El para¨ªso argentino est¨¢ en el Iber¨¢
ACABA DE ENGULLIR medio pollo como si fuera un aperitivo y espera el resto. Antes tiene que ir a la escuela para aprender a cazarlo. Cuando suena el silbato y se abre la puerta de la jaula de control, Tobuna sale disparada con velocidad de jaguar hacia el corral donde rastrear¨¢ los menudos entre pastizales. Huele la sangre, pero a¨²n tardar¨¢ unos segundos en hallar lo que queda de la presa. Tobuna es la primera hembra yaguaret¨¦ (¡°gran felino¡±, en la lengua guaran¨ª) que participa en el proyecto de reinserci¨®n de esa especie extinguida en la zona, dirigido por la ONG Conservation Land Trust (CLT) en San Alonso, en la provincia de Corrientes, al noreste de Argentina.
¡°mucho de lo que hacemos en estos proyectos puede convertirse en modelo de reintroducci¨®n de especies en am¨¦rica latina¡±.
Este proyecto, localizado a 700 kil¨®metros de Buenos Aires, es uno de los que CLT despliega en ocho ¨¢reas de la Reserva del Iber¨¢, donde entre 1997 y 2002 fue adquiriendo fincas privadas y hoy administra 150.000 hect¨¢reas. El objetivo es restaurar el paisaje y la fauna originales antes de ceder los terrenos al Estado.
San Alonso, en concreto, comenz¨® a gestionarse hace 20 a?os en los Esteros, una de las grandes reservas acu¨ªferas de la regi¨®n. Son 13.000 kil¨®metros cuadrados de agua dulce (un poco m¨¢s que la superficie de la provincia de Salamanca) que ofrecen un abanico de paisajes ?lagunas, embalses, palmerales, pastizales, bosques? que forman uno de los humedales m¨¢s grandes del mundo, con poco que envidiar a los Everglades de Florida. En este lugar, ¡°silencio¡± se escribe en verde y se puede contemplar el atardecer sobre la laguna Iber¨¢ (¡°aguas que brillan¡±, en guaran¨ª) rodeado de yacar¨¦s (cocodrilos), monos, ciervos y aves zancudas a muy pocos metros de distancia y en paz con el cosmos.
Fundada por el fil¨¢ntropo estadounidense Douglas Tompkins, un empresario textil fallecido en 2015, que amas¨® sus millones con marcas como North Face y Esprit, y su esposa, Kristine McDivitt, antigua Ceo de Patagonia, CLT es un proyecto ecologista inspirador. Acaba de obtener el Premio Fundaci¨®n BBVA en su XI edici¨®n por el trabajo de conservaci¨®n de la biodiversidad en Latinoam¨¦rica y convoca a bi¨®logos y cient¨ªficos de todo el mundo. Entre ellos, cuatro espa?oles que viven en los Esteros e intentan aprender a bailar el chamam¨¦, un ritmo t¨ªpico de la zona, donde manda la m¨²sica del acorde¨®n. ¡°Es alegre, pero con una lentitud enga?osa; todav¨ªa necesito clases a pesar de mis casi cuatro a?os aqu¨ª¡±, cuenta Jorge Pe?a Mart¨ªnez, veterinario de CLT, que trabaj¨® durante nueve a?os en el zool¨®gico de Madrid, minutos antes de que la conversaci¨®n derive hacia las 12 pastillas de antibi¨®ticos que acaba de recetarles a dos tapires en cuarentena.
La reintroducci¨®n del jaguar, cuya idea fascin¨® a Tompkins desde que compr¨® la estancia de San Alonso en los a?os noventa, comenz¨® en 2013. El proyecto tiene como protagonista al mayor felino de Am¨¦rica, del que solo quedan unos 200 ejemplares en Argentina, y es uno de los planes m¨¢s complejos que CLT ha encarado. Solo la construcci¨®n de los corrales llev¨® dos a?os y una inversi¨®n millonaria. Entre sus benefactores est¨¢ Leonardo DiCaprio, que aporta anualmente 300.000 d¨®lares. Los municipios cercanos ven en la recuperaci¨®n de esa especie extinguida el regreso a lo mejor de sus ra¨ªces y una promesa de trabajo y desarrollo: un hotel, llamado Tobuna Suites, acaba de abrirse en Concepci¨®n, una de las localidades m¨¢s antiguas de la provincia de Corrientes, con una poblaci¨®n de 4.800 almas seg¨²n el ¨²ltimo censo.
De ojos ambarinos y caminar el¨¦ctrico, Nahuel, el jaguar macho, espera su comida y se pasea como un p¨¦ndulo nervioso de un extremo a otro del corral. Su rutina es similar a la de Tobuna: medio pollo y luego a entrenar el olfato. ¡°Llegan de zool¨®gicos o de centros de rescate de fauna y tienen que reaprender su h¨¢bitat y c¨®mo valerse por s¨ª mismos. Si la hembra queda pre?ada, ser¨¢ ella quien ense?e a cazar a los cachorros, que ya no tendr¨¢n contacto alguno con nosotros. Los felinos conservan el instinto de perseguir y matar, pero hoy, cuando atrapan un armadillo o un roedor llamado carpincho, no saben c¨®mo abrirlos y comerlos; ah¨ª entramos nosotros¡±.
Quien describe este proceso es Karina Sp?rring, una terapeuta de comportamiento animal oriunda de Dinamarca, responsable del centro de cr¨ªa de yaguaret¨¦s. Lleg¨®, recuerda, porque le hab¨ªan dicho que en Iber¨¢ se estaba haciendo algo nuevo. ¡°Solo sab¨ªa que hab¨ªa un valenciano loco [Ignacio Jim¨¦nez P¨¦rez, hoy director de conservaci¨®n de la fundaci¨®n] que trabajaba con osos hormigueros gigantes. Y vine¡±. De eso hace m¨¢s de seis a?os, recuerda Karina mientras muestra las c¨¢maras de vigilancia desde las cuales se monitoriza a los animales. Todo en San Alonso funciona con energ¨ªa solar y hasta el detergente es ecol¨®gico y carece de fosfatos. ¡°La se?ora Kris [McDivitt] no admite otro¡±, conf¨ªan.
CLT trabaja en Chile y Argentina des?de hace un cuarto de siglo y ha creado y ampliado ocho grandes ¨¢reas protegidas que ocupan un mill¨®n de hect¨¢reas, compradas a manos privadas y donadas a los Estados para su gesti¨®n p¨²blica (esa superficie equivale casi a un tercio de Catalu?a). ¡°En Iber¨¢ estamos en esa etapa¡±, precisa Sof¨ªa Heinonen, una bi¨®loga porte?a que vio crecer a sus dos hijos, hoy adolescentes, en los Esteros y que preside CLT Argentina. ¡°El 6 de noviembre vamos a entregar al ente Parques Nacionales la primera de las ¨¢reas, Cambyret¨¢¡±. Son 23.700 hect¨¢reas cuya administraci¨®n pasar¨¢ al Estado argentino seg¨²n los deseos originales de los Tompkins, que la muerte de Doug, ocurrida en un accidente de kayak al sur de Chile en 2015, no alter¨®. CLT conservar¨¢ durante 10 a?os el manejo de la vida silvestre en el parque, garantizando ¡°la transici¨®n y acompa?amiento¡± del modelo de gesti¨®n que cre¨®. Le seguir¨¢n despu¨¦s San Alonso, San Marcos, San Nicol¨¢s y Carambola.
Los tompkins invirtieron 450 millones de d¨®lares, la mayor¨ªa en tierras, a lo largo de 25 a?os en chile y argentina.
El objetivo de CLT, que al final de su tarea en Iber¨¢ habr¨¢ donado las 150.000 hect¨¢reas para que se conviertan en ¨¢reas protegidas, es ambicioso y no se limita a la flora y la fauna. En los Esteros y en sus emprendimientos en Patagonia se subraya la noci¨®n de ¡°producci¨®n de naturaleza¡± para promover el desarrollo humano local. Si otros producen trigo o autos, remarcan, hay que aprender a producir venados, yacar¨¦s, jaguares¡ y crecer desde all¨ª gracias al ecoturismo.
¡°Lo emocionante es sentir que cada acci¨®n contribuye a restaurar un ambiente completo. Mucho de lo que hacemos en estos proyectos se intenta por primera vez y puede convertirse en modelo de reintroducci¨®n de especies en Am¨¦rica Latina¡±, explica Sebasti¨¢n Di Martino, un bi¨®logo que trabaj¨® 18 a?os en Parques Nacionales y hoy coordina la conservaci¨®n y el manejo de las especies en todas las reservas de Iber¨¢. El camino es de doble v¨ªa, pues para restaurar el ecosistema se requiere devolverle a la naturaleza los animales que desaparecieron por la caza indiscriminada o la alteraci¨®n de su h¨¢bitat y, a la vez, recuperar la naturaleza en especies que han vivido en cautiverio y que deben reaprender sus instintos, multiplicarse y ense?ar a sus cr¨ªas a vivir en libertad. Embarcados en estas tareas, CLT emplea a unas 70 personas en Iber¨¢.
Otra de las reservas de la organizaci¨®n es la Estancia Rinc¨®n del Socorro. El pueblo m¨¢s cercano es Colonia Carlos Pellegrini, de 700 habitantes y calles de tierra, donde los Tompkins se construyeron una casa. ¡°Gran parte de la econom¨ªa se mueve en torno al yetap¨¢¡±, explica Di Martino: un pajarito diminuto, de pico y cuello anaranjados y cuerpo blanco, cuya larga cola rematan dos plumas negras largu¨ªsimas, muy apreciado por el turismo asociado a la observaci¨®n de aves. ¡°Ayer hizo las delicias de un grupo de ingleses que al verlo pudieron incluirlo en su cuaderno de especies raras¡±, comenta. El de los osos hormigueros fue el proyecto inicial de reintroducci¨®n de especies que emprendi¨® CLT, liberando los primeros en 2007. Se estima que ya hay entre 50 y 60 en libertad. El programa sigue adelante como uno de los seis que desarrolla la ONG: jaguares, tapires, pecar¨ªes de collar, guacamayos rojos y venados de las pampas completan esa lista.
Mishky, una osa que lleg¨® desde una reserva de rescate de fauna en Tucum¨¢n con media cola destrozada, a¨²n vive libre en Rinc¨®n del Socorro, una de las cinco reservas de la fundaci¨®n en Iber¨¢. La encontramos con su cr¨ªa sobre la espalda, tras seguir el sonido del radiotransmisor que lleva colgado de un arn¨¦s y que permite monitorizarla al equipo de CLT. Enfundados en botas de caucho, los miembros del equipo caminan tras ese bip, parecido al latido de un coraz¨®n, sorteando pastizales amarillos de un metro sesenta de altura (el paisaje en esta ¨¢rea es m¨¢s parecido al de la sabana africana que al de la selva), con sumo cuidado para no pisar ninguna serpiente (¡°yarar¨¢s¡±, especifica el gu¨ªa) y deseando que las nubes negras que acompa?an la jornada desde el amanecer no se conviertan en lluvia. Al final se avista a la osa, tranquila y curiosa. Se acerca y saca una lengua fina y largu¨ªsima como un hilo rojo de medio metro de largo (desde el hocico hasta la cola, esta especie puede llegar a medir dos metros).
¡°Mu¨¦vanse lentamente¡±, aconseja Emanuel Galetto, de oficio guardaparques y hoy responsable del manejo de monitorizaci¨®n de especies reintroducidas, que mantiene a Mishky a distancia mediante un bast¨®n largo con el cual la rasca de vez en cuando el lomo. El animal agradece cada mimo. No son agresivos, explica, pero, si se sienten amenazados, sus garras cortan como navajas. ¡°Por eso les disparan algunos vecinos. Al defenderse, los osos matan a sus perros y reciben un balazo como venganza. La gente, con todo, no se atreve a matar a las cr¨ªas y las derivan a centros de rescate; as¨ª llegan a nosotros¡±, cuenta.
En Cambyret¨¢, situada en la localidad de San Ignacio, a 25 minutos de avioneta desde San Alonso, los animales son otros, pero el fervor del equipo, id¨¦ntico. A Noelia Volpe no parece importarle que cada cent¨ªmetro c¨²bico del aire que la rodea zumbe con las alitas fren¨¦ticas de todos los insectos imaginables. Esta bi¨®loga treinta?era llegada desde Buenos Aires es responsable de campo del proyecto guacamayos y prepara su tesis de doctorado sobre la reintroducci¨®n de esa especie desaparecida en la regi¨®n. Habla de los p¨¢jaros y sus logros con afecto: ¡°Entrenamos sus m¨²sculos para que tengan resistencia en vuelo; volaron solo en zool¨®gicos hasta ahora¡±. Gnocchi?se llama la tromba de 1.052 gramos de plumas rojas, turquesas, verdes y blancas que vuela ahora de una punta a la otra de una manga de entrenamiento apenas suena el silbido que manda iniciar el ejercicio. Sabe que con cada cruce se gana el derecho a meter la cabeza en un comedero y a embutirse una raci¨®n de semillas de girasol, manjar supremo en esta pajarera selv¨¢tica.
Douglas Tompkins, el empresario archiexitoso y activista ambiental seguidor del fil¨®sofo noruego Arne Naess y su concepto de ¡°ecolog¨ªa profunda¡±, que considera a la humanidad como parte de su entorno, fue un amante de la naturaleza y los deportes extremos. Se enamor¨® de la Patagonia en los a?os sesenta y escal¨® los 3.405 metros del monte Fitz Roy, en la cordillera de los Andes, cuando no hab¨ªa all¨ª nada m¨¢s que viento, hielo y adrenalina, dos d¨¦cadas antes de que se fundara El Chalt¨¦n, el pueblo m¨¢s joven de Argentina.
Su radicaci¨®n en el sur de Chile, hace ya un cuarto de siglo, despert¨® suspicacias, cr¨ªticas y pol¨¦micas. A ¡°los gringos¡± (como todav¨ªa nombran algunos en Iber¨¢ al matrimonio Tompkins) los acusaban de querer quedarse con miles de hect¨¢reas en zonas estrat¨¦gicas y de atentar contra el progreso y la producci¨®n locales. La finalidad que declaraba ?la entrega desinteresada de tierras a los Estados tras la recuperaci¨®n del ecosistema original? sonaba demasiado bien para ser real.
¡°Doug Tompkins siempre dec¨ªa que la gente lo juzgaba sin atender a la tradici¨®n, muy com¨²n en su pa¨ªs, en Estados Unidos, de donar dinero a causas en las que uno cree profundamente. La idea de legado era esencial para ¨¦l¡±, explica Sof¨ªa Heinonen, mientras atraviesa Rinc¨®n del Socorro en una camioneta todoterreno (es imposible moverse de otro modo por este lodazal cuando llueve). Al cruce salen, como si cobraran aqu¨ª el peaje, docenas de carpinchos ?el roedor m¨¢s grande del mundo, que puede llegar a pesar 50 kilos?, familias de ?and¨²es (aves corredoras con muchas similitudes a los avestruces) y corzuelas (cervatillos). Sin contestar a las acusaciones, los Tompkins invirtieron 450 millones de d¨®lares (la mayor¨ªa en tierras) a lo largo de 25 a?os en Chile y Argentina. El reconocimiento internacional y la muerte tr¨¢gica de Doug abrieron una nueva etapa. ¡°Es como si tras su ausencia lo hubieran revalorizado y se hubieran dado cuenta de que no quer¨ªa ¡®robarse el agua¡¯ de Iber¨¢, sino generar un modelo nuevo de ¨¢reas protegidas¡±, cuenta Sof¨ªa.
A pesar de que ha pasado ya un a?o desde su muerte, la gente en Rinc¨®n del Socorro (donde viv¨ªan seis meses al a?o y donde Kristine regresa puntualmente) habla de ellos en un plural sin final: ¡°Cuando Doug y Kris vienen¡¡±. De ¨¦l recuerdan especialmente su perfeccionismo, sus vuelos diarios en avioneta sobre los campos, su respeto por lo artesanal y una frase que inspiraba todo lo que hac¨ªa: ¡°Lo bello es bueno¡±.
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