El arte oscuro del tuit de Trump
El nuevo presidente de Estados Unidos ha demostrado ser un comunicador pol¨ªtico m¨¢s efectivo de lo que supon¨ªan sus cr¨ªticos. Ha pulido sus habilidades en la telerealidad, donde triunfan los comentarios escandalosos y provocadores
Los cr¨ªticos del presidente Donald Trump han subestimado consistentemente sus capacidades de comunicaci¨®n pol¨ªtica, tal vez porque es tan diferente de antecesores como Franklin D. Roosevelt y Ronald Reagan. Tanto FDR como Reagan, despu¨¦s de todo, eran conocidos como ¡°grandes comunicadores¡±.
Si bien grandes segmentos de la poblaci¨®n norteamericana los odiaban, FDR y Reagan se dirig¨ªan al pueblo estadounidense como un todo e intentaban seducir al centro. Trump, en cambio, ha apelado principalmente a la minor¨ªa que lo eligi¨®. Su discurso de asunci¨®n son¨® como un discurso de campa?a, y, despu¨¦s de asumir el cargo, una serie de falsos comentarios y ¨®rdenes ejecutivas provocadoras debilitaron su credibilidad en el centro pero la reforzaron frente a su base.
Otros art¨ªculos del autor
Las habilidades comunicacionales de Trump fueron pulidas en el mundo de la televisi¨®n-realidad, donde los comentarios escandalosos y provocadores entretienen al p¨²blico y hacen subir la audiencia televisiva. El utiliz¨® esa estrategia durante las elecciones primarias republicanas para dominar la atenci¨®n en un campo poblado por 17 candidatos. Seg¨²n una estimaci¨®n, Trump recibi¨® el equivalente de 2.000 millones de d¨®lares de publicidad televisiva gratuita, superando con creces los 100 millones de d¨®lares en publicidad pagada recaudados por su rival republicano, Jeb Bush.
Despu¨¦s de ganar la nominaci¨®n republicana, muchos esperaban que Trump siguiera el camino tradicional de desplazarse hacia el centro para la elecci¨®n general. Nuevamente, desafi¨® las expectativas y se centr¨® en una campa?a populista destinada a segmentos de la poblaci¨®n que hab¨ªan perdido sus empleos a manos de la competencia global y/o rechazaban los cambios culturales que se hab¨ªan producido en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Esta apelaci¨®n populista estuvo muy bien planteada y le permiti¨® ganar el Colegio Electoral, a pesar de perder el voto popular por casi tres millones de votos. Pero por 100.000 votantes en tres estados del cintur¨®n de ¨®xido, no ser¨ªa presidente.
Teniendo en cuenta esto, muchos observadores esperaban que dirigiera su mensaje al centro pol¨ªtico despu¨¦s de asumir la presidencia. Pero Trump nuevamente confundi¨® a los expertos y sigui¨® apuntando a sus votantes de base. Algunos especulan que su intenci¨®n es crear un nuevo partido populista de votantes de la clase trabajadora (los que en alg¨²n momento se conoc¨ªan como dem¨®cratas por Reagan) y republicanos del Tea Party. Trump tambi¨¦n demostr¨® ser poco convencional en su elecci¨®n de los instrumentos de comunicaci¨®n.
La capacidad para organizar es dif¨ªcil de combinar con un gobierno por Twitter
Las nuevas tecnolog¨ªas abren nuevas oportunidades. FDR utilizaba las ¡°charlas informales¡± p¨²blicas, transmitidas por radio con un ritmo muy cuidado. Reagan era un maestro del discurso guionado dramatizado por televisi¨®n. El personal de la Casa Blanca de Reagan manten¨ªa el mensaje de la administraci¨®n centrado en la cuesti¨®n prioritaria del d¨ªa o de la semana. Trump utiliz¨® Twitter, adem¨¢s de su dominio de la televisi¨®n por cable, para saltar sobre las cabezas del personal y la prensa y manejar la agenda p¨²blica durante la campa?a.
Para sorpresa de muchos, Trump continu¨® con la pr¨¢ctica en la Casa Blanca. El uso de Twitter no era nuevo ¡ªObama ten¨ªa una cuenta en la que trabajaba mucho personal¡ª, pero la participaci¨®n personal de Trump plante¨® interrogantes sobre c¨®mo manejar los rayos provenientes de la Casa Blanca y expresar cuestiones pol¨ªticas complejas (como las armas nucleares) en 140 caracteres. Pero, por ser un dispositivo para comunicarse con su base y mantener la atenci¨®n centrada en su persona, el gobierno a trav¨¦s de Twitter le ha permitido llegar al p¨²blico por encima del Congreso y la prensa.
La comunicaci¨®n pol¨ªtica cambia con el tiempo y existen muchas maneras de comunicar de manera efectiva. Los antiguos griegos ten¨ªan escuelas de ret¨®rica para perfeccionar sus capacidades para la asamblea. Cicer¨®n dej¨® su marca en el Senado romano despu¨¦s de estudiar oratoria. Woodrow Wilson de ni?o no era un alumno dotado, pero triunf¨® aprendiendo oratoria porque la consideraba esencial para el liderazgo. Winston Churchill muchas veces atribu¨ªa su ¨¦xito a su dominio de la estructura de las frases en ingl¨¦s. Martin Luther King Jr. se vio beneficiado por crecer en una tradici¨®n de la iglesia afronorteamericana rica en los ritmos de la palabra hablada.
Para algunos resulta m¨¢s f¨¢cil que para otros. Mario Cuomo, ex gobernador de Nueva York, alguna vez compar¨® a Bill y Hillary Clinton: ¡°Ella es m¨¢s metodista y ¨¦l es m¨¢s teatral¡±.
Dar el buen ejemplo es otra forma crucial de comunicaci¨®n para los l¨ªderes
Sin embargo, la oratoria y la ret¨®rica no son las ¨²nicas formas de comunicaci¨®n pol¨ªtica efectiva. Las se?ales no verbales tambi¨¦n son un componente importante. Algunos l¨ªderes inspiradores no eran grandes oradores ¡ªMahatma Gandhi es un ejemplo. Pero el simbolismo de la ropa y el estilo de vida sencillos de Gandhi, t¨ªpicos de un campesino, hablaban m¨¢s que sus palabras. Si comparamos esas im¨¢genes con las fotos del joven e inseguro Gandhi vestido como un abogado brit¨¢nico propiamente dicho, podemos entender con qu¨¦ meticulosidad entend¨ªa la comunicaci¨®n simb¨®lica.
Lo mismo sucede con Trump, a su manera. Consideremos la gorra de b¨¦isbol roja de su campa?a con el eslogan ¡°Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande¡±, as¨ª como su obsesi¨®n por la marca cuando era empresario, y su uso de Twitter.
Pero, adem¨¢s de comunicarse con p¨²blicos distantes mediante la ret¨®rica y los s¨ªmbolos, los l¨ªderes necesitan la capacidad de comunicarse individualmente en grupos peque?os. En algunos casos, esa comunicaci¨®n estrecha es m¨¢s importante que la ret¨®rica. La habilidad organizacional ¡ªla capacidad de convocar y manejar un gabinete efectivo¡ª es dif¨ªcil de combinar con un gobierno por Twitter. Harry Truman era un orador modesto, pero compensaba la falta de ret¨®rica p¨²blica convocando y manejando con destreza un conjunto estelar de asesores.
Dar el buen ejemplo es otra forma crucial de comunicaci¨®n para los l¨ªderes. Como anticipaba una reacci¨®n p¨²blica esc¨¦ptica cuando Singapur aument¨® los salarios de los funcionarios de gobierno en 2007, el primer ministro Lee Hsien Loong anunci¨® que renunciar¨ªa a su propio aumento. En t¨¦rminos de s¨ªmbolos relacionados con los conflictos de intereses, Trump todav¨ªa no domina el arte de la comunicaci¨®n pol¨ªtica.
Hasta ahora, Trump ha dado muestras de ser un comunicador pol¨ªtico m¨¢s efectivo de lo que esperaban sus cr¨ªticos. Pero si podr¨¢ o no triunfar en el largo plazo con su estrategia poco convencional es uno de los grandes interrogantes que enfrenta su presidencia.
Joseph S. Nye Jr. es profesor de Harvard y autor de Is the American Century Over.
? Project Syndicate, 2017.
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