Salvaguardas ante la tiran¨ªa
Hay que obedecer las leyes, pero parece que existe bula sobre la autodeterminaci¨®n de Catalu?a
"No queremos que Catalunya se vaya pero somos dem¨®cratas¡±. Con este tuit anunciaba el l¨ªder de Podemos, Pablo Iglesias, su decisi¨®n de firmar el manifiesto del llamado Pacto Nacional por el Refer¨¦ndum, que aglutina partidos, entidades e instituciones favorables a la celebraci¨®n en Catalu?a de un refer¨¦ndum sobre la secesi¨®n. Al poco, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, le agradec¨ªa el gesto y a?ad¨ªa: ¡°Se trata de democracia, en efecto¡±. Coinciden ambos en que solo se puede ser genuinamente dem¨®crata si se es partidario del derecho a la autodeterminaci¨®n de Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Galicia, esto es, de trasladar a los respectivos pueblos de las nacionalidades que integran Espa?a la soberan¨ªa nacional que la Constituci¨®n reserva al conjunto del pueblo espa?ol, a la naci¨®n espa?ola.
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As¨ª pues, los partidarios de que la soberan¨ªa siga residiendo en el pueblo espa?ol en su conjunto no podemos ser aut¨¦nticos dem¨®cratas seg¨²n la restrictiva interpretaci¨®n de la democracia que hacen Iglesias, Puigdemont, Junqueras, Colau, etc¨¦tera. Ellos son los ¨²nicos dem¨®cratas. Los que defendemos en el debate p¨²blico catal¨¢n la unidad del pueblo espa?ol como un valor en s¨ª mismo que conviene preservar ¡ªcomo en su d¨ªa hizo a conciencia el a?orado Jordi Sol¨¦ Tura¡ª estamos acostumbrados a que impunemente se nos tilde por ello de enemigos de la democracia. Tambi¨¦n hay quien considera que el mero hecho de discutir la soberan¨ªa del pueblo espa?ol es esencialmente antidemocr¨¢tico, pero desde luego no es mi caso. Tan arbitrario me parece lo uno como lo otro. Siempre he defendido que es leg¨ªtimo preconizar un cambio del sujeto de soberan¨ªa, que en principio tan democr¨¢tico es ser partidario de preservar la soberan¨ªa del pueblo espa?ol como de trasladarla al pueblo catal¨¢n.
El respeto a la ley es el m¨ªnimo com¨²n denominador que garantiza nuestra convivencia en un marco de seguridad jur¨ªdica
El problema, en mi opini¨®n, no radica en el terreno de los principios, sino en el de la pr¨¢ctica. Lo antidemocr¨¢tico no es ser partidario de que la soberan¨ªa se traspase al pueblo catal¨¢n, sino pretender que el traspaso se haga a la brava e ignorando que democracia y Estado de derecho son indisociables. Recientemente, la consejera de Presidencia del Gobierno catal¨¢n, Neus Munt¨¦, se refer¨ªa a los refugiados y reconoc¨ªa que ¡°no ser¨ªa serio y ser¨ªa enormemente irresponsable¡± que la Generalitat acogiera a personas refugiadas sin contar con la autorizaci¨®n del Estado. Resulta que hay que obedecer todas las leyes, pero parece que hay bula con relaci¨®n a la autodeterminaci¨®n. As¨ª lo ha decidido la exigua mayor¨ªa que conforman Junts pel S¨ª y la CUP en el Parlament, mayor¨ªa insuficiente para reformar el Estatut o para aprobar una ley electoral catalana, pero ¡ªno se sabe bien por qu¨¦¡ª m¨¢s que suficiente para derogar la Constituci¨®n por la fuerza de los hechos. Esto es la ¡°democracia ilimitada¡± de la que habla James M. Buchanan, que consiste b¨¢sicamente en permitir a ¡°una mayor¨ªa o a una pluralidad de votantes ¡ªya sea a trav¨¦s de plebiscitos, referendos o asambleas elegidas¡ª hacer cualquier cosa, en el momento que se les ocurra y a quienes les plazca¡±. Buchanan advierte del ¡°significado totalitario¡± de esa democracia irrestricta.
Dec¨ªa Churchill que ¡°la democracia es la peor forma de gobierno, exceptuando todas las que se han probado hasta ahora¡±. A pesar de su prevenci¨®n, no hay duda de que Churchill era un dem¨®crata, pero era consciente de que la democracia, malentendida, puede llegar a actuar contra los valores liberales de libertad e igualdad. Dos de los principales te¨®ricos del liberalismo del siglo XIX, Alexis de Tocqueville y John Stuart Mill, coincidieron en apuntar los riesgos de que la democracia devenga en tiran¨ªa de la mayor¨ªa. Ambos convienen en que la mejor manera de combatir esos riesgos es mediante salvaguardas legales y constitucionales que contrapesen el poder de la mayor¨ªa gobernante, en pro de los derechos individuales y de las minor¨ªas que constituyen el fundamento de todo sistema democr¨¢tico y liberal, la mejor defensa contra la tiran¨ªa y la opresi¨®n.
Lo contrario, la democracia ilimitada, iliberal, que se basa en que una mayor¨ªa circunstancial pueda decidir unilateralmente que cualquier materia que le plazca deba considerarse como asunto de su exclusiva competencia, es en la pr¨¢ctica un fraude antidemocr¨¢tico, una pseudodemocracia. La democracia verdadera debe ser limitada. El respeto a la ley es el m¨ªnimo com¨²n denominador que garantiza que nuestra convivencia se desarrolle en el marco de libertad y seguridad jur¨ªdica que leg¨ªtimamente cabe esperar de nuestras instituciones democr¨¢ticas.
Ignacio Mart¨ªn Blanco es periodista y polit¨®logo.
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