Pagar el m¨¦dico con una comida
Una ONG en Bali presta atenci¨®n sanitaria con los ingresos de un restaurante gestionado por j¨®venes
Cientos de personas hacen cola frente a un edificio del distrito de Sawan, en la isla de Bali (Indonesia). Quieren ver a un doctor sin perder sus magros ahorros en el intento. Sentada en una silla de pl¨¢stico, una madre ha sostiene a su hija, que se agarra temerosa a ella, mientras una enfermera le mira el o¨ªdo con la ayuda de un otoscopio. Cerca de all¨ª, un hombre delgado, de apariencia fr¨¢gil, se somete a una revisi¨®n ocular. Mientras, una se?ora mayor, la piel arrugada por los a?os, llega apoyada en dos adolescentes, que le hacen las veces de muletas.
Esta escena forma parte de un v¨ªdeo de la ONG Fair Future Foundation. Una organizaci¨®n que el a?o pasado proporcion¨® atenci¨®n m¨¦dica gratuita a casi 30.000 personas en la isla indonesia. Pero la mayor¨ªa de sus fondos los obtiene la propia organizaci¨®n a trav¨¦s de un restaurante. El local, situado en la localidad de Ubud, es gestionado por j¨®venes con problemas para entrar en el mercado de trabajo, que encuentran all¨ª una manera de adquirir experiencia laboral.
El fundador de la iniciativa es ?lex Wettstein, t¨¦cnico sanitario de origen suizo. Wettstein llevaba varios a?os colaborando con ONG m¨¦dicas en el pa¨ªs, y estaba desencantado. Seg¨²n ¨¦l, la burocracia y los costes administrativos se com¨ªan buena parte del presupuesto: ¡°Se acaba gastando 6.000 d¨®lares para trabajar dos horas al d¨ªa. Adem¨¢s, no entienden que hacen falta profesionales locales, con conocimiento de la cultura del lugar, si se quiere dar un buen servicio¡±. As¨ª que en 2006 decidi¨® lanzar su propio proyecto.
Ante la falta de sanidad p¨²blica de calidad, la poblaci¨®n solo puede recurrir a servicios privados o de ONG
Una d¨¦cada despu¨¦s, la entidad cuenta con cl¨ªnica propia y una farmacia social dirigida a la poblaci¨®n sin recursos; tambi¨¦n atiende a domicilio a personas con problemas de movilidad y visita distintos pueblos de la isla con cl¨ªnicas m¨®viles que llegan a entre 300 y 750 pacientes. Fair Future est¨¢ adem¨¢s ultimando la construcci¨®n de un hospital pedi¨¢trico que espera recibir 1.200 ni?os al a?o. Para realizar estas tareas, cuenta con 25 empleados, entre m¨¦dicos y personal de enfermer¨ªa. ¡°Son t¨¦cnicos del lugar, que conocen la cultura local y saben c¨®mo tratar con la gente¡±, asegura Wettstein.
Seg¨²n ¨¦l, la sanidad p¨²blica de calidad es una rareza en Bali: ¡°El Gobierno puso en marcha cl¨ªnicas, pero no cuentan con los recursos para funcionar en condiciones, y la gente no quiere acudir a ellas¡±. La poblaci¨®n se enfrenta entonces a dos opciones. O bien recurrir a un m¨¦dico privado, que puede pedir por visita cerca de un tercio del salario mensual, o abandonar la idea de ir al doctor. Seg¨²n el Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, el gasto p¨²blico sanitario del pa¨ªs apenas supera el 3,1% del PIB, frente, por ejemplo, al 8,9% de Espa?a.
Por si fuera poco, la gente tiene problemas para proporcionar una alimentaci¨®n equilibrada a sus hijos ¡ªcasi dos de cada 10 menores de cinco a?os pesan menos de lo que les corresponder¨ªa a su edad, seg¨²n el Banco Mundial¡ª y para acceder a una fuente de agua potable. La poblaci¨®n, asegura Wettstein, ¡°no puede pagar por ella, y la acaba bebiendo contaminada. Las madres dan a luz a cientos de ni?os con malformaciones¡±. Todo ello en un pa¨ªs en el que, asegura, ¡°el coste de la vida pr¨¢cticamente se ha duplicado en los ¨²ltimos cuatro a?os¡± por la subida de los precios del petr¨®leo.
Trabajar ayudando a sufragar consultas m¨¦dicas
Para financiar la actividad de la ONG, sus responsables pusieron en marcha un restaurante, Fair Warung Bal¨¦. Con este obtienen ¡°entre 400.000 y 500.000 d¨®lares al a?o¡±. Esto es, el 70% de sus ingresos. El resto proviene de donaciones privadas y tratamientos a pacientes extranjeros. Estos, al contrario que los indonesios, tienen que abonar el importe de la visita.
La gesti¨®n de Fair Warung Bal¨¦ ¡ªel nombre hace referencia a las mesas tradicionales de Bali¡ª es otra pata del proyecto. Est¨¢ a cargo de una veintena de j¨®venes con alg¨²n problema que dificulte su inserci¨®n en el mercado de trabajo. Pasar una estancia all¨ª les ayuda a ganar experiencia, y a empezar una carrera laboral, seg¨²n Wettstein. Dentro del local, estos llevan la cocina, atienden a la clientela y realizan tareas administrativas. Los j¨®venes viven en las instalaciones de la Fundaci¨®n, cobran entre 7 y 11 euros al d¨ªa, y cuentan con un seguro de salud y vacaciones pagadas (el salario medio en el pa¨ªs se encontraba en torno a los 4,5 euros al d¨ªa en 2014, seg¨²n la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo.
Uno de los trabajadores del local es Kadek Pande, quien lleva dos a?os y medio all¨ª. ¡°Antes de venir, pensaba que era un restaurante. Pero aqu¨ª formas parte de un proyecto y de una comunidad¡±, asegura. La suya, como la de otros j¨®venes del lugar, es una historia de superaci¨®n. ¡°Quer¨ªa ser doctor, pero no puedo trabajar de esto porque no puedo distinguir entre colores¡±, relata. Pande, de 20 a?os, hace un poco de todo: ¡°Aprendo a gestionar el restaurante, a tratar con los clientes. Y de vez de cuando acompa?o a ?lex [Wettstein] en las visitas m¨¦dicas, ayudando en la parte administrativa¡±. Augura sonriente que esto le ayudar¨¢ a cumplir sus proyectos de futuro, que pasan por ser profesor de ense?anza obligatoria.
Para Wettstein, la experiencia de poner en marcha el restaurante y la ONG ha sido reveladora. ¡°He aprendido mucho m¨¢s en Indonesia que en Europa. All¨ª, si t¨² enfermas o te rompes un dedo, ir¨¢s al hospital y recibir¨¢s tratamiento [con sus diagn¨®sticos y pasos intermedios]. Aqu¨ª la gente simplemente quiere ir al grano. Arreglaremos tu dedo¡±, detalla. ¡°Es un pa¨ªs en el que las personas no suelen expresar felicidad. Pero s¨ª te agradecer¨¢n lo que haces¡±, asegura.
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