La hora del pacto salarial

Gran parte de la estabilidad de la econom¨ªa espa?ola depende de una pol¨ªtica de rentas razonable y coherente con la evoluci¨®n actual de la econom¨ªa espa?ola. A estas alturas de 2017 ya deber¨ªan tener los agentes sociales una propuesta de variaci¨®n salarial para el pr¨®ximo periodo. Pero no hay propuesta ni visos de obtenerla. Mientras que en 2012 y 2015 se firmaron sin fricciones dos pactos que equival¨ªan a una congelaci¨®n salarial el primero y a una moderaci¨®n intensa el segundo, en 2017, cuando han cambiado las tornas y se hace necesario trasladar a los asalariados la mejora general de la econom¨ªa y, en particular, de los beneficios, la negociaci¨®n se enreda en una mara?a de peticiones que bloquean el acuerdo entre patronal y sindicatos.

Es cierto que desde las filas de alg¨²n sindicato se ha agitado la idea de la conflictividad. Y tambi¨¦n que, probablemente, las posiciones de partida en torno a la evoluci¨®n deseable de los salarios est¨¢n alejadas. Pero el camino de la negociaci¨®n deber¨ªa desbrozarse de cualquier reclamaci¨®n, requisito o subtrama negociadora ajenos a la cuesti¨®n nuclear, que es un pacto social. Por tanto, no deber¨ªan entrar en la negociaci¨®n salarial cuestiones tales como los liberados sindicales, la ley de huelga o las modalidades de contrataci¨®n laboral, por citar tres invocaciones de la patronal. Es la hora de pactar una pol¨ªtica de rentas nueva, porque es lo que necesita el pa¨ªs; y el resto de los asuntos, importantes todos, no pueden bloquear el acuerdo necesario. Y, por cierto, proponer, en la situaci¨®n actual de las pensiones, una rebaja de las cotizaciones sociales de las empresas no solo es inasumible por los sindicatos, sino tambi¨¦n por el Gobierno.

El Ejecutivo tiene una responsabilidad, aunque sea indirecta, en la pol¨ªtica de rentas. No se trata de que intervenga en la negociaci¨®n, sino de que inste a las partes, con todos los medios a su alcance ¡ªque son muchos¡ª, a que negocien en serio.