Mujeres que no pueden celebrar hoy su d¨ªa porque est¨¢n atrapadas en Internet
Hoy no vas a currar, es el D¨ªa Internacional de la Mujer. Pero estas mujeres s¨ª y debemos luchar por ellas. Las que posan en las fotos de stock son las mujeres simb¨®licas que quedan por liberar.
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Has dormido hasta las diez y media y abres Facebook durante quince minutos con tu segundo caf¨¦, ojeando cada meme, leyendo las citas en fotos de Angela Davis, contestando a los wassaps que te env¨ªa tu madre para felicitarte. Hoy no vas a currar, como ninguna de las mujeres de este pa¨ªs, faltar¨ªa m¨¢s. Vas a dedicarte a ti, a nosotras. A nuestros privilegios. Has quedado con muchas de tus sisters e incluso alg¨²n intruso para ir a la mani y no vas a contestar al tel¨¦fono m¨¢s de lo necesario.
Coincidiendo con el d¨ªa de la mujer, hoy, es el aniversario de la rep¨²blica democr¨¢tica e igualitaria en la que vivimos. Y vas a celebrarlo, cop¨®n. Nos ha costado una revoluci¨®n y varias huelgas generales llegar hasta aqu¨ª. Siglos de minor¨ªas subyugadas al heteropatriarcado, guerrillas armadas de mujeres por medio de la Castellana en los ¨²ltimos cinco a?os, barricadas en llamas con los coches de ejecutivos robados de parkings de todas las empresas de Nuevos Ministerios, autobuses pintados con fragmentos del Manifiesto Contrasexual bloqueados a la entrada de ciudades como Valladolid. Es por eso por lo que debemos en un d¨ªa como hoy, en el que nuestros derechos por fin est¨¢n garantizados, penetrar en otras realidades con menos suerte que la nuestra.
Puesto que existen mujeres que s¨ª van a trabajar hoy, debemos luchar por ellas, por cada una de las mujeres simb¨®licas, las mujeres atrapadas en Internet, las otras mujeres, las que quedan por liberar.
Cristina tiene 32 a?os, ingres¨® en el cuerpo de polic¨ªa hace cinco, pero todav¨ªa no le han dado la oportunidad de apatrullar los barrios virtuales con un compa?ero con el que hablar del partido del domingo y la parienta. Las mujeres de la polic¨ªa digital van solas, en una estricta pose de tensi¨®n sexual no resuelta, y en su mayor¨ªa, como Cristina, tuvieron que inyectarse botox en los morros para pasar las pruebas f¨ªsicas. Como en cualquier otro trabajo para el que se necesite uniforme, el de las mujeres polic¨ªa parece ser sacado de la primera tienda de disfraces que hubiera a mano, subrayando el patetismo y lo incongruente de la mujer ostentando un rol de protecci¨®n social en el mundo.
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Pilar tiene 35 y pese a estar doctorada en F¨ªsica por la Universidad de Z¨²rich, hace un par de a?os, cuando le hicieron el favor de dejarla dar clase como profesora asociada, le cedieron la asignatura de M¨¦todos de Investigaci¨®n en primer curso. Pilar est¨¢ hasta el co?o de llevar chaquetas de boda y coleta de caballo al trabajo y, sin embargo, las normas en torno a su apariencia son estrictas en este sentido. En ocasiones cuando se escapa del claustro de profesores, se cruza con sus colegas catedr¨¢ticos, los que todav¨ªa pueden pasar diapositivas en forma de transparencias mientras ella se tiene que pelear con intrincados power points.
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Almudena acaba de aprobar las oposiciones para abogada del Estado, su imagen deber¨ªa transmitirnos seguridad y eficiencia como la de su compa?ero litigante, pero Almudena est¨¢ forzada a vestir con una toga extra?a y gesticular incomprensiblemente con las manos. Almudena est¨¢ enganchada a los antidepresivos por lo que su sonrisa, anta?o fresca y despreocupada como la de los abogados del Internet, ha desaparecido. Su principal objetivo es legislar y crear grupos legales en torno a un problema b¨¢sico para las mujeres trabajadoras en el mundo virtual, su cese autom¨¢tico en todo espectro de la sociedad laboral al llegar a los cuarenta a?os.
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Arantxa cre¨® un exitoso fondo de inversi¨®n a principios de los dosmiles, una maraca multinacional que ya ha exportado a varios pa¨ªses desde el sal¨®n de su casa, con la chaquetilla del pijama puesta. No ha podido sacar un minutito de tiempo para descolgar las luces de Navidad que cuelgan de la chimenea desde 1999 y sufre una par¨¢lisis cr¨®nica en la cara por tener que fingir constantemente que el mundo ¡°financiero¡± le parece terriblemente complicado.
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Carmen trabaja como freelance desde casa mientras cuida a sus dos hijos: Pablo y Clara. Por las ma?anas Carmen intenta crear imaginarios feministas y dise?a complejos personajes de ficci¨®n para series de televisi¨®n. Al caer la tarde, amenaza a su hijo Pablo con soltarle una hostia, compungida por sus travesuras. Carmen est¨¢ harta de que la mayor¨ªa de las mujeres en Internet solo sean representadas de cintura para arriba y derivado de ello, que el sexo oral est¨¦ menos visibilizado. Mientras tanto, su marido, del que ahora mismo no recordamos el nombre, se lleva a clara a dar tiernos y placenteros paseos por el parque.
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Por suerte, nosotras, mujeres reales fuera de Internet, podemos no cerrar hoy, vestirnos como nos de la gana, dejar reposar nuestras caras no sonrientes en toda su plenitud y clamar por los derechos de todas.
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