Buscando a Ravi
Hay im¨¢genes que cambian vidas. La de un joven indio vagabundo dio la vuelta a la de la autora. Desde que vio su rostro en una revista, sus pasos est¨¢n encaminados a encontrarle
No hay motivo para pensar que la consecuci¨®n de grandes desaf¨ªos sea patrimonio de otros. La mayor¨ªa de nosotros organizamos nuestro tiempo con una sencillez abrumadora, con el escaso margen que la rutina y las obligaciones nos conceden. Pero la vida rompe caprichosamente nuestros esquemas y nos impone nuevos caminos, desaf¨ªos que cre¨ªamos ajenos. ?Y entonces qu¨¦?
Una ma?ana de julio, curioseaba entre las noticias de mi Facebook cuando me par¨¦ en un reportaje de National Geographic firmado por el fot¨®grafo Matthieu Paley. Recopilaba im¨¢genes de caminantes por las grandes autopistas indias, personajes variopintos que deambulaban por sus arcenes. All¨ª coincid¨ªan n¨®madas, peregrinos, trabajadores que acud¨ªan descalzos a su rutina¡ y Ravi.
Cerr¨¦ el enlace sobrecogida hasta tal punto de que al minuto su imagen volv¨ªa a ocupar la pantalla de mi ordenador. Ravi, un muchacho indio con una luz deslumbrante y un gesto sobrecogedor. Delgado, desnutrido, tal vez enfermo, con grandes cicatrices en su vientre. De ¨¦l, Matthieu Paley solo apuntaba que vagaba perdido en toda la amplitud de la palabra, que habl¨® con ¨¦l y le ofreci¨® ayuda y que solo acept¨® agua. Que murmuraba bajito, con miedo a ser o¨ªdo... pero le o¨ª, y el sonido de su imagen hizo tanto ruido en mi cabeza que tuve que parar a escucharlo. Lo que me dec¨ªa era que ya no hab¨ªa vuelta atr¨¢s, que ten¨ªa que intentar encontrarle.
A partir de ah¨ª comienza mi propio desaf¨ªo. Dicho as¨ª, esta b¨²squeda tiene una envergadura vertiginosa: encontrar a un adolescente indio, sin acceso a ninguna forma de comunicaci¨®n en un pa¨ªs con 1.300 millones de habitantes y a m¨¢s de 10.000 kil¨®metros de m¨ª.
Empec¨¦ por el primer paso: localizar al fot¨®grafo. Matthieu Paley estaba viajando por Pakist¨¢n y tuvo que pasar m¨¢s de un mes hasta que me pudo dar m¨¢s informaci¨®n: Ravi estaba en Rajasthan, un estado de 55 millones de habitantes y con una extensi¨®n casi tan grande como Espa?a. Una cifra que da v¨¦rtigo, pero en algo se hab¨ªan reducido los 1.300 millones de posibilidades.
Contact¨¦ con una ONG que trabaja en el sur de la India y con la que vengo colaborando desde hace tiempo, ellos tienen all¨ª los ojos que yo no tengo para orientarme y saber c¨®mo mirar. Establecimos una hoja de ruta b¨¢sica: en el caso de encontrarle y confirmar lo que la foto parec¨ªa anticipar, es decir, el estado de necesidad absoluta de Ravi, le ofrecer¨ªamos ayuda en el ¨¢mbito de esta organizaci¨®n o de otra que trabajase por esa regi¨®n. Siempre que la necesitase, siempre que la aceptase.
El sonido de su imagen hizo tanto ruido en mi cabeza que tuve que parar a escucharlo. Lo que me dec¨ªa era que ya no hab¨ªa vuelta atr¨¢s, que ten¨ªa que intentar encontrarle
El paso siguiente fue abordar las redes sociales: crear un perfil en Facebook, twitter e instagram con la finalidad de difundirlo especialmente en la India. Y desde entonces, mil puertas: la embajada de la India, oficinas de turismo, medios de comunicaci¨®n espa?oles e indios¡
De entre todos ellos, agradezco especialmente la colaboraci¨®n de Kolam, una ONG espa?ola muy joven que trabaja en zonas rurales de Udaipur llevando la educaci¨®n a los slums y desarrollando proyectos agr¨ªcolas que ya empiezan a dar resultados. Igualmente, las Misiones Cristinas est¨¢n siendo un fuerte apoyo, por algo son la organizaci¨®n m¨¢s capilar que existe. Han puesto a mi disposici¨®n a sus misioneros para orientarme en este laberinto.Fundamental est¨¢ siendo tambi¨¦n la labor de dos agencias de viajes: Pasaje a la India y Turismo in India. Todos sus conductores y gu¨ªas tur¨ªsticos llevan las fotos de Ravi y le buscan entre la infinidad de rostros que nadie mira.
De Ravi solo tengo dos im¨¢genes: la primera que vi en mi muro y una segunda que me facilit¨® el fot¨®grafo. En ella, mira a la c¨¢mara, parece no entender para qu¨¦¡
Lo que me dicen las fotograf¨ªas son solo conjeturas, no hay certezas a las que atenerme, pero s¨ª impresiones que me llevan a esto: Ravi parece formar parte del 29% de poblaci¨®n india que vive por debajo del umbral de la pobreza. Solo es uno. Pero es el uno al que quiero llegar y a trav¨¦s de ¨¦l, a tantos otros Ravis.
Personifica a los ni?os de los que nadie se acuerda, hay demasiados como ellos y han pasado a formar parte de la rutina visual del transe¨²nte. Ni?os que carecen de los derechos m¨¢s b¨¢sicos: el derecho a la alimentaci¨®n, al acceso al agua, a la vivienda, a la educaci¨®n, a la sanidad¡
De Ravi solo tengo dos im¨¢genes: la primera que vi en mi muro y una segunda que me facilit¨® el fot¨®grafo. En ella, mira a la c¨¢mara, parece no entender para qu¨¦¡
Y mientras recorro este camino, estoy buscando a esos otros. Ravi se materializa en una aspiraci¨®n que poco a poco va siendo una realidad. Gracias a ¨¦l, estoy desarrollando un proyecto de la mano de una ONG con a?os de experiencia en la zona. Un proyecto que llevar¨¢ su nombre y tendr¨¢ destinatarios muy concretos. Insuficiente, sin duda, para esa poblaci¨®n que tanto necesita. Aunque lo que parece un peque?o gesto, para m¨ª supone un gran triunfo porque nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo. La India es el pa¨ªs donde todo es posible e imposible al mismo tiempo: si esto tiene alguna probabilidad, sin duda, es all¨ª.
Tengo un pensamiento recurrente que viene a m¨ª en los momentos m¨¢s bajos: me gusta imaginar qu¨¦ dir¨ªa Ravi si supiera de esto que estoy escribiendo, del espacio que su imagen ocupa en m¨ª y de la ilusi¨®n que empleo en su b¨²squeda. Nos separan miles de kil¨®metros, aparentemente nada nos une. Un d¨ªa, le hicieron una foto y meses despu¨¦s yo la vi. Y Ravi dej¨® de ser un extra?o para formar parte de mi vida. Entonces me estimulan de las palabras de Josep Giralt: ¡°No creo que exista mayor soledad en el mundo que la de saber que no importamos a nadie¡±. No puede ser m¨¢s cierto. Me gustar¨ªa decirle, por encima de todo que, a fin de cuentas, no est¨¢ tan solo como piensa.
Llegados a este punto, no tengo opci¨®n. Creer en algo y no vivirlo es deshonesto. Quiero ser honesta conmigo misma, con la gente que me est¨¢ ayudando, con las puertas que se me est¨¢n abriendo. Y andar este camino de final incierto, pero de recorrido apasionante. Cada d¨ªa, m¨¢s cerca de Ravi.
Marta Mart¨ªn Garc¨ªa es productora en Movistar+.
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