Espa?a contra el proyecto moderno
El millonario James Goldstein, exc¨¦ntrico amante de la NBA y la moda, propietario de una de las casas m¨ªticas del arquitecto John Lautner, don¨® hace un a?o su ic¨®nica vivienda al museo LACMA de Los ?ngeles. En usufructo hasta su muerte, entre tanto, Goldstein abre las puertas de su incre¨ªble residencia a grupos de estudiantes, periodistas o invitados ilustres que quieren disfrutar de esta joya de la arquitectura moderna estadounidense.
Con pantal¨®n corto de tenis y parapetando su piel de iguana detr¨¢s de un peri¨®dico, el estoico propietario asume como una reliquia m¨¢s las miradas de los intrusos. Algunos, como fue mi caso, boquiabiertos no s¨®lo ante las maravillas de la estructura, la ubicaci¨®n y la naturaleza integrada en el espacio (que incluye un maravilloso skyspace del artista James Turrell) sino tambi¨¦n ante su colecci¨®n de botas y sombreros. En su habitaci¨®n, a los pies de su cama, una de las vistas m¨¢s gloriosas de la ciudad, en el respaldo, y tras enormes cristaleras, el fondo turquesa de la piscina, un acuario pensado para no perder de vista a los ni?os bajo el agua, pero en el que hoy s¨®lo flotan las sirenas locales, como su amiga Pamela Anderson.
"La administraci¨®n p¨²blica se pirra por la est¨¦tica de almoneda y desprecia todo lo que huela a modernidad"
He recordado la Casa Lautner y a su altruista propietario al conocer la triste historia de la Casa Guzm¨¢n, joya del arquitecto Alejandro de la Sota en una urbanizaci¨®n a las afueras de Madrid y destruida ahora por sus herederos. Construida en 1972 en la localidad de Algete, la Casa Guzm¨¢n es ya un escombro m¨¢s de nuestra maltrecha arquitectura moderna. ?Que era un chal¨¦ de propiedad privada? ?Que s¨®lo interesaba a los estudiantes de arquitectura? ?Y qu¨¦?
En cualquier otro pa¨ªs el capricho de unos herederos sin gusto ni cultura hubiese sido frenado por leyes mucho m¨¢s sensibles con su patrimonio. Vayan a Google, contemplen el vulgar y pretencioso bloque que ha sustituido a la casa de De la Sota y entender¨¢n por qu¨¦ este pa¨ªs, orgulloso de la losa est¨¦tica que implantaron los nuevos ricos del franquismo, no tiene soluci¨®n.
"Vayan a Google, contemplen el vulgar y pretencioso bloque que ha sustituido a la casa de De la Sota y entender¨¢n por qu¨¦ este pa¨ªs no tiene soluci¨®n"
En su admirable pel¨ªcula Los Angeles plays itself, el cineasta Thom Andersen ya nos advert¨ªa de c¨®mo sistem¨¢ticamente la arquitectura moderna ha soportado las embestidas del conservadurismo. Sin ir m¨¢s lejos, Hollywood ha utilizado estas joyas de su arquitectura como nido de sus personajes m¨¢s perversos. En L.A. Confidential, la Casa Lovell, de Richard Neutra, era la residencia del proxeneta que interpreta David Strathairn. Por no hablar del marco perfecto para todo tipo de villanos que es la Casa Ennis, de Frank Lloyd Wright. O la misma Casa Goldstein de Lautner, famosa por aparecer en El gran Lebowski, de los nada conservadores hermanos Coen, que sin embargo situaron all¨ª al personaje que interpreta Ben Gazzara: el empresario pornogr¨¢fico Jackie Treehorn.
Hace unos a?os la Fundaci¨®n ICO dedic¨® una exposici¨®n conjunta a Alejandro de la Sota y Miguel Fisac, dos referentes espa?oles cuya obra ha sufrido el desd¨¦n de una administraci¨®n p¨²blica que se pirra por la est¨¦tica de almoneda mientras desprecia todo lo que huela a modernidad y hormig¨®n.
?Qu¨¦ quieren qu¨¦ les diga? De 1999 recuerdo la canci¨®n de Prince y el adi¨®s a La Pagoda, el edificio de Fisac que fue emblema de la alegr¨ªa y derrota de mi generaci¨®n. Aquel misterioso edificio de aire japon¨¦s alegr¨® la infancia a todos los que identificamos su perfil de vidrio y cemento con un gigante amigo que nos daba la bienvenida en el camino del aeropuerto a nuestra ciudad. Para nosotros La Pagoda era mucho m¨¢s que una joya arquitect¨®nica, era s¨ªmbolo de nuestra identidad. Pero eso, qu¨¦ novedad, no le import¨® a nadie. Me temo, y ese es nuestro peor castigo, que en el fondo ni siquiera a nosotros mismos.
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