Una ni?a milagro en el para¨ªso Agok
Un cirujano de El Cairo recuerda la primera ces¨¢rea que practic¨®. Supuso la llegada al mundo de una ni?a tras un embarazo extrauterino
Hay muy pocas cosas que puedan sorprender a un cirujano general. Y eso que, en el terreno, como cirujano, puedes ver de todo. Normalmente, tienes que realizar los procedimientos quir¨²rgicos generales habituales, que consisten en cirug¨ªas intestinales y sus distintas variaciones. Tambi¨¦n tienes que tratar casos ortop¨¦dicos as¨ª como urgencias obst¨¦tricas. Estas ¨²ltimas eran las menos familiares para m¨ª. Como cirujanos generales, ya no recibimos mucha formaci¨®n en obstetricia y ginecolog¨ªa.
Realic¨¦ mi primera ces¨¢rea en el terreno, en Agok, durante mi primera misi¨®n con M¨¦dicos sin Fronteras. Lo llaman el para¨ªso de Agok. Y en muchos sentidos lo es.
Me un¨ª a un cirujano experimentado en el terreno que amablemente me ense?¨® el A, B, C de este tipo de intervenciones. Las ces¨¢reas no son tan complicadas si todo sale como est¨¢ planeado. Pero como todo m¨¦dico sabe, las cosas no siempre salen como se conciben.
Se trataba de una se?ora de 32 a?os que lleg¨® al hospital de Agok quej¨¢ndose de un dolor abdominal. Estaba embarazada y estimamos que estaba en la ¨²ltima fase de gestaci¨®n. La mujer ven¨ªa de una aldea a pocas horas de distancia y no hab¨ªa visto a un m¨¦dico durante todo el embarazo; no hab¨ªa tenido seguimiento prenatal, lo cual no resulta raro en estas latitudes, especialmente si, aparentemente, no hay ninguna complicaci¨®n.
Durante el embarazo, la mujer no present¨® grandes problemas, aunque previamente hab¨ªa sufrido un aborto involuntario. Ahora estaba preocupada por el dolor. Y no ten¨ªa buen aspecto. Estaba tendida sobre la parte derecha de su abdomen y bajo sus costillas parec¨ªa sobresalir un bulto duro. Sin embargo, los latidos del feto parec¨ªan fuertes: una buena se?al. La ecograf¨ªa mostraba que esta masa era la cabeza del feto. El beb¨¦ estaba en posici¨®n transversal, lo que significa que estaba de costado, echado sobre el abdomen de la mujer.
La mujer, dolorida y con malestar general, ten¨ªa que dar a luz lo antes posible y, debido a la posici¨®n del feto, ten¨ªa que ser por ces¨¢rea
Por lo general, un beb¨¦ no puede nacer de lado. Tiene que nacer con la cabeza o los pies primero, es una cuesti¨®n de simple f¨ªsica.
La mujer, dolorida y con malestar general, ten¨ªa que dar a luz lo antes posible y, debido a la posici¨®n del feto, ten¨ªa que ser por ces¨¢rea. Empezamos, como es usual, con una incisi¨®n transversal bajo el abdomen. Para nuestra sorpresa, cuando vimos el ¨²tero, nos pareci¨® que ten¨ªa un tama?o normal, el tama?o de un ¨²tero sin embarazo. ¡°Esto no tiene ning¨²n sentido¡±, pens¨¦.
Antes de empezar pod¨ªa sentir al beb¨¦ a trav¨¦s del abdomen. Sobre el ¨²tero se encontraba esta masa que no consegu¨ª reconocer a primera vista. Dada la situaci¨®n, decidimos extender nuestra incisi¨®n original hacia arriba: ahora en forma de T. Trat¨¦ de localizar el extremo superior de esta masa para encontrar lo que cre¨ª que deb¨ªa ser la ves¨ªcula. De repente, esta me golpe¨® y llor¨®. Se trataba de un embarazo abdominal.
Huelga decir que ni yo, ni mi compa?ero m¨¢s experimentado, hab¨ªamos visto uno antes. El feto se hab¨ªa desarrollado completamente fuera de la matriz. Hab¨ªa le¨ªdo acerca del tema. En los libros el tema aparec¨ªa sin fotograf¨ªa alguna y sol¨ªa estar ilustrado con un dibujo explicativo.
Para poner las cosas en perspectiva, un embarazo fuera del ¨²tero, o embarazo ect¨®pico, representa el uno o 2% de todos los embarazos. La mayor¨ªa de las veces, se desarrolla en una de las trompas de Falopio. Y solo el 1% de los embarazos ect¨®picos se desarrollan en la cavidad abdominal. E, incluso, una menor proporci¨®n llega a completar el embarazo. Est¨¢bamos ante un caso excepcional.
Cuando esta situaci¨®n es descubierta prematuramente durante el embarazo, normalmente, este se interrumpe porque conlleva un riesgo alt¨ªsimo para la madre y un ¨ªndice alto de malformaciones fetales. En nuestro caso, en un hospital de campa?a en esta parte del mundo, no hab¨ªa ninguna posibilidad de que esta circunstancia se detectase antes.
La ves¨ªcula que lloraba era la cabeza del beb¨¦. La masa por encima del ¨²tero era la placenta. Conseguimos sacar al beb¨¦ y eliminamos con sumo cuidado la mayor parte de la placenta posible sin causar sangrado.
El beb¨¦, una ni?a, estaba llorando, lo que siempre es grato de escuchar. Su madre tambi¨¦n parec¨ªa encontrarse bien. Hab¨ªa gastado una vida. En cualquier momento del embarazo, las cosas podr¨ªan haber salido mal. Pero lleg¨® hasta el final y estuvimos all¨ª para presenciarlo. Se trata de un caso ins¨®lito para cualquier ginec¨®logo, por no hablar para un cirujano general. Y en este caso tuvo un final feliz.
El beb¨¦ estaba llorando, lo que siempre es grato de escuchar. Su madre tambi¨¦n parec¨ªa encontrarse bien. Hab¨ªa gastado una vida
Durante las dos semanas siguientes, tuvimos que estar muy pendientes de ambos. La madre segu¨ªa en riesgo de sangrado o de contraer una infecci¨®n que podr¨ªa poner en peligro su vida. Dado que est¨¢bamos en un hospital de campa?a, no cont¨¢bamos con las mismas herramientas y equipos para monitorizar a un paciente en riesgo que en un centro convencional. Depend¨ªamos, como en otros casos, de nuestro sentido cl¨ªnico. Esper¨¢bamos que todo fuera bien. Y as¨ª fue.
La madre se recuper¨® de la operaci¨®n y la peque?a tambi¨¦n parec¨ªa evolucionar bien. En un par de semanas, ambas estaban preparadas para volver a casa. Planificamos las visitas de seguimiento y, en la primera, un mes despu¨¦s, ambos estaban sanos y felices.
Hay cosas que solo se viven una vez en la vida, y esta es una de ellas. Podr¨ªa haber sido una historia extraordinaria incluso con un final distinto. Pero un final feliz es mucho mejor.
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