La Historia
Que el ministerio de la Realidad no exista no significa que no sucedan cosas
Deber¨ªa haber un ministerio de la Realidad capaz de saber lo que se cuece en las trastiendas de las ferreter¨ªas tras sentencias judiciales como la de la semana pasada. Quien dice en las trastiendas de las ferreter¨ªas dice en el cuarto de atr¨¢s de la vida social. En el cuarto de atr¨¢s, o en el s¨®tano, lo mismo da, aunque tambi¨¦n en las periferias de las grandes ciudades y en los casinos de las capitales de provincias. Hubo una ¨¦poca en la que est¨¢bamos muy atentos a lo que se hablaba en los cuarteles, al ruido de sables, as¨ª lo llam¨¢bamos, porque ese ruido sol¨ªa preceder a los veintitresefes. El ministerio de la Realidad deber¨ªa, en fin, disponer de sensores cuyas agujas se agitaran cuando en las profundidades abisales del cuerpo social se produjeran movimientos s¨ªsmicos.
Que el ministerio de la Realidad no exista no significa que no sucedan cosas. Por ejemplo, un hombre fue condenado en Palma a un a?o por robar dos botes de leche infantil. A otro hombre, tambi¨¦n en Palma, le pidieron cinco a?os por robar cuatro paquetes de pa?ales (los pa?ales vienen dando mucho juego judicialmente hablando). Son aspectos de la realidad que carecen de contadores inteligentes. No hay una sola subsecretar¨ªa de ministerio alguno que recoja el da?o que la reforma laboral ha producido en los trabajadores. He ah¨ª una fisura con peligro de convertirse en brecha, por no hablar de la queja ag¨®nica del dependiente que fallece esperando la ayuda a la que por ley tiene derecho.
La suma de lo que ocurre en las trastiendas, en los s¨®tanos, en los cuartos de atr¨¢s y en las periferias arroja una contabilidad apocal¨ªptica. ?Cuidado!, la Historia pocas veces entra por la puerta principal, pero arrasa con todo lo que hay en los salones.
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