Por qu¨¦ pensamos que Marilyn Monroe era menos inteligente que Einstein
Contemplamos la realidad bajo ciertos estereotipos, aunque no seamos conscientes de ellos
Cuando Marilyn Monroe tuvo la oportunidad de conocer a Albert Einstein, le hizo la siguiente pregunta: ¡°?Qu¨¦ dice, profesor, deber¨ªamos casarnos y tener un hijo juntos? ?Se imagina un bebe con mi belleza y su inteligencia?¡±. Einstein esboz¨® una sonrisa y le contest¨®, muy seriamente: ¡°Desafortunadamente, me temo que el experimento salga a la inversa y terminemos con un hijo con mi belleza y con su inteligencia¡±.
Esta an¨¦cdota, puede que ap¨®crifa, ocurri¨® en 1949 y resulta simp¨¢tica, no tanto por la ocurrencia de Einstein, sino por su propio error. Marilyn Monroe ten¨ªa un cociente intelectual de 165, cinco puntos por encima al de Einstein, pero nadie a priori podr¨ªa suponerlo. ?Por qu¨¦? Por un simple motivo: los estereotipos. Einstein era un genio en f¨ªsica, en algo que a la mayor parte de los mortales se nos hace muy complicado de entender. Marilyn, sin embargo, era actriz, rubia, con unas curvas que la hicieron famosa en el mundo entero y con un trabajo, el cual no parece que fuera tan complicado como el del f¨ªsico. Creemos que en determinadas profesiones la inteligencia no resulta tan necesaria para triunfar y nos fijamos en otras cosas. Y todo ello sucede porque contemplamos la realidad bajo ciertos estereotipos, aunque no seamos conscientes de ellos.
Los estereotipos son creencias colectivas que etiquetan la realidad. Nacen de nuestra mente programada para la supervivencia, que no para la felicidad. Una de las claves para sobrevivir es la velocidad a la hora de procesar la informaci¨®n. Por ejemplo, si vemos un le¨®n por la calle, la mente no se pone a analizar el origen del le¨®n, si viene de ?frica o de un zoo, sino que directamente nuestros circuitos mentales nos van a gritar: ?Sal corriendo! Para llegar a esa orden, hemos tenido que etiquetar la realidad: ¡°Le¨®n por la calle, peligro¡±. Y dichas etiquetas inconscientes las aplicamos a todo y pensamos que las rubias son tontas o que todos los mexicanos son violadores como alguno ahora va diciendo en Estados Unidos. De este modo se crean los estereotipos, que tanto da?o hacen a las personas.
Las discriminaciones nacen de estereotipos injustos. Etiquetamos a las personas de un determinado pa¨ªs o pensamos que lo m¨¢s importante que han de hacer las actrices est¨¢ en su f¨ªsico, que no en su inteligencia o en su trabajo. Por ello, no es de extra?ar que d¨¦cadas despu¨¦s de la an¨¦cdota de Marilyn y Einstein las actrices se hayan puesto en pie de guerra y se rebelen contra los estereotipos que siguen acos¨¢ndoles. Hagan peinetas si se les pregunta sobre qu¨¦ ropa o qu¨¦ joyas llevan en una entrega de premios o decidan no maquillarse. Al fin y al cabo, los estereotipos se fortalecen con el comportamiento colectivo, pero tambi¨¦n se pueden desmontar.
Los estereotipos son creencias colectivas que etiquetan la realidad. Nacen de nuestra mente, programada para la supervivencia, que no para la felicidad.
Todos sufrimos un determinado estereotipo. En algunos casos, porque se es mujer y no se piensa que sea inteligente; o porque se es hombre y se tiene que actuar de una determinada manera¡ Etiquetas y etiquetas que a quien lo sufre, no le hace la menor gracia. Pues bien, si quieres salir de un estereotipo, cuesti¨®nalo. No lo aceptes a priori. Porque cuando se cuestiona se avanza. Es posible que quien te rodea no lo entienda, pero no importa. Si crees que algo no es justo, dilo. Por eso, aplaudo las iniciativas de las famosas que se resisten a los estereotipos de analizar solo su trabajo por su ropa, que no por su inteligencia. O aquellos que se rebelan contra etiquetas por su lugar de origen. Y todo ello porque es injusto, porque se pierde talento, porque es miope y porque se comete errores, como el que le ocurri¨® al mismo Einstein.
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