Matrioska americana
Cada d¨ªa que pasa, la sombra de Rusia oscurece m¨¢s el mandato de Trump
Las revelaciones sobre las conexiones entre el Gobierno ruso y el equipo de Trump se han convertido en un juego de mu?ecas rusas en el que, por inveros¨ªmil que parezca, siempre acaba por aparecer una nueva matrioska dentro de la anterior.
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Despu¨¦s de la dimisi¨®n del general Michael Flynn, elegido por Trump para el puesto clave de Consejero de Seguridad Nacional, esta vez el esc¨¢ndalo de las conexiones rusas ha salpicado al senador Jeff Sessions, designado por Trump nada menos que para el puesto de fiscal general del Estado, equivalente al ministro de Justicia en nuestro sistema. Como se ha conocido ahora, el senador Sessions se reuni¨® con el embajador ruso en EE UU a comienzos de septiembre, durante la recta final de la campa?a electoral, en pleno esc¨¢ndalo sobre el ciberasalto ruso a los servidores del partido dem¨®crata.
La gravedad de dicha reuni¨®n con el embajador Kislyak es doble. Por un lado, Jeff Sessions, que fue el primer senador republicano en endosar la candidatura de Trump, desempe?aba un puesto clave en su campa?a ¡ªasesor de seguridad nacional¡ª. No puede por tanto alegar ignorancia respecto a la extrema sensibilidad de una cita celebrada solamente tres d¨ªas despu¨¦s de que el presidente Obama pidiera personalmente a Putin en la reuni¨®n del G-20 celebrada en China que cesaran los ataques de Rusia contra el Partido Dem¨®crata as¨ª como las interferencias de Rusia en la campa?a electoral estadounidense.
Pero Sessions no solo ha mostrado tener escaso criterio pol¨ªtico y peor a¨²n capacidad de gestionar temas relacionados con la seguridad nacional. De forma m¨¢s grave a¨²n, minti¨® al respecto en las dos ocasiones que fue preguntado, oralmente y por escrito, sobre sus contactos con Rusia durante su proceso de confirmaci¨®n como fiscal general. Y volvi¨® a mentir sobre la cuesti¨®n el 1 de marzo, una vez ya nombrado para el puesto, al negar haberse reunido durante la campa?a con ning¨²n funcionario ruso.
Que el fiscal general del Estado, m¨¢ximo garante de la legalidad dentro del poder ejecutivo, inicie su mandato sobre una serie de mentiras resulta intolerable. Y que pretenda zanjarlo ofreciendo abstenerse de participar en las investigaciones en curso del FBI sobre la interferencia de Rusia en la campa?a electoral es una burla inconcebible cuya ¨²nica virtud es dejar claro hasta d¨®nde Trump y su equipo est¨¢n denigrando las instituciones de su pa¨ªs.
Detr¨¢s de la victoria de Trump sigue y seguir¨¢ pesando la enorme losa de la interferencia rusa. Est¨¢ claro que desde el principio, Putin vio en Trump una oportunidad de zafarse de la presi¨®n que tanto los republicanos tradicionales como los dem¨®cratas ven¨ªan ejerciendo sobre Rusia y su pol¨ªtica exterior, lo que llev¨® a poner en marcha una operaci¨®n de apoyo y acercamiento. Lo incre¨ªble es que los hombres de Trump cayeran tan f¨¢cilmente en su juego. Si se dejaron ¡°ayudar¡± a ganar las elecciones llevados por su odio a los dem¨®cratas, mal. Si lo hicieron porque simpatizaban con la idea de hombres fuertes que hablan claro a la naci¨®n y quieren un mundo sin ataduras, peor a¨²n. En cualquiera de los casos, la sombra Putin no va abandonar nunca a Trump.
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