Un Matadero sectario
El nuevo proyecto cultural del complejo municipal de Madrid pretende dinamitar lo realizado hasta ahora

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Lo que ocurre con algunos responsables culturales de las nuevas fuerzas pol¨ªticas que han llegado al poder es que se creen los m¨¢s modernos de los modernos. Las vanguardias hist¨®ricas se les han quedado antiguas, y las desprecian, pero curiosamente han heredado de ellas el af¨¢n de tirar abajo todo lo anterior. Lo que en su d¨ªa pudo ser, sin embargo, un saludable gesto de rebeld¨ªa frente a lo establecido y de conquista de nuevas formas corre el peligro de convertirse hoy en una patochada. El nuevo responsable del complejo municipal del Matadero de Madrid, Mateo Feij¨®o, responde al prototipo de gestor que procede de ese mundo que aun quiere epatar con un discurso pretencioso y trasnochado que se alimenta con la peor herencia de los artistas que inventaron los ismos. Tiene las trazas del bravuc¨®n adanista que va a acabar con lo heredado para, en su caso, crear ¡°un espacio en el que las artes esc¨¦nicas conectar¨¢n con los artes visuales, la literatura, la filosof¨ªa, el cine, la m¨²sica y las actividades transmedia¡±. El teatro ha desaparecido de esa jerga y convendr¨ªa preguntarse, de paso, qu¨¦ lugar va a tener en el nuevo Matadero el p¨²blico cuando su actual responsable dice que ¡°no le interesa tanto la exhibici¨®n como la investigaci¨®n¡±.
Feij¨®o ha escenificado su llegada con un gesto que revela la naturaleza de su proyecto mucho mejor que la lista de artistas que pretende programar ¡ªcasi todos desconocidos para el gran p¨²blico¡ª. Les ha dado una patada a Max Aub y a Fernando Arrabal, para demostrar cu¨¢n adelantado est¨¢ a su tiempo, y ha repescado los nombres de Nave 10 y Nave 11 para renombrar los espacios que hasta ahora recordaban a los dos grandes escritores, lo que le ha permitido hacer un gui?o a los suyos: son nombres que remiten al mundo del trabajo industrial y no al de la vieja cultura convencional. Una notable patochada y, adem¨¢s, sectaria. En la presentaci¨®n de su proyecto pas¨® por alto la promesa de la alcaldesa de mantener los nombres anteriores.
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