Chup¨¢rtela (o no) como si no hubiera un ma?ana
Felaciones, el maravilloso mundo del placer oral
Ruego encarecidamente que cuando me reencarne lo haga en hombre. Tengo la gran esperanza de que me la chupen con la misma intenci¨®n, devoci¨®n y entrega que pongo yo cuando estoy metida en faena. ?Slurp!
Partamos de la base de que soy muy forofa del sexo oral. Del propio y del ajeno. Lo concibo como parte de mis relaciones sexuales y reconozco que me reporta grandes satisfacciones. D¨¢ndolo y recibi¨¦ndolo. Despu¨¦s de abordar el tema del sexo oral para nosotras, ten¨ªa que exprimir hasta d¨®nde llegar con eso que tienen, se?ores, entre las piernas.
Y que sea hasta el final, tiene su aquel... No finjan.
Nos gustan las felaciones. Quiero creer que las propias y las ajenas. Seg¨²n datos del portal Pornhub en cuanto a b¨²squedas se refiere, nosotras gustamos del visionado de las grandes vergas. Negras, por cierto. Y estas, como todo el mundo sabe, se lucen divinas en pornograf¨ªa con mamadas incluidas. Creo que en este aspecto, el color de la piel es absolutamente irrelevante. Corroboro que las felaciones forman parte de mis propias preferencias pornogr¨¢ficas. S¨ª, claro que veo porno. Y lo veo para hacer exactamente lo mismo que hacen ustedes.
Las razones que se esgrimen para no incluir las felaciones en los asaltos de cama incluyen el asco. Imagino que el mismo asco que podr¨ªa argumentarse para no besar a alguien. El pene tiene un olor y una impronta particular, lo primero se solventa cubri¨¦ndolo a gusto de quien la chupa (nata, miel, lubricantes y preservativos de sabores); lo segundo, no intentando emular a Linda Lovelace, quien en Garganta profunda (Jerry Gerard,1972) ten¨ªa el cl¨ªtoris en la campanilla. Ejem...
La pel¨ªcula se convirti¨® en un hito del cine pornogr¨¢fico. Censurada y perseguida por la administraci¨®n de Nixon, fue defendida por medio Hollywood que la encumbr¨® como referente de la libertad de expresi¨®n. De ser visionada en locales clandestinos, pas¨® a exhibirse en todo tipo de cines. Hab¨ªa costado 25.000 d¨®lares y se estima que recaud¨® 600 millones. C¨®mo ser¨¢ de m¨ªtica, que su t¨ªtulo ha dado lugar a todo un repertorio de escenas porno y que hasta las versiones m¨¢s dulcificadas colgadas en YouTube llevan m¨¢s de cinco millones de visualizaciones. Con Linda Lovelace, la mamada pas¨® a tener nombre propio: Garganta Profunda.
A chuparla tambi¨¦n se aprende. Hay escuelas donde ense?an a hacerlo dispersas por todo el planeta. Ana Lombard¨ªa es una de estas maestras. En sus talleres de felaciones, Ana ofrece todo un repertorio de trucos para mejorar la pr¨¢ctica, incluyendo la soluci¨®n a las vergas excesivamente grandes. ?Cu¨¢ntas veces alguna amante les dijo que le daban arcadas? Consu¨¦lense; hay trucos: "Si no te cabe entera en la boca, usa las manos para estimular la base del tronco del pene. Con una mano le estimulas la "parte de abajo" del pene y con la boca la parte superior. Si usas lubricante no se notar¨¢ mucho la diferencia entre mano y boca, pues toda la zona estar¨¢ resbaladiza y ser¨¢ muy placentero". Como con todo, si entrenas, se perfecciona la t¨¦cnica. Lombard¨ªa nos abre los ojos. Y nos deja con la boca abierta para lo que sea menester: "Cuando est¨¢s entre sus piernas, el ¨¢ngulo de su erecci¨®n lleva una direcci¨®n, pero la de tu laringe lleva justo la contraria. Puedes ganar un par de cent¨ªmetros de profundidad si inclinas la cabeza sobre su tripa, como si fueses a apoyar tu frente en su vientre. De este modo "corriges" la direcci¨®n de tu laringe adapt¨¢ndola a la de su erecci¨®n. La postura del 69 ofrece una posici¨®n similar".?
No conozco a un solo t¨ªo que no le guste que se la chupen. Y conozco muchos. Mujeres a las que les cuesta, algunas, pero normalmente la mayor¨ªa con las que he hablado del tema reconocen que los que les cuesta es trag¨¢rselo (no hay obligaci¨®n, ?lo sab¨ªan?) pero la mayor¨ªa admite sentirse poderosa llevando las riendas del sexo oral. Yo soy una de ellas. Me gusta chuparla mientras miro la cara de mi amante, me encanta escuchar sus recomendaciones para aprender a hacerlo a¨²n mejor, me divierto agarr¨¢ndole los test¨ªculos, acarici¨¢ndole su agujero. Chupando su tronco de arriba abajo hasta rubricar meti¨¦ndomela en la boca, corroboro que, si me cabe el pu?o entero (lo juro), su polla no va a ser menos.
No es cuesti¨®n de generosidad, no se confundan. Mucho menos de obligaci¨®n o sumisi¨®n. Es creerme la reina del mambo despu¨¦s de saber que alguno lleva la fotograf¨ªa de mi boca en su m¨®vil porque considera que la chupo divinamente. Ese simple detalle me pone MUY cachonda.
Por eso soy de las que la chupan (o no) como si no hubiera un ma?ana. Y cuando lo hago, nunca es gratuito... Seguro que me dieron motivo para que metiera la cabeza entre sus piernas.
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