante breves periodos, da paso a un t¨²nel que se adentra en el permafrost, la tierra permanente helada. Al final, en el interior de la monta?a, tres c¨¢maras, mantenidas artificialmente a 18 grados bajo cero, albergan las semillas con la memoria vegetal de la humanidad. En el resto de la instalaci¨®n la temperatura ronda los cinco grados.
En el exterior, desde la entrada se contempla la pista del aeropuerto y, m¨¢s all¨¢, una impresionante vista del fiordo de Longyearbyen, con nubes que se mueven r¨¢pidamente sobre monta?as heladas. Es ya el territorio del oso polar: aunque est¨¢ situada a apenas cinco kil¨®metros del centro de la ciudad, unos minutos en coche, por ley se debe ir armado con un rifle en los alrededores de la B¨®veda ante la posible presencia de esos grandes carn¨ªvoros.
El motivo por el que fue construido en un lugar tan remoto se debe a que se trata de uno de los territorios con menos actividad s¨ªsmica del mundo. Tambi¨¦n influy¨® que, en caso de desastre universal, el fr¨ªo permitir¨ªa conservar las semillas incluso sin electricidad. Se encuentra a solo 1.400 kil¨®metros del Polo Norte y en verano el term¨®metro rara vez sube de los cinco grados. Adem¨¢s, el Gobierno de Oslo generaba la suficiente confianza como para entregarle la custodia de algo tan valioso: las semillas, que pueden ser copiadas, modificadas y patentadas, representan un negocio multimillonario para empresas como Monsanto.
Noruega pag¨® la obra, que cost¨® nueve millones de euros, y se ocupa de la gesti¨®n junto a Crop Trust, una fundaci¨®n internacional apoyada por la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO), y el banco de semillas que comparten los pa¨ªses ?escandinavos, Centro N¨®rdico de Recursos Gen¨¦ticos (Norg?Gen). ¡°Noruega estaba dispuesto a hacerlo, pagaba por ello y adem¨¢s es un pa¨ªs del que todo el mundo se f¨ªa¡±, explica el profesor estadounidense Cary Fowler, de 67 a?os, uno de los impulsores de este proyecto. El hecho de que la ciudad tenga un aeropuerto internacional y un puerto permite llevar las semillas y garantiza la seguridad del material en caso de que los expertos tengan que acudir por problemas en la B¨®veda.
Creo que el planeta se enfrenta a la mayor crisis alimentaria de su historia y gran parte de las respuestas encuentran su soluci¨®n en este banco de semillas¡±, prosigue Fowler. ¡°El cambio clim¨¢tico va a traer todo tipo de problemas. Vamos a lidiar con temperaturas extremas cada vez m¨¢s fuertes. Tambi¨¦n se producir¨¢n migraciones de enfermedades. Veintiuno de los 37 acu¨ªferos m¨¢s importantes del mundo est¨¢n en declive, mientras que la agricultura absorbe el 70% del agua dulce¡±, agrega. La conversaci¨®n tiene lugar en un hotel de Longyearbyen, justo en el mismo sal¨®n en el que Fowler y un reducido grupo de expertos dise?aron el banco de semillas a finales de los a?os noventa.
Desde su construcci¨®n en 2008 ha logrado reunir en torno al 40% de la diversidad alimentaria del mundo: 843.400 semillas de 5.128 especies diferentes que provienen de 233 pa¨ªses. ¡°Necesitamos que ese material est¨¦ disponible porque no sabemos a qu¨¦ nos vamos a enfrentar en el futuro¡±, asegura Marie Haga, directora general de Crop Trust. ¡°Es un seguro para la humanidad si algo va mal y, como cualquier seguro, es mejor no utilizarlo. Las semillas son uno de los recursos m¨¢s importantes del planeta, porque representan el trabajo de granjeros durante 12.000 a?os. Es nuestra historia, pero tambi¨¦n es nuestro futuro¡±.
La B¨®veda se rige por un sistema id¨¦ntico al de las cajas de seguridad de los bancos: solo los due?os de las semillas tienen derecho a reclamarlas y nadie puede acceder al material que se almacena sellado. Sin embargo, algunos Gobiernos todav¨ªa no han dado el paso precisamente por el enorme valor de su patrimonio vegetal. El hecho de que est¨¦n registradas muestras de 233 pa¨ªses no significa que un n¨²mero equivalente de Estados hayan llevado sus semillas, sino que muchos depositarios son bancos de genes que re¨²nen granos de numerosos lugares. Jap¨®n, como pa¨ªs, no ha llevado todav¨ªa sus muestras, pero la Universidad de Okayama deposit¨® las primeras en marzo. Brasil acaba de empezar los env¨ªos, pero India y China no han firmado. Espa?a ha iniciado los tr¨¢mites y figura en los registros.
Aquella ma?ana de principios de marzo se encontraban en el banco para recibir el nuevo cargamento Asmund Asdal, coordinador de operaciones; Roland von Bothmer, asesor del proyecto y experto en diversidad vegetal, y Johun Axelsson, un t¨ªmido sueco que lo sabe todo sobre la conservaci¨®n de las semillas. El material viene en cajas y dentro ha sido deshidratado, para evitar que se pudra, y se guarda al vac¨ªo en bolsas de pl¨¢stico para alargar su conservaci¨®n. Primero lo pasan por rayos X y luego lo almacenan en las c¨¢maras heladas. La temperatura es esencial: unas semillas de hace unos 30.000 a?os, encontradas recientemente congeladas en el permafrost en Siberia, pudieron germinar.
Mientras Asdal se congratula porque el Gobierno espa?ol haya decidido por fin iniciar los tr¨¢mites para sumarse al proyecto, Von Bothmer se interesa por un banco de germoplasma que recopil¨® el profesor espa?ol C¨¦sar G¨®mez Campo. Teme que se haya perdido. Afortunadamente est¨¢ a salvo, conservado en la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Su pasi¨®n va mucho m¨¢s all¨¢ de la ciencia y la importancia de Svalbard no es te¨®rica ni trata de lidiar con pesadillas de ciencia-ficci¨®n. ¡°No lo veo en absoluto como un monumento ni como una memoria de la humanidad. Es algo que puede llegar a ser muy ¨²til¡±, afirma Asdal. Von Bothmer, por su parte, explica: ¡°Hemos perdido muchas semillas. En un pa¨ªs, no puedo decir cu¨¢l, un funcionario corrupto no pag¨® la electricidad y se pudri¨® todo. En Egipto, durante la revoluci¨®n, se salvaron las semillas, pero se perdi¨® la base de datos, as¨ª que no sabemos lo que hay. En Tailandia se pudrieron, en Filipinas se inundaron, en Afganist¨¢n o en Irak ni siquiera sabemos lo que ha desaparecido¡±.
El banco de Svalbard solo ha devuelto semillas una vez, en 2014, a causa de la guerra de Siria. Alepo, la capital econ¨®mica del pa¨ªs arrasada durante el conflicto, albergaba el banco de semillas del Centro de Investigaci¨®n Agr¨ªcola de los Climas ?ridos (ICARDA, en sus siglas en ingl¨¦s). Se trata de un material especialmente importante, porque reun¨ªa las semillas de los pa¨ªses m¨¢s secos de la tierra y la resistencia a la falta de agua va a ser algo esencial para los cultivos del futuro, sobre todo en climas como el mediterr¨¢neo. Sin embargo, todo el banco result¨® destruido. Gracias a que las semillas hab¨ªan sido depositadas en Svalbard, los responsables de ICARDA pudieron reclamarlas. El banco de genes est¨¢ siendo reconstruido en Rabat y Beirut. Una vez que haya sido duplicado, las muestras volver¨¢n a ser enviadas de nuevo al Polo.
Sobre la importancia de que se conserve tanta diversidad gen¨¦tica como sea posible, Marie Haga, que fue l¨ªder ecologista en Noruega y ocup¨® varios ministerios en los a?os ochenta y noventa, asegura: ¡°El cambio clim¨¢tico va tan r¨¢pido que las plantas no llegan a adaptarse. El trigo naci¨® en Oriente Pr¨®ximo y ahora se cultiva en Canad¨¢. Nos preocupamos por las grandes especies, como los elefantes o los tigres, y nos olvidamos de que nuestro futuro se encuentra sobre todo en la biodiversidad vegetal. No quiero decir que esos animales no sean importantes, pero debemos tener claro que la seguridad alimentaria depende de las semillas. Y con el cambio clim¨¢tico, mucho m¨¢s. La agricultura nunca se ha enfrentado a un desaf¨ªo similar: no solo es el clima, sino que dentro de 30 a?os habr¨¢ 2.000 millones de personas m¨¢s para alimentar. Es un desaf¨ªo nuevo y no estoy segura de que los pol¨ªticos sean conscientes¡±.
Los expertos de Crop Trust explican que en Estados Unidos, por ejemplo, desde el siglo XIX se han perdido el 90% de las variedades. En China quedan el 10% de las que se utilizaban en 1950. En M¨¦xico ha desaparecido el 80% de los tipos de ma¨ªz desde 1900. ¡°Mucho material ¨²nico est¨¢ en riesgo. Si lo perdemos, perdemos opciones¡±, prosigue Haga. Antes de dedicarse a la conservaci¨®n, Cary Fowler fue activista contra la guerra de Vietnam y asisti¨® en Memphis, su ciudad natal, al ¨²ltimo discurso de Martin Luther King antes de su asesinato. ¡°Todo eso est¨¢ conectado con mi trabajo actual. Si no tenemos un sistema alimentario que funcione, dudo mucho que tengamos un mundo pac¨ªfico¡±, afirma.
Cuando se inaugur¨®, la B¨®veda provoc¨® algunas cr¨ªticas por parte de cient¨ªficos que consideraban que era una especie de frigor¨ªfico de lujo, de dif¨ªcil acceso en caso de cat¨¢strofe, y que la prioridad deb¨ªa consistir en trabajar con los agricultores sobre el terreno. Pero el escepticismo ha ido atemper¨¢ndose y actualmente la mayor¨ªa de la comunidad cient¨ªfica apoya la idea porque adem¨¢s, una vez realizada la inversi¨®n inicial, el mantenimiento es muy barato: la temperatura est¨¢ monitorizada y solo un empleado local se acerca casi todos los d¨ªas.
La ONU apoy¨® el proyecto ¡°porque facilita el intercambio legal de material entre los pa¨ªses¡±, explica Francisco L¨®pez, experto de la FAO, quien cree, sin embargo, que no puede ser el ¨²nico sistema para garantizar la diversidad gen¨¦tica. ¡°La conservaci¨®n es importante, pero tambi¨¦n el uso sostenible de las semillas, as¨ª como la contribuci¨®n de los agricultores de todo el mundo a este proceso. La FAO trabaja para apoyar a los bancos en la distribuci¨®n de material para la mejora de las variedades existentes y contribuir as¨ª al incremento de la producci¨®n de una forma m¨¢s sostenible¡±.
Nigel Maxted, un experto independiente en diversidad gen¨¦tica de la Universidad de Birmingham, explica: ?¡°Svalbard provee un espacio seguro a largo plazo y adem¨¢s es imposible copiar las semillas porque solo tienen acceso a ellas sus due?os¡±. Preguntado sobre la posibilidad de una enfermedad que provoque un desastre, replica: ¡°Ya ha ocurrido. Por ejemplo, la hambruna de la patata en Irlanda¡±. Entre 1845 y 1852, una plaga arras¨® los cultivos de este tub¨¦rculo en Europa, pero fue especialmente virulenta en Irlanda por la dependencia de ese alimento y por la escasa diversidad gen¨¦tica de los cultivos, que los hizo mucho m¨¢s vulnerables. Un mill¨®n de personas murieron de hambre y otro mill¨®n emigraron a Estados Unidos, con lo que el pa¨ªs perdi¨® un 25% de su poblaci¨®n en unos a?os. Y el doctor Maxted pone otro ejemplo, m¨¢s reciente y menos dram¨¢tico (por ahora): el Ug99.
Se trata de un hongo que afecta al trigo y que comenz¨® a propagarse por ?frica y Oriente Pr¨®ximo despu¨¦s de haber sido detectado en Uganda en 1999 (de ah¨ª su nombre). En torno al 20% de las calor¨ªas que consume la humanidad provienen de este cereal, del que se producen unos 100 kilos por habitante en el planeta. La expansi¨®n a todos los continentes del Ug99, que arruina cosechas, podr¨ªa provocar una especie de hambruna de la patata universal. Un equipo de la Facultad de Agricultura de la Universidad de S¨ªdney identific¨® un gen resistente al Ug99, el Sr33. Se encontraba en una planta de la familia del trigo que se cultivaba durante la edad del bronce en Oriente Pr¨®ximo. Un equipo conjunto de dos universidades estadounidenses, Kansas State y California-Davis, encontr¨® otro gen tambi¨¦n clave para detener la enfermedad, el Sr35: una variedad de trigo turca.
Ninguna historia sirve para ilustrar la importancia de los bancos de genes como la del pionero de la conservaci¨®n, el ruso Nikol¨¢i Vav¨ªlov (1887-1943). Director de la Academia Lenin de Ciencias Agr¨ªcolas, fue el primer cient¨ªfico que de manera sistem¨¢tica recopil¨® una colecci¨®n de semillas, para la que organiz¨® expediciones en todo el mundo. Sin embargo, sus repetidos enfrentamientos con Trofim Lysenko, un investigador que negaba la gen¨¦tica por considerarla una ciencia burguesa y que contaba con el apoyo de Stalin, acabaron por provocar su deportaci¨®n y su muerte en prisi¨®n en 1943. En los tiempos de la colectivizaci¨®n forzosa, un cataclismo que provoc¨® una hambruna con millones de v¨ªctimas, los debates agr¨ªcolas eran una cuesti¨®n de vida y muerte.
Durante la invasi¨®n alemana de la URSS, los nazis trataron de hacerse con su colecci¨®n, aunque solo consiguieron r¨¦plicas parciales conservadas en Ucrania y Crimea. Sin embargo, la colecci¨®n ¨ªntegra, con 250.000 muestras, se encontraba en Leningrado (San Petersburgo), que sufri¨® un espeluznante asedio de 28 meses por parte del Ej¨¦rcito de Hitler. Los habitantes de la ciudad se comieron absolutamente todo y se calcula que unas 620.000 personas murieron de hambre. Se denunciaron casos de canibalismo y, por ejemplo, los perros que utiliz¨® Pavlov para sus experimentos fueron devorados, al igual que las ratas o las palomas. Sin embargo, los responsables del cuidado del banco de semillas de Vav¨ªlov no lo tocaron, aunque varios murieron de inanici¨®n.
Cuanto m¨¢s sabemos sobre ellas, m¨¢s ¨²tiles son. No tenemos permiso para tocarlas, pero est¨¢n duplicadas en otros bancos de genes, y ah¨ª s¨ª podr¨ªamos recurrir a ellas¡±, asegura Von Bothmer. ¡°Se trata de una riqueza econ¨®mica y cultural que no podemos perder. En los pr¨®ximos a?os nos vamos a enfrentar a unas condiciones agroclim¨¢ticas que nos podr¨ªan obligar a utilizar o conseguir plantas adaptadas a esa nueva situaci¨®n¡±, afirma por su parte el espa?ol Manuel La¨ªnez, director del Instituto Nacional de Investigaciones y Experiencias Agron¨®micas y Forestales (INIA), el organismo dependiente del Ministerio de Econom¨ªa responsable del principal banco de semillas espa?ol, el Centro de Recursos Fitogen¨¦ticos en Alcal¨¢ de Henares.
En Espa?a existen 37 bancos de semillas que dependen de diferentes instituciones ¡ªuniversidades, Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, comunidades¡¡ª que, a su vez, tienen un duplicado en Alcal¨¢, aunque la gesti¨®n es muy diferente de la Svalbard, ya que las muestras est¨¢n a disposici¨®n de todo el mundo. ¡°Es un material p¨²blico, que puede ser solicitado por agricultores o asociaciones. En Espa?a existen bastantes ejemplos de productores que tratan de recuperar especies, por ejemplo de legumbres, que hab¨ªan dejado de cultivarse¡±, se?ala La¨ªnez. Como sus colegas de Svalbard, considera que la llave para el futuro de la agricultura mundial puede encontrarse en su pasado.
Recorrer las cajas almacenadas en las g¨¦lidas c¨¢maras de Svalbard muestra la inmensa variedad de cultivos que la humanidad ha creado desde la revoluci¨®n neol¨ªtica, el acontecimiento m¨¢s importante de la historia: la domesticaci¨®n de las plantas y los animales, hace unos 12.000 o 10.000 a?os en Oriente Pr¨®ximo, China y Am¨¦rica. El neol¨ªtico dio lugar a las ciudades, a las culturas organizadas, al reparto del poder, a las naciones¡ Al trigo, el arroz y el ma¨ªz les siguieron cada m¨¢s especies y variedades. Las cajas, de diferentes formas aunque similares tama?os, muestran cultivos de M¨¦xico, Canad¨¢, EE UU, Etiop¨ªa, Dinamarca o incluso del pa¨ªs m¨¢s herm¨¦tico de la tierra, Corea del Norte.
De cada uno de los cultivos b¨¢sicos que nos alimentan ¨Ccereales como el trigo, el ma¨ªz, el arroz, la cebada o el mijo¨C existen cientos o miles de variedades, pero tambi¨¦n de patatas o chiles ¨Cuna delegaci¨®n del Congreso de Estados Unidos viaj¨® hasta Svalbard para entregar las semillas y mostrar su apoyo al proyecto¨C, de lechuga, de ¨¢rboles frutales o de legumbres. Existen productos, como el coco, que todav¨ªa no se pueden almacenar porque se pudren, aunque Crop Trust est¨¢ trabajando en su crionizaci¨®n. La lista entera de especies representa un recorrido por la inmensa diversidad de la alimentaci¨®n humana.
Aunque en cierta medida todas las especies comestibles son fruto de modificaciones humanas de plantas que en un pasado remoto fueron silvestres, en Svalbard no se guardan semillas creadas de forma artificial, como las que patentan y venden las grandes compa?¨ªas. ¡°La agricultura no es natural, todas nuestras plantas son inventos de la ingenier¨ªa gen¨¦tica¡±, explica Cary Fowler. ¡°No me interesa el debate sobre las nuevas tecnolog¨ªas. No me preocupa si utilizamos semillas artificiales o naturales, la necesidad de conservar la diversidad es independiente de esa pol¨¦mica. Un proyecto como este est¨¢ pensado para un espacio temporal mucho m¨¢s amplio, en cientos o miles de a?os¡±.
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