El freno de las mujeres a una guerra sin fin
Las colombianas fueron v¨ªctimas de la guerra, y han sido una parte crucial del proceso de paz posterior. 'Mujeres al frente', libro y documental, les pone voz y rostro
Las violaron, las mutilaron, las despojaron de sus tierras, las arrinconaron, las desplazaron, las expulsaron, las hicieron desaparecer, emigrar, ocultarse. Las convirtieron en viudas, en madres sin hijos, en hermanas sin hermanos, en tumbas, en ira, en abuelas vac¨ªas, en nada. Colombia ha sufrido durante d¨¦cadas una violencia ininterrumpida, brutal y expandida hasta el ¨²ltimo rinc¨®n. En medio del terror que crec¨ªa sin pausa, las mujeres fueron v¨ªctimas desproporcionadas.
Desde el Bogotazo que dio paso a La Violencia, aquel periodo de acertado nombre entre 1948 y 1958 ¡ªaunque ning¨²n historiador se pone de acuerdo en acotar aquellos a?os¡ª, con casi dos millones de desplazados y alrededor de 300.000 muertos. Despu¨¦s, el conflicto armado para estrenar la d¨¦cada de los 60, y ya no par¨®: primero fue el Gobierno, luego la guerrilla, se sumaron los paramilitares, aparecieron los narcos y brot¨® la criminalidad.
Como parte de aquel horror, tambi¨¦n quisieron participar en su final. Y lo hicieron. El papel de las mujeres durante ese proceso, y despu¨¦s para alcanzar el Acuerdo de Paz (firmado el 12 de noviembre de 2016, aunque no definitivo), apenas ha sido reconocido por la opini¨®n p¨²blica m¨¢s all¨¢ de los sectores con cierto inter¨¦s por el papel femenino en la historia de Colombia. El texto firmado a finales del pasado a?o entre el presidente, Juan Manuel Santos, y el l¨ªder de las FARC, Rodrigo Londo?o (conocido como Timochenko), incluye disposiciones de g¨¦nero importantes, tanto por la profundidad de las mismas, como por la garant¨ªa que supone para que ellas sigan participando de todo lo que est¨¢ por venir.
La periodista y escritora Lula G¨®mez (Madrid, 1970) se encontr¨® en 2015 con dos mujeres que cambiaron su futuro m¨¢s inmediato, Luz Marina Bernal y Patricia Guerrero, y decidi¨®, despu¨¦s de un sinf¨ªn de "noes" de medios de comunicaci¨®n y editoriales, publicar un libro y grabar un documental que pusiera voz y rostro a esas mujeres que ponen voz y rostro a millones de colombianas, Mujeres al frente. Mujeres que expertos internacionales en la resoluci¨®n de conflictos han calificado como innovadoras y mod¨¦licas.
Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, y Zainab Hawa Bangura, representante especial del secretario general sobre la violencia sexual en los conflictos, hablaron en aquel momento sobre el trabajo sin precedentes de la Mesa de Conversaciones de Paz y su subcomisi¨®n de g¨¦nero: "Las mujeres son una fuerza din¨¢mica para la paz y la reconciliaci¨®n, y esto debe reforzarse en el acuerdo final y, de forma fundamental, durante la fase de implementaci¨®n. Puede que ¨¦ste sea el mejor ejemplo de una participaci¨®n significativa y consistente de las mujeres en un proceso de paz".
Patricia Guerrero, ex jueza y fundadora de la Ciudad de las Mujeres; Nelly Velandia, campesina que representa a seis millones de mujeres; Mayerlis Angarita, superviviente del conflicto y fundadora de Narrar para Vivir; Luz Marina Bernal, l¨ªder de las Madres de Soacha y nominada al Premio Nobel de la Paz; Beatriz Montoya, fundadora de AMOR y resistente ante la guerra; Vera Grabe, ex dirigente del M19 y directora del Observatorio por la Paz; y Luz Marina Becerra, l¨ªder afrocolombiana y activista de los DD HH. Ellas son la condensaci¨®n de Lula G¨®mez en Mujeres al frente, de la pelea constante, ahora m¨¢s visible y posible.
¡°Colombia es un pa¨ªs al que viajo mucho. En uno de esos viajes, despu¨¦s de conocer la historia de Marina Bernal y Patricia Guerrero, supe que ten¨ªa que socializar esas historias, contarlas, expandirlas. Volv¨ª a Espa?a y todo fue una negativa como respuesta por parte de los medios de comunicaci¨®n¡±. Explica G¨®mez que su enfado deriv¨® en intentar ir un poco m¨¢s all¨¢ y empez¨® a pensar en incluir a m¨¢s mujeres que pudiesen ampliar la narraci¨®n: ¡°Di con siete perfiles y, envalentonada, pens¨¦ en un libro¡±. Se lo ofreci¨® a una editorial que, de primeras, le dijo s¨ª. Luego fue un s¨ª y 1.000 euros para viajar, conseguir los testimonios y volver. Al final fue un no y G¨®mez volvi¨® a enfadarse. ¡°Pues ahora me voy a montar un documental¡±, pens¨¦.
Su malestar acab¨® siendo m¨¢s productivo que obst¨¢culo y todas aquellas puertas cerradas se convirtieron en un proyecto que le ha llevado dos a?os (aunque en diez d¨ªas aterriz¨® en Bogot¨¢, las localiz¨®, les financi¨® el billete hasta la capital y grab¨®), y que finalmente ha salido mediante crowdfunding a trav¨¦s de Libros.com. A 19 d¨ªas de que terminara la campa?a alcanz¨® los mecenas que necesitaba para publicar el libro, 200; ahora, su segundo objetivo es llegar a los 300.
Aunque asegura que el documental, f¨ªlmicamente hablando, es muy b¨¢sico, demuestra que las historias sirven para algo m¨¢s que para envolverlas en papel de regalo: ¡°Estas se?oras mantienen un librazo y un documental que ha estado en el Festival de Cine de M¨¢laga, y ya tiene distintos premios¡±. Parte de la consistencia del libro y el documental viene por el discurso que sostiene a ambos: ¡°Aunque parece de Perogrullo que la violencia solo lleva a m¨¢s violencia, el poder sigue apostando por hacer m¨¢s armas, m¨¢s polic¨ªa, m¨¢s conflicto. Pero el cambio solo se dar¨¢ con la educaci¨®n y el desarrollo¡±.
G¨®mez exhala: ¡°La indiferencia mata, eso comentan ellas todo el tiempo. Tienen una postura valiente, enfrentan a verdugos y v¨ªctimas, hacen posible el di¨¢logo¡±. Di¨¢logo, educaci¨®n, desarrollo. ¡°Reclaman un sistema nuevo que les reconozca derechos tan b¨¢sicos como el de la propiedad de sus tierras o contar con soberan¨ªa alimentaria. Una nueva sociedad m¨¢s igualitaria, un lugar que ha de ser construido de nuevo desde las bases si se quiere poder respirar paz¡±. Sin miedo a hablar, a pedir, a exigir. En Colombia, despu¨¦s de m¨¢s de medio siglo de ser v¨ªctimas de las v¨ªctimas, es momento de construir alternativas desde la palabra, la memoria, la justicia y la reinserci¨®n.
La confirmaci¨®n de la ONU
Seg¨²n un estudio reciente realizado por Naciones Unidas sobre la implementaci¨®n de la Resoluci¨®n 1325 de mujeres, paz y seguridad, en los casos en que las mujeres tuvieron la oportunidad de ejercer una influencia profunda en el proceso de negociaci¨®n, las probabilidades de alcanzar un acuerdo eran muy superiores que en los procesos en que esta influencia hab¨ªa sido escasa o nula.
De hecho, cuando se cont¨® con la participaci¨®n de las mujeres y estas ejercieron una influencia amplia, las negociaciones culminaron casi siempre con un acuerdo. Uno de los efectos que m¨¢s se repet¨ªan de la participaci¨®n de las mujeres en los procesos de paz era la presi¨®n que ejerc¨ªan para iniciar, reanudar o concluir las negociaciones cuando hab¨ªan perdido impulso o cuando las conversaciones hab¨ªan fracasado.
Al controlar otras variables, los procesos de paz en los que participaban mujeres en calidad de testigos, firmantes, mediadoras y/o negociadoras registraban un incremento del 20% en la probabilidad de alcanzar un acuerdo de paz que perdurase, como m¨ªnimo, dos a?os. Este porcentaje aumenta a lo largo del tiempo, ya que la probabilidad de lograr un acuerdo de paz que dure 15 a?os crece un 35%.
Puedes descargar el estudio aqu¨ª: Estudio mundial sobre la aplicaci¨®n de la resoluci¨®n 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
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