Anestesia de campo
La especialista en Agok, una zona en disputa entre Sud¨¢n y Sud¨¢n del Sur, narra c¨®mo supera las limitaciones materiales en su primera misi¨®n en un sistema de salud gravemente afectado
Llego a Agok (Sud¨¢n del Sur) a bordo de uno de los peque?os aviones de Naciones Unidas que aterrizan en la pista de esta regi¨®n. Abajo, el paisaje tiene un tono rojizo. Desde el aire, Agok se divisa como un gran grupo de chozas ba?adas por el sol. El coordinador del proyecto, que me acompa?a en el avi¨®n, me se?ala el hospital. Instantes despu¨¦s, el avi¨®n toma tierra dejando tras de s¨ª una estela de polvo. En cuanto descendemos del avi¨®n, nos vemos rodeados de ni?os que, obviamente, hacen de la pista de aterrizaje su patio de juegos.
Veo entonces una imagen familiar, un veh¨ªculo todo terreno de MSF con los cl¨¢sicos distintivos Sin Armas que he visto tantas veces en los medios de comunicaci¨®n y al que me voy subir por primera vez.
Tras un corto trayecto, llegamos al recinto de MSF. En el tukul, una gran caba?a en forma de cono que se utiliza como sala de estar para el personal, conozco al equipo e iniciamos un recorrido por las instalaciones. Estoy deseando ver el quir¨®fano.
Se trata de una sala sencilla. Miro alrededor y no logro localizar la m¨¢quina de anestesia. Enseguida me doy cuenta: ?No hay! Ni m¨¢quina de anestesia, ni ventilador, ni capn¨®grafo para medir el di¨®xido de carbono en los pacientes; no hay un monitor de electrocardiograma, ni desfibrilador, no hay mascarillas lar¨ªngeas para mantener las v¨ªas respiratorias del paciente abiertas, ni estiletes de intubaci¨®n¡ Estoy ante una aut¨¦ntica anestesia de terreno.
Este es, con mucho, el mayor desaf¨ªo de mi carrera ?He mencionado que no habr¨¢ asistente anestesista?
Todo lo que tengo son algunos tubos endotraqueales para mantener una v¨ªa a¨¦rea, laringoscopios de McCoy (pero solo de dos tama?os), un par de bolsas de anestesia, mascarillas, un concentrador de ox¨ªgeno port¨¢til, un ox¨ªmetro de pulso que nos permite medir la saturaci¨®n de ox¨ªgeno de la sangre de un paciente, un monitor y un tensi¨®metro.
Para medir la concentraci¨®n de hemoglobina en sangre contamos con un Hemocue, pero el laboratorio como tal es inexistente. No podemos hacer an¨¢lisis de sangre, no se pueden realizar hemogramas que, por ejemplo, nos permitir¨ªan identificar una anemia, ni contamos con test de urea y electrolitos para comprobar la funci¨®n renal. Tenemos una peque?a nevera para almacenar sangre, pero la ¨²nica forma de obtener sangre para transfusiones es mediante la donaci¨®n de familiares de los pacientes.
El cirujano me empieza a explicar la naturaleza de los casos que suelen recibir. Sin embargo, estoy inmersa en mis pensamientos; mi experiencia con la ketamina es limitada y tengo que aprender mucho del actual anestesista antes de sustituirle. Vamos a necesitar ventilaci¨®n manual para practicar laparotom¨ªas, intervenir traumatismos graves y realizar algunas de ces¨¢reas de emergencia¡ Hago mis conjeturas sobre los momentos en los que vamos a tener que usar anestesia. Tendr¨¦ que emplear mi juicio cl¨ªnico para facilitar una anestesia segura ya que no tengo m¨¢s herramientas para supervisar la condici¨®n del paciente que un estetoscopio, un ox¨ªmetro y tensi¨®metro. Siento como si hubiera retrocedido en el tiempo. Y en estas condiciones, atendemos a pacientes de todas las edades con una amplia gama de problemas m¨¦dicos, incluyendo a reci¨¦n nacidos.
Sin otra alternativa, pronto me adapto a trabajar en un contexto marcado por la escasez de recursos
El cirujano, un estadounidense especializado en cirug¨ªa, es incre¨ªblemente competente. Con el tiempo descubro que sus habilidades van desde la tiroidectom¨ªa a la cirug¨ªa intestinal pasando por los injertos de piel para las quemaduras, las ces¨¢reas y muchos otros procedimientos. Desde el primer momento, mantengo una muy buena relaci¨®n con ¨¦l, lo que me resulta tranquilizador.
Agok es caluroso y h¨²medo, una combinaci¨®n incre¨ªblemente sofocante. Necesito aclarar mis ideas. Requiero tiempo y espacio donde pueda pensar el tipo de anestesia que puedo facilitar aqu¨ª con lo que tengo. Este es, con mucho, el mayor desaf¨ªo de mi carrera ?He mencionado que no habr¨¢ asistente anestesista? ?C¨®mo va a ser posible ventilar manualmente de forma constante y, al mismo tiempo, atender a las otras necesidades del paciente?
Escasas horas despu¨¦s de mi aterrizaje, me avisan que hay que realizar una laparotom¨ªa de urgencia. Se trata del ap¨¦ndice. Sigo al anestesista al que voy a reemplazar. Coge ketamina, morfina y suxametonio. Todo el proceso de extubaci¨®n lleva media hora. El paciente se despierta estable y libre de dolor. Estoy impresionada. A pesar del agotamiento por el viaje me siento euf¨®rica.
A partir de ese momento comienzo una experiencia intensa. Empiezo realizando sedaciones para cirug¨ªas menores, pero enseguida me encuentro con pacientes de alto riesgo que van a requerir procedimientos de alto riesgo. Sin otra alternativa, pronto me adapto a trabajar en un contexto marcado por la escasez de recursos y me convierto en una experta en el arte de utilizar ketamina en la mayor¨ªa de los casos.
Tambi¨¦n me veo en situaciones que no me hab¨ªa imaginado. En numerosas ocasiones tengo que ventilar manualmente a pacientes tras operaciones que se han prolongado durante horas. Asumo as¨ª el papel de un ventilador para estabilizarlos de cara a una correcta extubaci¨®n. Cada vez que lo hacemos con ¨¦xito y funciona me siento exultante. Sin embargo, si me preguntan, no me ha abandonado ni un solo minuto una sensaci¨®n aplastante producto de la frustraci¨®n e impotencia por aquellos desafortunados a los que no hemos podido salvar.
Birsen Gaskell es anestesista de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) en Agok.
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