C¨®mo salir del barro
Las inundaciones destrozan una y otra vez las esperanzas en Rep¨²blica Dominicana
Cuando Jos¨¦ Liriano, de 65 a?os, decidi¨® que era hora de marcharse de la casa donde vive en el pueblo de Palo Verde, Rep¨²blica Dominicana, el agua ya le llegaba por las rodillas. Esta provincia de Monte Cristi, en la regi¨®n Norte del pa¨ªs, cerca de la frontera con Hait¨ª, estaba desde hac¨ªa m¨¢s de un mes bajo lluvias torrenciales y constantes alertas para que las familias salieran de sus viviendas.
El 18 de noviembre por la tarde, cuando las compuertas de la presa de Taverna fueron abiertas por segunda vez desde el inicio de las lluvias, las aguas del r¨ªo Yaque del Norte no le dieron otra opci¨®n sino dejar atr¨¢s su casa y sus pocas pertenencias. ¡°El agua empez¨® a subir y solo me dio tiempo a atar al techo mi cama y unas pocas prendas de ropa¡±, cuenta Liriano mientras camina hacia el fondo de la peque?a casa en la que divide el espacio -cocina, comedor, dormitorio- en una sola habitaci¨®n con unos pocos muebles todav¨ªa sucios de barro.
¡°Hab¨ªa escuchado por la radio que podr¨ªan desaguar la presa, pero las personas aqu¨ª somos un poco cabezotas, y no nos lo creemos. Entonces, cuando me asom¨¦ por la puerta y vi que el agua iba subiendo a toda prisa, puse en lo alto todo lo que pude, cerr¨¦ la puerta y corr¨ª para la parte alta del pueblo¡±, se acuerda se?alando con sus dedos temblorosos y llenos de callos hacia los fondos de la parcela, a pocos metros de los canales de riego que trasvasan agua del Yaque a los cultivos de pl¨¢tano.
Liriano es solo una de las 2.770 personas que tuvieron que dejar sus casas r¨¢pidamente en el municipio de Monte Cristi. En todo el pa¨ªs, la llegada del hurac¨¢n Mathew en octubre oblig¨® a 38 mil personas a desplazarse a casas de amigos, o de familiares o a los refugios oficiales. En toda la provincia, tres de cada cuatro personas fueron afectadas por los da?os causados por las lluvias y los desag¨¹es de la presa del r¨ªo Yaque del Norte. Y por lo menos una de cada cuatro personas segu¨ªa sin acceso a agua potable dos meses despu¨¦s.
Con el agua turbia que sal¨ªa de los grifos, desde hac¨ªa m¨¢s de una semana Liriano luchaba por limpiar las pertenencias que los saqueadores dejaron atr¨¢s. Una ma?ana de mi¨¦rcoles lo encontramos sentado a la puerta de su casa, con las manos y los ojos cansados de quitar el barro que invadi¨® su vivienda. Y de deshacerse de la incredulidad que le marc¨® el alma. Era el primer d¨ªa que volv¨ªa a casa desde la inundaci¨®n. A?oraba la peque?a granja de cerdos que manten¨ªa para complementar los ingresos familiares, el aparato de televisi¨®n que hab¨ªa atado a m¨¢s de dos metros de altura pero que el agua fangosa del Yaque logr¨® alcanzar. Sent¨ªa adem¨¢s la p¨¦rdida de su vieja moto que usaba para ir al trabajo. No sab¨ªa si las dem¨¢s peque?as cosas que faltaban se las hab¨ªa llevado el barro o los saqueadores que rompieron el candado de la puerta mientras ¨¦l estaba fuera.
En un intento de recuperar un poco de orden, en la casa y en la vida, mantuvo las botas de agua en la parte exterior de la casa. Todav¨ªa necesita lavar el suelo un par de veces m¨¢s. Todav¨ªa necesita buscar esperanza. ¡°No tengo que pensar en eso. Lo que ten¨ªa, lo perd¨ª una vez m¨¢s. Esto siempre se inunda, desde que llegu¨¦, en la d¨¦cada de 1980. Cuando compr¨¦ la casa, hace 11 a?os, sab¨ªa que el terreno se inundaba. ?Pero qu¨¦ otra opci¨®n ten¨ªa yo?¡±
A¨²n queda demasiado barro para que Liriano pueda regresar a su peque?a casa de Palo Verde. La casa, el barro, la soledad seguir¨¢n all¨ª cuando vuelva. ¡°Cuando llegu¨¦ aqu¨ª, vine con mi esposa y cinco hijos, dos mujeres y tres varones. Hoy, solo uno de mis hijos vive conmigo, pero a¨²n as¨ª solo viene a casa los fines de semana. La vida aqu¨ª es dura. Lo puedes ver en nuestro propio cuerpo. Cuando llegu¨¦ a Palo Verde yo ten¨ªa otra vida, otra piel. Pero si no vivo as¨ª, lo pierdo todo. O al menos, pierdo lo poco que todav¨ªa me queda¡±.
En un pa¨ªs como la Rep¨²blica Dominicana, expuesta a terremotos, huracanes, sequ¨ªas e inundaciones, organizaciones como Oxfam trabajan para que las personas m¨¢s vulnerables est¨¦n preparadas para enfrentarse a estas cat¨¢strofes naturales. Esta preparaci¨®n consiste, por ejemplo, en habilitar comit¨¦s de emergencia formados por gente de la comunidad, capaces de evacuar a los vecinos y las vecinas de un barrio cuando est¨¢ en peligro. Tambi¨¦n se crean refugios temporales. Y mientras, exigir a los gobernantes que garanticen una asistencia humanitaria de calidad.
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