Menstruar: un reto en el cielo y en la tierra
El acceso a agua y saneamiento y su impacto en la higiene menstrual es preocupaci¨®n compartida tanto por ingenieras en el espacio como por mujeres en la Tierra
Casi nadie imagina que el ciclo menstrual en gravedad cero es una variable en la log¨ªstica de las misiones espaciales. Desde los a?os sesenta, m¨¢s de 60 astronautas han tenido que plantearse c¨®mo manejarse con sus periodos a bordo de las naves. Tanto el impacto f¨ªsico como los problemas pr¨¢cticos del peso y la eliminaci¨®n de residuos (con instalaciones reducidas, dise?adas sin tomar en cuenta estas consideraciones) de productos como tampones, toallas sanitarias y anticonceptivos, han sido objeto de discusiones cient¨ªficas de alto nivel.
?Por qu¨¦ hablar de log¨ªstica espacial de la menstruaci¨®n? Porque el acceso a agua y saneamiento y su impacto en la higiene menstrual es una preocupaci¨®n que comparten las ingenieras en el espacio con las mujeres que desarrollan tareas cotidianas aqu¨ª en la Tierra.
Hoy en d¨ªa, se estima que 663 millones de personas en el mundo carecen de acceso a agua segura; y en saneamiento estamos a¨²n peor, con un tercio de la poblaci¨®n mundial (es decir 2.400 millones de personas) sin acceso a un servicio adecuado. O, dicho en pocas palabras: hay m¨¢s personas en el mundo con tel¨¦fono celular que acceso a un ba?o. Dado el papel tradicional de la mujer en muchas sociedades, son ellas quienes asumen el peso (figurado y literal) de la falta de estos servicios, dedicando m¨¢s de 125 millones de horas cada d¨ªa a recolectar agua para sus familias en recipientes que pueden llegar a pesar hasta 20 kilos.
Entonces, cuando se dise?a e implementa un sistema de agua potable, unidades b¨¢sicas sanitarias o cualquier otro tipo de infraestructura de agua y saneamiento, no se trata de una simple operaci¨®n de mejora de acceso. Debemos ir m¨¢s all¨¢ de los tubos y ca?os e incluir perspectivas de g¨¦nero, para combatir las desigualdades y asegurar la calidad y sostenibilidad de las obras.
La matr¨ªcula escolar de las ni?as incrementa 15% cuando las comunidades cuentan con agua y saneamiento
Empecemos por la salud. Alrededor de la carencia de agua segura, orbitan problemas relacionados a la mala calidad del recurso y/o malos h¨¢bitos de higiene. Por ejemplo, 1,5 millones de ni?os mueren cada a?o a causa de la diarrea; se trata de la segunda causa de mortalidad en menores de cinco. Simples pr¨¢cticas como hervir el agua, lavarse las manos con jab¨®n despu¨¦s de evacuar (o algunas m¨¢s complejas como la limpieza de los tanques y cisternas) son necesarias (aunque no suficientes) para evitar las enfermedades transmitidas por el agua.
Sin embargo, como lo indica la econom¨ªa del comportamiento, si queremos cambiar patrones como el lavado de manos, se tiene que romper esquemas tradicionales que asumen comportamientos racionales y acudir a herramientas m¨¢s sofisticadas procedentes de campos tan variados como marketing o antropolog¨ªa. Y un vector decisivo de buenos h¨¢bitos en el hogar son las mujeres, sobre todo en ¨¢reas donde se encargan del acarreo del agua, la cocina, limpieza del hogar y cuidado de los m¨¢s peque?os. En consecuencia, la participaci¨®n igualitaria activa de hombres y mujeres en todo el ciclo de provisi¨®n de los servicios debe ser una prioridad sectorial para garantizar el ¨¦xito de nuestras intervenciones.
La higiene menstrual es otro aspecto del circulo vicioso de la exclusi¨®n y desigualdad. Cuando no hay ba?os, las mujeres y ni?as deben caminar grandes distancias, solas, de noche para evitar ser vistas y/o acosadas, obligadas a defecar al aire libre. Por si esto fuera poco, en muchos pa¨ªses, se ven obligadas a ausentarse de la escuela y/o el trabajo (lo cual repercute en su nivel de educaci¨®n, ingresos y a la larga en su desarrollo humano) por falta o malas instalaciones sanitarias construidas sin considerar las necesidades de su higiene intima (falta de separaci¨®n de los cuartos de ba?o, de productos higi¨¦nicos o donde disponer de los mismos). Como ejemplo, la matr¨ªcula escolar de las ni?as incrementa 15% cuando las comunidades cuentan con agua y saneamiento.
Asimismo, el costo o la falta de costumbre de comprar toallas sanitarias o tampones hace que muchas mujeres, sobre todo en ¨¢reas m¨¢s remotas y de dif¨ªcil acceso, tengan que recurrir al uso de productos alternativos como cenizas, hojas y trapos durante su periodo, lo cual (acompa?ado de la falta de agua y saneamiento) puede provocar infecciones y problemas de salud consecuentes. Esto explica porque la higiene menstrual es un elemento fundamental para el bienestar de nuestros hogares y dignidad de la mujer.
Por ende, proveer a las comunidades de agua y saneamiento representa una oportunidad para hacer frente a los desaf¨ªos que plantea la higiene (b¨¢sica) femenina, desmitificando la menstruaci¨®n, promoviendo la participaci¨®n de la mujer, fomentando el dise?o de pol¨ªticas inclusivas, dise?ando infraestructura adecuada. O en jerga sectorial: transversalizando la perspectiva de g¨¦nero en el sector de agua y saneamiento.
Resulta que la menstruaci¨®n puede producirse normalmente en el espacio (si las astronautas optan por tener su periodo durante la misi¨®n). Y mientras los cient¨ªficos siguen investigando c¨®mo gestionar los ciclos menstruales en ¨®rbita, nosotros seguiremos velando por brindar acceso a servicios de agua, saneamiento y residuos s¨®lidos de calidad en Am¨¦rica Latina y el Caribe y as¨ª contribuir a una mejor calidad de vida en nuestro planeta.
Sergio I. Campos G. es jefe de la Divisi¨®n de Agua y Saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo.
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