El d¨ªa que mataron a Solo Sandeng
El asesinato de un l¨ªder opositor y el encarcelamiento de decenas de ellos labraron el cambio en Gambia
Deb¨ªan ser las doce de la noche cuando empezaron a golpearle en la espalda con un palo y un cintur¨®n de polic¨ªa, de esos de hebilla gruesa. Lamine Sonko estaba encadenado con grilletes a una pared de la Agencia de Informaci¨®n gambiana, la temible NIA. Tras 10 o 15 minutos de golpiza, le echaron agua y vuelta a empezar. ¡°No me resist¨ª, ?qu¨¦ iba a hacer? Les dije que ok, que me pod¨ªan pegar todo lo que quisieran, que ellos ya sab¨ªan qui¨¦n era yo¡±. Aquello dur¨® un par de horas. En un lugar alejado, apartado de la vista del resto, Solo Sandeng, uno de los dirigentes del principal partido de oposici¨®n en Gambia, agonizaba a consecuencia de golpes parecidos o peores. Su cad¨¢ver nunca apareci¨®. ¡°No lo vi, no pregunt¨¦, no nos dijeron. Pero sab¨ªamos¡±, explica Sonko.
La muerte de Sandeng el 14 de abril de 2016 fue el detonador que activ¨® el resorte del cambio en el pa¨ªs. La resistencia y el combate de presos como Sonko, Fatoumata Diawara, Nokoi Nji¨¦ o Ouseinou Darboe, hoy ministro de Exteriores del nuevo r¨¦gimen, fueron las ra¨ªces de la planta que crec¨ªa en el exterior de las prisiones de Yahya Jammeh. Aquella noche de preguntas, miedo y cuerpos sudorosos golpeados hasta la extenuaci¨®n empez¨® todo. 24 detenidos, interrogatorios, cabezas tapadas, culatazos y m¨¢s golpes camino de prisi¨®n. Tras ocho meses de encierro en una celda min¨²scula, de comida escasa, de suciedad, olor a orines y muerte en vida, un buen d¨ªa de diciembre el empresario Lamine Sonko, Darboe y el resto de sus compa?eros salieron a la calle liberados por los empujones del parto de una nueva Gambia que estaba naciendo.
El Partido Democr¨¢tico Unido (UDP, seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s) hab¨ªa convocado una marcha en Banjul para aquel 14 de abril. Lamine Sonko, de 57 a?os, coordinador de este grupo pol¨ªtico para el distrito capitalino de Kanifing, hab¨ªa sido avisado por Solo Sandeng en persona. ¡°La idea era pedir reformas electorales que hicieran posible la salida de Yahya Jammeh del poder despu¨¦s de 22 a?os¡±, recuerda. La marcha parti¨® de Serrekunda con medio centenar de personas armadas tan solo con un meg¨¢fono y pancartas. En el reino del miedo de la Gambia de Yahya Jammeh hab¨ªa que tener mucho coraje para salir a manifestarse. Al llegar a Westfield la Polic¨ªa les estaba esperando.
¡°Se acercaron a nosotros y nos preguntaron por el organizador de todo aquello. Solo Sandeng dio un paso al frente y dijo que hab¨ªa sido ¨¦l. Cuando intentaron llev¨¢rselo detenido nos opusimos y los agentes se retiraron, hicieron una llamada telef¨®nica y volvieron como animales enfurecidos. Empezaron a golpear a todo el mundo, muchos salieron corriendo y pudieron escapar, pero a 24 de nosotros nos esposaron y nos subieron a varias camionetas¡±. El relato de Sonko fluye con facilidad, est¨¢ todo en su memoria. Sentado en un sill¨®n de su casa de la capital gambiana, vestido con bubu blanco, a veces sin embargo cierra los ojos para rebuscar un nombre, una imagen, una fecha.
La primera parada fue en el cuartel general de la polic¨ªa en Kanifing, donde permanecieron detenidos hasta la noche. Justo a esa hora en que los criminales y los asesinos preparan sus fechor¨ªas, cinco de los 24 manifestantes fueron llevados hasta el cuartel general de la NIA. Entre ellos estaba Solo Sandeng, quien no ver¨ªa un nuevo amanecer. El resto fue trasladado hasta la prisi¨®n de Mile 2. ¡°Nos quitaron todo, m¨®viles, reloj, dinero. Sobre las doce de la noche nos llevaron tambi¨¦n a la NIA donde empezaron a torturarnos¡±, relata Sonko. A esa hora, el rastro de Solo Sandeng se pierde en la bruma. Podr¨ªa haber sido conducido a Tanjeh, donde le golpearon con sa?a. Lo ¨²nico seguro es que muri¨® a consecuencia de la brutal paliza y que su cad¨¢ver nunca apareci¨®. Los otros 23 regresaban esa misma noche a las l¨²gubres celdas de Mile 2.
Afuera, por primera vez en mucho tiempo, un runr¨²n de indignaci¨®n recorr¨ªa Banjul. Las primeras informaciones no oficiales sobre lo acontecido con Solo Sandeng despertaron a los gambianos. A los dos d¨ªas, una nueva manifestaci¨®n formada en esta ocasi¨®n por 150 personas se dirig¨ªa hacia la comisar¨ªa de polic¨ªa con la intenci¨®n de averiguar qu¨¦ hab¨ªa pasado con ¨¦l y con el resto de compa?eros. El r¨¦gimen volvi¨® a responder con m¨¢s represi¨®n y nuevas detenciones, entre ellas la del l¨ªder del UDP, Ousainou Darboe, que fue enviado a prisi¨®n.
Lamine Sonko: "Jammeh sol¨ªa referirse a la c¨¢rcel como su hotel de cinco estrellas. Me hubiera encantado que disfrutara de su propia hospitalidad¡±
En Mile 2, Lamine Sonko conoc¨ªa por primera vez las condiciones de vida en las c¨¢rceles de Yahya Jammeh. ¡°Me arrojaron a una peque?a celda de 2 metros por 1,50 con una ¨²nica y diminuta ventana que daba al patio. All¨ª pas¨¦ 20 d¨ªas, incomunicado del resto de mis compa?eros, 24 horas sobre 24. Me dejaban salir s¨®lo 10 minutos para ir al ba?o. Lo peor de todo era la comida, una especie de papilla de cereales y un trozo de pan duro. En los ocho meses que estuve en la c¨¢rcel apenas vi carne o pescado y era muy escaso y mal¨ªsimo todo¡±, recuerda.
Pasados los primeros d¨ªas y tras el juicio que les conden¨® a todos a tres a?os por reuni¨®n ilegal y manifestaci¨®n no autorizada las condiciones se relajaron un poco. ¡°Ten¨ªamos tres horas de patio por la ma?ana, s¨ª, y no nos torturaron f¨ªsicamente m¨¢s, pero segu¨ªamos sin contacto con el exterior ni acceso a medicamentos. Si enfermabas te daban paracetamol y ya est¨¢. Vi a gente que se volvi¨® loca ah¨ª dentro¡±. Mientras tanto, la memoria reivindicada de Solo Sandeng y el encierro de los militantes de la UDP y activistas de Derechos Humanos como expresi¨®n de la crueldad de un r¨¦gimen cada vez m¨¢s aislado y de espaldas a sus ciudadanos iba cuajando en algo impensable un a?o antes. Las elecciones del 1 de diciembre ser¨ªan el term¨®metro definitivo de la p¨¦rdida del miedo de los gambianos.
Ocho meses, con sus d¨ªas y sus noches, pasaron hasta que Lamine Sonko y sus compa?eros recuperaron la libertad perdida. ¡°Los soldados escuchaban la radio y comentaban entre ellos, los o¨ªamos. Entonces nos dijeron que Jammeh hab¨ªa perdido los comicios¡±. A partir de ah¨ª, todo se precipit¨®. El calendario marcaba la fecha del 5 de diciembre. Tal era la dimensi¨®n de la injusticia que rezumaba de los muros de aquella c¨¢rcel que antes incluso de que tomara posesi¨®n Adama Barrow, el presidente electo del pa¨ªs, la Justicia se apresuraba a liberar a 19 presos pol¨ªticos, entre ellos Darboe y el propio Sonko.
En los ¨²ltimos d¨ªas, Adama Barrow ha escogido ya a su gabinete, entre los que hay varios presos pol¨ªticos. Destaca la presencia del citado Darboe como ministro de Exteriores, pero tambi¨¦n est¨¢n Amadou Sanneh, condenado a cinco a?os por sedici¨®n, liberado hace una semana y ahora nombrado titular de Finanzas y Omar Jallow (Agricultura), as¨ª como la activista por los derechos de las mujeres Isatou Touray que se har¨¢ cargo de la cartera de Comercio y quien tambi¨¦n sufri¨® persecuci¨®n y c¨¢rcel durante el antiguo r¨¦gimen.
¡°Siempre tuve la esperanza de que en este pa¨ªs habr¨ªa alg¨²n d¨ªa un cambio. Han sido muchos a?os de sufrimiento. Todos nos conocemos aqu¨ª y sab¨ªan qui¨¦n era yo, me quitaron el cami¨®n de transporte con el que me ganaba la vida y tuve que trabajar de taxista para mantener a mis seis hijos. Sab¨ªa lo que la gente estaba pasando y percib¨ª que algo iba a ocurrir. No eleg¨ª ser v¨ªctima, pero me toc¨®¡±, explica Sonko, a quien le queda una pena en el alma. ¡°Esperaba que detuvieran a Jammeh y lo juzgaran aqu¨ª, en Gambia. ?l sol¨ªa referirse a Mile 2 como su hotel de cinco estrellas. Me hubiera encantado que disfrutara de su propia hospitalidad¡±. El d¨ªa que mataron a Solo Sandeng fue el d¨ªa que todo cambi¨®.
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