Con el 'mindfulness' he conseguido meditar sin parecer un jipi
Yo, como tantos, ando muy mal de la olla: fusilado por las notificaciones de las redes sociales, emails y 'whatsapps'. As¨ª me convert¨ª en un maestro zen (m¨¢s o menos)
Yo ando muy mal de la olla, y qui¨¦n no, si vivimos fusilados por las notificaciones de las redes sociales, los emails y los 'whatsapps', y luego resulta que cuesta mucho llegar a fin de mes, y los malos van ganando, y se calienta el globo, y condenan a prisi¨®n por tuitear, y viene una ola de fr¨ªo que nos congela desde los dedos de los pies hasta el propio entendimiento. Y al final, pase lo que pase, todos vamos a morir. As¨ª que la ansiedad y la depresi¨®n, en las llamadas sociedades desarrolladas, campan a sus anchas: en el Estado del Bienestar se est¨¢ regulero, tirando a mal.
?Qu¨¦ hacer? Buena parte de la poblaci¨®n se pone ciega a benzodiacepinas y todo tipo de ansiol¨ªticos y antidepresivos, y hace muy bien: ?A qui¨¦n no le ha apaciguado una pastilla m¨¢gica ese puercoesp¨ªn que gira en el est¨®mago? Pero hay que hacer m¨¢s cosas, que no todo va a ser echarse la psicofarmacolog¨ªa al gaznate.
No contiene elementos religiosos, esot¨¦ricos o sobrenaturales
Entre esos otros quehaceres contra el agobio vital est¨¢ el deporte, los viajes, las peleas de bar y una creciente oferta de m¨¦todos y terapias para apaciguar el esp¨ªritu. Yo, cansado del cotidiano pildorazo, y habiendo sido en mi infancia fiel seguidor de David Carradine en la serie Kung Fu, eleg¨ª la meditaci¨®n, que ahora, en Occidente, despojada de olor a incienso y trapos naranjas, se ha dado en llamar mindfulness, un nombre que, en efecto, da grimilla. De hecho, ya de chaval me hab¨ªa acercado a estos asuntos a trav¨¦s de los textos contraculturales de Alan Watts, el maestro Suzuki o incluso Luis Racionero, en su ¨¦poca de jipi de camisa oriental. Pero no lo hab¨ªa puesto en pr¨¢ctica: al principio de la veintena sab¨ªa encontrar soluciones m¨¢s juveniles para mis rampantes angustias.
Lo bueno de esta meditaci¨®n secularizada (y aqu¨ª ya me pongo en plan Richard Gere o David Lynch, cuando no paraban hacer proselitismo de todo esto) es que no contiene elementos religiosos, esot¨¦ricos o sobrenaturales, con lo cual es apta para las mentes m¨¢s cient¨ªficas, esc¨¦pticas y racionalistas. Ni siquiera es una de esas terapias de corte psicoanal¨ªtico que implican chapotear en los lodos de la infancia o de nuestras relaciones con los dem¨¢s: hay quien piensa que esto es algo as¨ª como estilizar, literaturizar la propia vida y hacernos protagonistas de nuestra propia y dram¨¢tica novela vital, he ah¨ª gran parte de su atractivo. A otros les va muy bien.
Nunca estamos en lo que estamos. Es posible que el aqu¨ª y el ahora desaparezcan en los pr¨®ximos a?os, el espaciotiempo se desteja, y el Universo se derrumbe como un diente de le¨®n cuando le soplas
La meditaci¨®n, en cambio, consiste simplemente en estar aqu¨ª y ahora, no vaciando la mente (cosa imposible) sino dejando a los pensamientos y emociones ir y venir, como mir¨¢ndolos desde lejos, como si no fueran con nosotros. Esa es la existencia en estado puro, la del pez desmemoriado que boquea en la pecera: vivir en el ahora mismo. La cosa tambi¨¦n tiene su inter¨¦s, y es normal que ahora tenga ¨¦xito, porque cada vez vivimos m¨¢s en otro tiempo y en otra parte, ensartados de miles de est¨ªmulos que nos impiden concentrarnos. Dijo no s¨¦ qui¨¦n que el mayor problema del ser humano es que no sabe estar sentado en una silla, quieto y en silencio, as¨ª que no le queda m¨¢s remedio que hacer la guerra y cosas as¨ª. Sobre todo ahora que hay smartphones, a?ado yo: nunca estamos en lo que estamos. Es posible que el aqu¨ª y el ahora desaparezcan en los pr¨®ximos a?os, el espaciotiempo se desteje, y el Universo se derrumbe como un diente de le¨®n cuando le soplas.
Formas de meditar hay muchas, pero la m¨¢s difundida es esa que consiste en concentrarse en nuestra propia respiraci¨®n, inspiraci¨®n, exhalaci¨®n, s¨ªstole, di¨¢stole. Yo me he iniciado, parad¨®jicamente, con una aplicaci¨®n inform¨¢tica llamada Headspace: utilizo la misma tecnolog¨ªa que me hace la mente picadillo, el iPad, para apaciguar mi mente, toma ya. Supe de Headspace cuando vi una charla TED de su fundador, Andy Puddicombe, un simp¨¢tico brit¨¢nico que adem¨¢s de meditar estudi¨® circo, est¨¢ bastante musculado y sabe hacer malabares. Su historia tiene su aquel: de chaval la vida le iba muy mal, entre alcohol, muertes y tragedias, as¨ª que se fue al Himalaya a hacerse maestro en meditaci¨®n budista. All¨ª estuvo diez a?os, respira que te respira, y volvi¨® como nuevo, dispuesto a ense?ar la meditaci¨®n a la gente, y a los famosos occidentales (como Gwyneth Paltrow o Emma Watson, que son sus clientes). Solo o¨ªr su melodiosa voz saliendo del iPad ya me tranquiliza.
Tuve la oportunidad de entrevistar a mi gur¨² Puddicombe para este mismo peri¨®dico y le cont¨¦ que lo que m¨¢s me fascinaba de la meditaci¨®n es c¨®mo, cuando uno trata de poner la mente en una cosa como la respiraci¨®n, se hace evidente ese car¨¢cter burbujeante del pensamiento. A m¨ª la mente me recuerda a cuando estoy preparando lentejas al chup chup: uno est¨¢ tan tranquilo y de pronto le brota el recuerdo de un compa?ero del colegio en el que no pensaba hace 15 a?os. O recuerda cuando a los cuatro a?os peg¨® un moco en el ascensor de casa. O le asalta un fotograma de Pulp Fiction. O unas palabras de J.F. Kennedy, o un asunto de trabajo, o una escena porno. El cachopo que te comiste el otro d¨ªa. Cuando uno medita observa todas esas lentejas moverse en ebullici¨®n y presentarse ante uno, que esta mirando su propia mente, y volver a desaparecer en ese potaje que deben llamar subconsciente. Pero nadie, me dijo Puddicombe, sabe por qu¨¦ la mente no puede parar nunca de trabajar (por otro lado tampoco el coraz¨®n o los pulmones lo hacen), nadie sabe por qu¨¦ no podemos desconectar el tarro un ratito y dejar de preocuparnos por lo que nos rodea. Solo podemos ver la pel¨ªcula pasar y, en su caso, concentrarnos en una actividad que, al menos, focalice todo ese caos que llevamos dentro del cr¨¢neo de un lado para otro. El Tetris, el punto de cruz, rezar el rosario. Meditar.
Total, que as¨ª, con mucha pr¨¢ctica y tes¨®n se convierte uno en un maestro zen y alcanza el espacio mental y la serenidad para manejarse por la vida como debe de ser, sin agobios ni malos rollos innecesarios. Yo estoy en ello. Todav¨ªa no me he rapado la cabeza. Y ahora, por favor, no me distraigan m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.