La martingala
No estar¨ªamos aqu¨ª si en Catalu?a no se hubieran conculcado o aborrecido derechos constitucionales desde hace 30 a?os. Y si el Estado hubiera sido la mitad de beligerante de lo que lo han sido los Gobiernos nacionalistas
La fortuna de las met¨¢foras depende de su plasticidad, y aunque pocos hayamos visto un choque de trenes, hasta un ni?o puede llegar a represent¨¢rselo con asombrosa exactitud. Quiz¨¢ por ello esta met¨¢fora ha sido recurrente desde hace cinco a?os en el proceso soberanista catal¨¢n, pero no ve uno que est¨¦ siendo bien utilizada.
Hay un tren, desde luego, y maquinistas y pasajeros, incluso rehenes, pero no habr¨¢ choque de trenes, porque para que fuese as¨ª tendr¨ªa que haber dos trenes, y aqu¨ª solo hay uno. Esto no obsta para que ese tren se precipite ciego contra los topes de la estaci¨®n final, y chocar¨¢ en breve. De eso no hay duda, y a tenor de la aceleraci¨®n exponencial, el impacto va a ser de los que hagan ¨¦poca.
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?Y no habr¨ªa modo de evitar el choque? Probablemente no. El primer error de los sucesivos maquinistas de ese tren independentista ha sido creer que los trenes pueden dejar a un lado ra¨ªles y trazado y en ¡°una huida hacia delante¡± reunirse con la Historia, en la Gran Cita. Tampoco sabemos si ha sido error o solo un c¨¢lculo interesado presentar al Estado como otro tren, lanzado contra ellos (¡°Espa?a nos roba¡±, etc¨¦tera).. La ventaja para los independentistas de hacer figurar en la escena dos trenes que circulan por la misma v¨ªa y en sentido contrario es doble: se hace creer que Catalu?a y Espa?a son dos formaciones diferentes y soberanas con igualdad de derechos (circular por la misma v¨ªa), pero asim¨¦tricas (a Espa?a, un convoy bastante m¨¢s poderoso, solo le bastar¨ªa la inercia de su marcha para llevarse por delante cualquier obst¨¢culo). Esto les permitir¨ªa seguir victim¨¢ndose, porque es f¨¢cil suponer qui¨¦n llevar¨ªa la peor parte en esa colisi¨®n, aunque finjan ahogar su melancol¨ªa en la met¨¢fora de David y Goliat.
Y aqu¨ª es donde entra en escena el supuesto maquinista del tren del Estado, y decimos supuesto porque al no ser el Estado en este proceso ning¨²n tren, el maquinista (Rajoy) viene a ser un fantasma.
A ¨¦l le han acusado los secesionistas no solo de querer arrollar el leg¨ªtimo tren de la independencia, sino que lo culpan, al propio Rajoy y a todo el Estado, de no haber detenido este mismo tren a tiempo: ¡°de habernos advertido el Tribunal Constitucional de las consecuencias de un refer¨¦ndum, este no se habr¨ªa celebrado¡±, han declarado Artur Mas, Homs y compa?¨ªa en sede judicial, lo que no les ha impedido proclamar a la salida ante sus secuaces que ¡°volver¨ªan a convocarlo¡±.
El 9-N, UPyD pidi¨® en un juzgado que se detuviera la consulta. El fiscal lo desestim¨®
La creencia de que Rajoy ha sido y es un estorbo para cualquier soluci¨®n es un ¨¦xito de la propaganda independentista que comparten hoy muchos medios de comunicaci¨®n no independentistas, la oposici¨®n, la pr¨¢ctica totalidad de los catalanes y una considerable mayor¨ªa de espa?oles. Y es cierto, Rajoy es responsable en parte, pero no en mayor medida que la no menos indolente sociedad en su conjunto. Si Rajoy y todos los dem¨¢s hubi¨¦ramos defendido la Constituci¨®n ¡ªalgo que no tiene la menor relaci¨®n con el di¨¢logo pol¨ªtico¡ª, no estar¨ªamos en este punto. Pero muchos han cre¨ªdo, desde los primeros Gobiernos democr¨¢ticos hasta el ¨²ltimo, desde el gran o peque?o empresario al ¨²ltimo de sus empleados, junto a intelectuales, profesionales y dem¨¢s, que las cosas acabar¨ªan arregl¨¢ndose solas y que los secesionistas llevar¨ªan su tren de forma sosegada a una v¨ªa muerta, y con esa frivolidad propia de las sociedades irresponsables se ha buscado a qui¨¦n echar la culpa. Rajoy cree injusto el sambenito, ese disfraz de don Tancredo que le han puesto, pero lo cierto es que no interpreta mal ese papel: hasta veinte veces manifest¨® que el refer¨¦ndum del 9-N no se celebrar¨ªa, y cuando se estaba celebrando, y aun despu¨¦s, trat¨® de hacernos creer que hab¨ªa sido poco menos que un p¨ªcnic. Lo cual, dicho sea de paso, les ha proporcionado a los imputados la l¨ªnea argumental de su defensa. ¡°Si el Estado (Rajoy) dec¨ªa que era un p¨ªcnic, ?de qu¨¦ se nos acusa?¡±.
?Pero en esta opereta no hay un solo justo? Desde luego que s¨ª, ha habido algunos pocos, en Catalu?a varios, que han tratado de asaltar la locomotora y detener al maquinista loco, pero se les han echado encima no solo los fogoneros, sino muchos pasajeros, los famosos voluntarios, con comportamientos sociales a menudo de jaur¨ªa humana de guante blanco. A las 9 de la ma?ana del mismo 9 de noviembre, en cuanto se abrieron los colegios electorales, UPyD pidi¨® en un juzgado que se detuviera la consulta. El fiscal lo desestim¨® por no saber a esa hora, dijo, qui¨¦n convocaba aquello¡ y volvi¨® a desestimarlo a mediod¨ªa, cuando un Mas ebrio de triunfo apareci¨® por televisi¨®n jact¨¢ndose de ser el ¨²nico responsable de aquella martingala, al tiempo que retaba a la fiscal¨ªa: ¡°la manga riega, que aqu¨ª no llega¡±. Aquel fiscal es, en uno de esos giros que solo tienen cabida en la ficci¨®n, el mismo que ha tocado a Mas en el juicio que se ha seguido contra ¨¦l por los sucesos del 9-N.
Y aqu¨ª estamos. Si en Catalu?a no se hubieran conculcado o aborrecido derechos constitucionales desde hace 30 a?os en materia de lengua, educaci¨®n y propaganda, ni transigido con victimaciones pol¨ªticas de ning¨²n g¨¦nero, ni las corruptas de Pujol, ni las insensatas de Montilla, y se hubiera recordado a los espa?oles que en un Estado de derecho la falta de libertad e igualdad es lesiva para todos, no estar¨ªamos aqu¨ª. Si el Estado hubiera sido la mitad de beligerante que han sido los Gobiernos nacionalistas catalanes, si hubiese sido la mitad de leal para consigo mismo de lo que esos Gobiernos han sido desleales con ¨¦l, no estar¨ªamos aqu¨ª. Si los dem¨®cratas hubieran defendido sus derechos constitucionales con la mitad de br¨ªo que han puesto los independentistas en atropellarlos, no estar¨ªamos tampoco aqu¨ª.
El tren circula ya a la mayor velocidad, fuera de control. Van en ¨¦l dos millones (dicen) de independentistas y llevan como rehenes a otros cuatro millones de catalanes. Embestir¨¢ los topes (la Constituci¨®n) a 1.000 por hora, saltar¨¢ a los andenes, en una balumba horr¨ªsona, y se llevar¨¢ por delante todo lo que encuentre a su paso hasta que las leyes f¨ªsicas acaben por reducirlo a la completa y espantosa quietud, en medio de un silencio atronador. Algunos miembros de la CUP ¡ªal grito de ¡°?fuera topes!¡±¡ª han manifestado que ellos est¨¢n ¡°dispuestos a todo¡±, y viven ya anticipadamente ilusionados ese momento.
El tren independentista embestir¨¢ los topes (la Constituci¨®n) a 1.000 por hora
Mientras la fiesta contin¨²a (en Madrid Mas anunciaba ¡°una tercera v¨ªa¡±, y dos d¨ªas despu¨¦s en el Pa¨ªs Vasco solo una: la independencia), el p¨¢lpito de que finalmente nada grave suceder¨¢ es general. Incluso se nos viene diciendo de un tiempo a esta parte que muchos independentistas dan por concluida la martingala esquizoide. ?Tienen alg¨²n fundamento tales impresiones, tales barruntos? S¨ª, parecido al que daba por ¡°imposible de todo punto¡± el triunfo de Trump el mismo d¨ªa en que aquel se estaba produciendo.
Andr¨¦s Trapiello es escritor.
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