Las mujeres tenemos valor y precio
A¨²n no nos hab¨ªamos aclarado con la prostituci¨®n cuando llega el burdel que cosifica a las mujeres con mu?ecas hinchables
Ya sabemos que es de necios confundir valor y precio, pero lo cierto es que llueven las razones para confundirnos cuando hablamos de mujeres. La sociedad democr¨¢tica a¨²n no se hab¨ªa aclarado en el debate sobre la prostituci¨®n cuando se estrena en Barcelona un burdel de mu?ecas hinchables que pone al servicio de los hombres elaborad¨ªsimos pol¨ªmeros en forma de mujeres sexis ¡ªpero pol¨ªmeros, al fin y al cabo¡ª por 120 euros la hora y nos quedamos de una pieza. Valiente juerga unipersonal.
En cualquier foro actual, y actual significa tambi¨¦n feminista, el debate sobre la prostituci¨®n enfrenta a los partidarios de la prohibici¨®n total con los partidarios de su regulaci¨®n; a los que defienden una multa a los clientes en lugares p¨²blicos o la impunidad social y legal que ha imperado siempre en nuestro mundo. Est¨¢bamos en esas, decimos, cuando el burdel de Barcelona, que copia una tendencia extendida en Jap¨®n y otros pa¨ªses, nos deja atr¨¢s y cosifica tanto a la mujer que la sustituye directamente por un maniqu¨ª hiperrealista y d¨®cil que no se quejar¨¢ jam¨¢s. El gremio de prostitutas ha reaccionado inmediatamente cuestionando a los objetos sin alma, afecto, mirada, ni piel, ni por supuesto ¡°reclamaciones de derechos laborales ni constitucionales¡±. Qu¨¦ triste es tener que defender la fuerza de trabajo, la fuerza de este trabajo, de una cosificaci¨®n mayor a¨²n. Pero qu¨¦ comprensible se vuelve.
Y es que alguien tiene un problema, Houston. La prostituci¨®n ha vuelto a extenderse como forma de diversi¨®n entre grupos de j¨®venes, perezosos seguramente a la hora de trabajarse una compa?¨ªa de igual a igual sin la chequera en la mano. Ya no hay excusas morales en un mundo donde todo es accesible. Contratar a una prostituta es poner precio a la compa?¨ªa de una mujer (o de un hombre) y contratar a una mu?eca hinchable es poner precio a una imagen cosificada de la mujer. En todos los casos: precio. En muchos: explotaci¨®n sexual de la mujer. ?Y el valor?
Tambi¨¦n tenemos un problema con el valor. Un diputado polaco al que los contribuyentes europeos pagamos su sueldo por defender los intereses de los ciudadanos considera que ¡°las mujeres deben ganar menos¡±. Janusz Korwin-Mikke, sancionado previamente por un saludo nazi, hab¨ªa atacado ya a negros, a refugiados, y ahora les ha tocado a las mujeres. Est¨¢ contra su derecho a voto y le parece razonable que las mujeres ganen menos que los hombres por su ¡°debilidad¡±. Los asesinos machistas tampoco reconocen el valor de las mujeres.
El tiempo no va a arreglar todo esto por s¨ª solo. Solo una educaci¨®n comprometida con la igualdad y una sociedad vigilante minar¨¢n el machismo. Y a eso s¨ª conviene ponerle precio. Se llama presupuestos crecientes contra la violencia de g¨¦nero, y no menguantes, y se llama pol¨ªtica y ense?anza a favor de la igualdad desde el colegio. Entonces s¨ª habremos creado valor. El valor y el precio correctos.
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