La higiene menstrual, m¨¢s que un producto en el supermercado
La regla es motivo de estigmatizaci¨®n en muchos pa¨ªses: esos d¨ªas la mujer est¨¢ "sucia". Desproveerla de tales connotaciones negativas es el objetivo de algunos programas internacionales
Las mujeres indias no pueden cocinar cuando tienen la regla. Creen que sus manos ensuciar¨ªan la comida. Se recluyen en casa y no se atreven a salir para no contagiar a los que se acerquen a esa maldici¨®n que les llega, aproximadamente, cada 28 d¨ªas. En Tanzania, algunas chicas utilizan hojas de ¨¢rboles, trozos de algod¨®n o cuartillas del libro de ejercicios escolar para contener un flujo del que desconocen su causa, aunque se repita todos los meses. Las ni?as nepal¨ªes deben dormir solas durante los d¨ªas del periodo, sin importar la temperatura del cuarto ¡ªa menudo bajo cero¡ª ni los medios para protegerse de ella. Namagwatala, en ugand¨¦s, significa sucia: es como se le llama a aquella mujer que derrama sangre en su menstruaci¨®n.
Estos y muchos casos m¨¢s hacen pensar que la higiene menstrual no se reduce al estante de un supermercado donde adquirir los productos necesarios para el aseo ¨ªntimo femenino. Es, en buena parte del mundo, un problema que ata?e a la dignidad de las mujeres. A su estigmatizaci¨®n. A su salud. La Asociaci¨®n Water Supply & Sanitation Collaborative Council (WSSCC), con base en Ginebra (Suiza) y presencia en todos los continentes, tiene como uno de sus objetivos que el acceso al agua sirva tambi¨¦n para concienciar sobre los cuidados de la menstruaci¨®n y desproveerla de sus connotaciones negativas explicando qu¨¦ es y qu¨¦ hacer.
¡°El 52% de la poblaci¨®n mundial femenina (un 26% del total) est¨¢ en edad reproductiva¡±, escribe Catarina De Alburquerque, reportera especial del departamento de derechos humanos la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas (ONU), ¡°y muchas de estas mujeres menstr¨²an entre dos y siete d¨ªas al mes¡±. ¡°La menstruaci¨®n es algo integral y normal de la vida humana. Por eso, la higiene menstrual es fundamental para el bienestar y la dignidad de la mujer. De su higiene b¨¢sica, de su bienestar y de la salud de su sistema reproductivo, que todas las mujeres y chicas tienen como derecho fundamental¡±, remarca. ¡°El silencio y el estigma que lo rodea, sin embargo, hace que este cuidado ¨ªntimo no est¨¦ entre las prioridades de los gobiernos, como no lo est¨¢n los temas relacionados con las mujeres. Gracias al atrevimiento y la innovaci¨®n de organizaciones y personas individuales, el inter¨¦s y el conocimiento est¨¢n creciendo¡±.
Seg¨²n la agrupaci¨®n WSSCC, el acceso a unas adecuadas condiciones de aseo est¨¢ privado para dos mil millones y medio de personas en decenas de pa¨ªses del planeta. Rockaya Aidara, responsable del ?frica Occidental y organizadora de talleres en varios continentes, sostiene en conversaci¨®n telef¨®nica desde la sede suiza que una de las tareas m¨¢s dif¨ªciles no es simplemente un problema de acceso al agua, sino de la mentalidad de la poblaci¨®n a la que se dirigen. ¡°Lo fundamental es romper el silencio¡±, responde concisa. ¡°El primer escollo que sortear pasa por ense?ar lo que supone biol¨®gicamente y liberarla del halo de maldiciones que la aquejan en rincones de rentas bajas, pero tambi¨¦n en naciones desarrolladas¡±.
Para Aidara, los desaf¨ªos que se presentan a la hora de conocer el tema, por tanto, responden a algo m¨¢s que la sanidad y el acceso al agua. ¡°Existe un tab¨² que impacta directamente en la calidad de vida de mujeres y ni?as, reforzando las desigualdades de g¨¦nero y la exclusi¨®n¡±, expresa. Los cursos que su organismo desarrolla junto a la secci¨®n de mujeres de la ONU inciden en el conocimiento de uno mismo y en la purga de malos sentimientos hacia lo que el propio cuerpo emite. ¡°Algunas mujeres perpet¨²an los obst¨¢culos impuestos y las malas pr¨¢cticas. Los ni?os y hombres de muchas comunidades saben incluso menos, pero tienen que conocerlo para apoyar a sus hijas, sus mujeres, sus alumnas o sus empleadas¡±, dice. ¡°Cuando sales de casa, no es igual ser hombre o mujer. En los d¨ªas de menstruaci¨®n, la mujer tiene verg¨¹enza, miedo y estr¨¦s. Se creen que la gente las est¨¢ mirando¡±.
La escuela representa el choque inicial con la menstruaci¨®n. All¨ª, muchas ni?as carecen de productos adecuados y algunos profesores les niegan un espacio ¨ªntimo. ¡°Muchas chicas menstr¨²an en el aula, con la consecuente timidez y humillaci¨®n. Esto provoca que dejen de asistir durante esos d¨ªas o incluso abandonen los estudios, fundamentales para su futuro¡±, explica la Aidara mientras dicta algunos datos: ¡°El 95% de las chicas de Ghana pierden las clases durante el periodo; y en Etiop¨ªa, cada ni?a pierde entre dos y seis d¨ªas de escuela al mes por culpa de la menstruaci¨®n¡±.
Abandono escolar aparte, la mayor¨ªa de estas mujeres sufren a cualquier edad la discriminaci¨®n impuesta por el acervo cultural del pa¨ªs y sus propias creencias. Dolores, flujo y ap¨®sitos corren la suerte de formar parte de diagn¨®sticos poco cient¨ªficos que contradicen a la anatom¨ªa femenina y su funcionamiento natural. En Ir¨¢n, por ejemplo, un 48% de las chicas en edad escolar cree que la menstruaci¨®n es una enfermedad. Lo mismo pasa con un 10% en la India o un 7% en Afganist¨¢n. ¡°Tenemos que hablar de higiene, pero tambi¨¦n de respeto. De dejar de percibirlo como algo sucio, antinatural. Y de saber disfrutar el momento con algo de organizaci¨®n higi¨¦nica¡±, contin¨²a Aidara. Datos de la WSSCC arrojan que el 51% de las ni?as de Ir¨¢n no se ba?an hasta ocho d¨ªas despu¨¦s del primer d¨ªa de regla o que el 84% de las afganas nunca lavan sus genitales. Hay m¨¢s: un 30% de mujeres de Malawi no puede usar letrinas individuales en esos d¨ªas y un 11% de las et¨ªopes o un 60% de las indias s¨®lo se cambia de compresa una vez al d¨ªa. ¡°Hay que implicar a hombre y mujeres, pero tambi¨¦n a los mandatarios. A los ministerios nacionales de Sanidad y Educaci¨®n. ?Cu¨¢ntas mujeres del Gobierno hablan del tema?¡±, se pregunta la responsable, de origen senegal¨¦s y gran conocimiento en la regi¨®n occidental del continente africano, donde empieza a haber m¨¢s presencia femenina en las instituciones.
¡°Hay muchas opciones para cuidarse¡±, esgrime. ¡°Estamos acostumbradas a los tampones o a productos dif¨ªciles de hallar en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Hay otras f¨®rmulas novedosas de bajo coste que est¨¢n al alcance de m¨¢s gente y tienen mejor integraci¨®n en la comunidad, como las compresas reutilizables a base de trapos y algod¨®n. Pero lo mejor es mostrar todo y dar libertad. Libertad e informaci¨®n sobre posibles infecciones o contraindicaciones¡±, advierte. ¡°Soy optimista: estoy convencida de que el futuro va a ser muy positivo porque no es una cuesti¨®n que dependa del poder sino de las personas¡±, aventura. Gracias a sus iniciativas, quiz¨¢s las ni?as de India puedan preparar sus mejores recetas en cualquier momento, las nepal¨ªes dormir siempre en su cama y las chicas de Tanzania dejar sus apuntes para otros menesteres. Ser¨¢ entonces cuando el aseo ¨ªntimo sea un cartel en un supermercado y no un concepto cargado de presagios.
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