Debate subrogado
Apelar a derechos es soltar tinta de calamar sobre cualquier asunto p¨²blico
Como en el aborto, en el debate sobre la gestaci¨®n subrogada la raz¨®n pura habita en los extremos. Pero la soluci¨®n razonable est¨¢ en el medio. Urge reconducir la agria pol¨¦mica sobre el tema hacia unas propuestas pol¨ªticas serenas. Para ello, necesitamos dos pasos.
El primero es evitar el lenguaje excluyente. Rechacemos los t¨¦rminos popularizados por los detractores de la gestaci¨®n subrogada: vientres de alquiler, hornos de gestaci¨®n, incubadoras humanas o vasijas. Pero cuestionemos tambi¨¦n que la maternidad-paternidad sea un derecho aun cuando intervengan terceras personas, como insisten sus partidarios. Apelar a derechos es soltar tinta de calamar sobre cualquier asunto p¨²blico. Nublan la discusi¨®n. Los derechos los asignaremos despu¨¦s, y no antes, del debate pol¨ªtico.
El segundo paso es examinar la inercia de las pol¨ªticas a nivel global. Una mirada superficial muestra un paisaje ca¨®tico. Unas sociedades se vuelven m¨¢s tolerantes. Copiando el modelo de los 14 Estados de EE?UU que permiten la gestaci¨®n subrogada, pa¨ªses como Grecia construyen marcos jur¨ªdicos, o ¡°mercados¡±, para ofrecer garant¨ªas a padres, ni?os y gestantes.
Y otras sociedades recorren el camino inverso. Tanto algunos destinos de la demanda mundial de gestaci¨®n subrogada (India, Tailandia) como algunas naciones origen de la misma trabajan en restringir el acceso a los extranjeros o en prohibir totalmente esta pr¨¢ctica.
Pero una mirada profunda permite adivinar un patr¨®n en estas reformas, una convergencia hacia el centro. Los pa¨ªses m¨¢s opuestos empiezan a aceptar demandas de los usuarios de la gestaci¨®n subrogada, del reconocimiento de los hijos al pago de bajas de maternidad. Y los pa¨ªses m¨¢s abiertos comienzan a desmantelar lo que, a menudo, son mercados de cuerpos y esperanzas humanas, donde gestantes y padres son explotados por intermediarios.
Debemos definir ese centro en Espa?a. Y es dif¨ªcil. En los temas sensibles, nuestros pol¨ªticos prefieren aplazar los debates sine die (como la prostituci¨®n) o delegarlos a los tribunales (como el aborto).
Para ellos, lo m¨¢s c¨®modo es tener un debate subrogado. @VictorLapuente
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