Manuel Franquelo, el genio de la copia
E L INGENIERO y artista hiperrealista Manuel Franquelo calca la realidad. No solo en sus lienzos. Una de sus obras cumbre es el esc¨¢ner Lucida, capaz de reproducir con exactitud, en tres dimensiones, cualquier pieza de arte, ya sea una pintura rom¨¢ntica o la tumba de un fara¨®n. Se trata de un l¨¢ser con dos c¨¢maras acopladas que recorre sobre unos ra¨ªles la superficie de una obra sin tocarla. El sistema registra detalles de hasta la d¨¦cima parte de un mil¨ªmetro y los convierte en informaci¨®n digital. El relieve es la vida de una obra: las pinceladas, el polvo, los rasgu?os, los deslices de restauradores. Ah¨ª est¨¢ buena parte de la originalidad. Ning¨²n otro esc¨¢ner capta esos pormenores con la delicadeza de Lucida. Luego una fresadora esculpe ese relieve hasta el detalle m¨¢s microsc¨®pico. Otro sistema recoge el color del cuadro, que se imprime aparte y se pega sobre el molde esculpido gracias a Lucida.
¡°me gusta extraer la historia de todos los objetos, pero no s¨¦ hasta qu¨¦ punto es bueno deificar el pasado¡±.
La National Gallery de Londres compr¨® uno de estos artefactos por 20.000 libras para escanear su colecci¨®n permanente. El Prado la ha usado para analizar las pinturas negras de Goya. El objetivo de Lucida no es solo copiar una obra, sino permitir investigar la vida y la piel de un lienzo. Franquelo aspira a desmenuzar el proceso por el que la realidad se convierte en realidad: ?qu¨¦ hace que un cuadro tenga esa textura dos siglos despu¨¦s?
Franquelo comenz¨® a obsesionarse con la copia de obras de arte junto al ingl¨¦s Adam Lowe. Juntos fundaron en 2001 la empresa Factum Arte. Ning¨²n esc¨¢ner 3D del mercado cubr¨ªa entonces sus expectativas. Franquelo se puso a fabricarlo. As¨ª naci¨® Lucida, que le llev¨® cuatro a?os. Dise?¨® el hardware y el software en c¨®digo abierto y Factum desarroll¨® el prototipo a partir de 2010.
Factum est¨¢ dedicada a archivar y reproducir el patrimonio art¨ªstico mundial y hacer encargos para artistas contempor¨¢neos, como Marina Abramovic. La primera gran copia de Factum, de 2007, fue una r¨¦plica de Las bodas de Can¨¢. Napole¨®n arranc¨® el cuadro de su lugar original en un refectorio de Venecia y lo llev¨® al ?Louvre. Nunca se hab¨ªa rellenado el hueco, hasta que Factum instal¨® su copia. Tambi¨¦n se encargaron de la r¨¦plica de la tumba de Tutankam¨®n. Inaugurada en 2014 a un kil¨®metro de la original, en el Valle de los Reyes de Egipto, es uno de los mejores facs¨ªmiles digitales. Lucida a¨²n no hab¨ªa entrado en juego.
Nacido en M¨¢laga en 1953, Franquelo comenz¨® a estudiar ingenier¨ªa de telecomunicaciones en Madrid. Pero se aburr¨ªa. Tras cuatro an?os, lo dej¨® para ir a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. ¡°Entr¨¦ al arte por las portadas de los discos de Jimi Hendrix¡±, dice. A la ingenier¨ªa hab¨ªa llegado porque su abuelo, padre y hermano eran ingenieros de caminos. Pero ¨¦l era m¨¢s hippy. Ahora ya no lleva el pelo largo como en su juventud, pero tiene un aire atareado, desali?ado, despistado, con el infalible cordel para sostener las gafas: ¡°Le pasan terabytes de informaci¨®n por el cerebro¡±, dice su excolaborador Leonardo Villela. Su formaci¨®n de ingeniero es indispensable para llegar a desentra?ar qu¨¦ ha ocurrido en el ambiente para que un objeto acabe siendo como es. Para Franquelo, la perfecci¨®n no es una quimera, sino una aspiraci¨®n razonable: ¡°Me gusta llegar a los l¨ªmites de las cosas. Llevarlo al extremo es importante. Puedo ser obsesivo¡±, dice.
Y tiene dudas sobre la finalidad art¨ªstica de su labor: ¡°Me gusta extraer la historia de todos los objetos mediante los detalles, pero no s¨¦ hasta qu¨¦ punto es bueno deificar el pasado¡±, dice. La copia perfecta no pretende solo adorar el pasado. Puede usarse para preservar obras de arte en riesgo por violencia o degradaci¨®n o para devolver al lugar original piezas que est¨¢n en museos. En los ¨²ltimos tiempos, un esc¨¢ner Lucida viaja por el mundo para captar las tablas del pol¨ªptico Griffoni, de Francesco del Cossa. La obra, de 1473, sol¨ªa decorar la bas¨ªlica de San Petronio de Bolonia. Se desmantel¨® en el siglo XVIII y se vendi¨® por piezas. Gracias a su reproducci¨®n, volver¨¢ a verse reunida.
En su obra art¨ªstica, Franquelo sigue un proceso parecido. ¡°?De qu¨¦ depende el color de una vena?¡±, se pregunta. Es sencillo ver el tono de una vena a trav¨¦s de la piel. Pero Franquelo quiere saber el porqu¨¦: ¡°Es verdosa porque dentro tiene el rojo oscuro de la sangre y por encima est¨¢ cubierta por capas blancuzcas, y eso azulea, y mezclado con el pigmento amarillento de la piel acaba siendo verde¡±, dice. Y as¨ª lo pinta: sus cuadros emergen capa sobre capa. La labor para copiar los colores tambi¨¦n empieza en la realidad: ¡°Cog¨ª sangre de mi mujer¡±, aclara.
¡°Pinto un trozo de madera como si fuera nuevo¡±, explica, y hace una lista de cosas que le han podido pasar: le ha ca¨ªdo agua, cal, manchas. La pintura no tiene suficientes herramientas para reflejar el nivel de realidad que Franquelo requiere. As¨ª que inventa artilugios para hacer microl¨ªneas o sombras transparentes. Hay, por ejemplo, en una obra suya una chincheta en la que se ve su reflejo en diminuto. Y ha utilizado instrumentos que se emplean en la investigaci¨®n de c¨¦lulas madre o un microchorro de arena para borrar. Son artefactos de una perfecci¨®n asombrosa, destinados a un uso puntual, ¨²nico, individual. Ahora ha creado un programa de software que es capaz de superponer cientos de fotograf¨ªas para eliminar la profundidad de campo. Sus fotograf¨ªas parecen pinturas.
La Galer¨ªa Marlborough vende esas fotos a partir de 42.000 euros. No hay disponible en el mercado ninguna pintura de Franquelo, excepto alg¨²n dibujo en blanco y negro. En los noventa dedicaba un a?o a cada obra: ¡°Era un problema serio para la galer¨ªa¡±, dice Franquelo. En Marlborough lo recuerdan: ¡°Uno de los momentos m¨¢s deseados llegaba con Arco, cuando por fin conoc¨ªamos esa nueva joya que aceptaba poner a la venta¡±, dice Blanca Herrera, directora de ventas.
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