Pedagog¨ªa

Soy tan anticuado que a¨²n considero imprescindible para la izquierda una cierta dimensi¨®n pedag¨®gica. No solo se trata de transformar lo que est¨¢ mal y defender lo que est¨¢ bien (aunque suene a trillado, a veces lo m¨¢s dif¨ªcil), sino tambi¨¦n hacer comprensible para los ciudadanos el juego institucional en que transcurre la democracia. O sea, lo contrario de soltar como ideal ¡°Estado plurinacional¡± sin aclarar qu¨¦ naciones ser¨¢n esas, si tambi¨¦n ser¨¢n plurales por dentro, y qu¨¦ relaci¨®n tendr¨¢n con el Estado. Sobre todo, d¨®nde quedan los ciudadanos: lo ser¨¢n del Estado o de cada una de esas naciones, decidir¨¢n sobre el Estado o sobre la naci¨®n a la que les ha tocado pertenecer, etc¨¦tera... En ese no aclarar tales peque?os detalles reside el truco, el m¨¢s antipedag¨®gico: se deja todo en el aire para que cada cual crea que la propuesta colma sus anhelos, federal-nacionalista para los nacionalistas, federal-constitucionalista para los dem¨¢s, todo para todos al modo paulino. Lo ¨²nico que se remacha es que el resultado no ser¨¢ de derechas y descabalgar¨¢ al PP, como si en esas dos simplezas se escondiese el Santo Grial.

Jean-Luc M¨¦lenchon, creador del Partido de la Izquierda franc¨¦s, se present¨® en las legislativas del 2012 por H¨¦nin-Beaumont, localidad que no hab¨ªa pisado en su vida. Los adversarios le acusaron de paracaidista y repuso, ofendido: ¡°Cada franc¨¦s est¨¢ en su casa en cualquier lugar de Francia¡±. Buena lecci¨®n. El derecho a decidir sobre el pa¨ªs corresponde a todos los ciudadanos, sea cual fuere el territorio en que viven. En Francia tambi¨¦n hay catalanes, vascos, bretones, corsos, provenzales... pero no es un Estado plurinacional cuando llega la hora institucional de la pol¨ªtica. La ciudadan¨ªa siempre se comparte, nunca se parte. All¨ª lo entienden hasta los radicales de izquierda...