El mito del retorno
Expulsar a los sin papeles para frenar la inmigraci¨®n irregular produce resultados limitados
Primero fue Trump, prometiendo la expulsi¨®n de millones de inmigrantes sin papeles. Ahora es el comisario europeo de Migraci¨®n, Dimitris Avramopoulos, instando a los Estados miembros a deportar con mayor celeridad. El mensaje de uno y otro es el mismo: ¡°Mano dura¡± contra los sin papeles. En el contexto europeo, dos argumentos son esgrimidos: permite restablecer el orden tras la mal llamada ¡°crisis de los refugiados¡± y es condici¨®n necesaria para garantizar la protecci¨®n de los otros, aquellos que finalmente s¨ª recibir¨¢n el estatuto de refugiado. ?Por qu¨¦ tanto ¨¦nfasis en las expulsiones, llamadas eufem¨ªsticamente retorno, si los datos muestran que es una pol¨ªtica de dif¨ªcil aplicaci¨®n?
La respuesta es clara: porque, como en toda pol¨ªtica simb¨®lica, aquello que se dice perseguir no necesariamente coincide con aquello que se persigue. El retorno de los sin papeles se presenta como la mejor manera para ¡°luchar¡± contra la inmigraci¨®n irregular. La experiencia demuestra, sin embargo, que es una pol¨ªtica de resultados limitados. Las razones son m¨²ltiples. Para expulsar, se necesitan acuerdos de readmisi¨®n con los pa¨ªses de origen y tr¨¢nsito. Aunque los Estados miembros, y m¨¢s recientemente la propia Uni¨®n Europea, tienen un largo historial de convenios de este tipo, muchos no llegan a firmarse (como el acuerdo entre la UE y Marruecos) o, simplemente, no se aplican. Uno de los motivos es que para los Gobiernos de origen aceptar la deportaci¨®n de sus ciudadanos o de los ciudadanos de pa¨ªses vecinos tiene un alto coste pol¨ªtico.
Se trata de disuadir a los que est¨¢n por venir o a los que ya est¨¢n pero sin papeles: que ni unos ni otros piensen que se podr¨¢n quedar sin m¨¢s
Los procesos de expulsi¨®n son, adem¨¢s, largos y costosos. Aumentar el n¨²mero de ¨®rdenes de expulsi¨®n exige mayor control interno, es decir, m¨¢s polic¨ªas y m¨¢s control para todos. En Estados Unidos, la polic¨ªa local ya hace tiempo que se niega a cumplir funciones de control migratorio. Argumentan que no disponen de tiempo y que el miedo a ser detenidos puede disuadir a los inmigrantes sin papeles a denunciar posibles cr¨ªmenes. Adem¨¢s, m¨¢s control para todos acostumbra a implicar medidas altamente controvertidas, como la obligaci¨®n de identificarse en el espacio p¨²blico. Son identificaciones, por otro lado, que a menudo se aplican de forma claramente discriminatoria, por ejemplo, sobre la base de los rasgos f¨ªsicos. A todo ello se le suma que, para hacer efectivas las ¨®rdenes de expulsi¨®n, se necesitan largos per¨ªodos de detenci¨®n (la directiva europea establece un m¨¢ximo de 18 meses) y vuelos de retorno. ?Cu¨¢nto costar¨ªa la expulsi¨®n de millones de sin papeles? Much¨ªsimo m¨¢s de lo disponible, seguro.
En el marco europeo, las palabras de Avramopoulos van especialmente dirigidas, de forma preventiva, a aquellos a quienes se les deniegue la petici¨®n de asilo. En los ¨²ltimos dos a?os, la Uni¨®n Europea ha recibido 2,6 millones de solicitudes y la tasa de aceptaci¨®n ronda el 57%. El resto, m¨¢s de un mill¨®n, deber¨¢n ser retornados, este es el mensaje. Si bien las expulsiones en frontera son f¨¢ciles por invisibles, sabemos que las expulsiones de aquellos que llevan a?os viviendo entre nosotros son extremadamente controvertidas. Por ejemplo, cada vez que el Gobierno neerland¨¦s ha anunciado expulsiones masivas de solicitantes de asilo rechazados (por ejemplo, 26.000 en 2004), ciudades y organizaciones de la sociedad civil se han opuesto. No quieren, dicen, la deportaci¨®n de sus ciudadanos.
Y todo esto ¡ªacuerdos de readmisi¨®n, m¨¢s control y m¨¢s expulsiones¡ª se hace incluso sabiendo que muchos de los deportados van a volver. Si lo intentan una y otra vez los que est¨¢n en la frontera, ?c¨®mo no lo van a hacer aquellos que han dejado s¨²bitamente toda una vida detr¨¢s?
Si las pol¨ªticas de retorno no son ¨²tiles para reducir significativamente la inmigraci¨®n irregular, ?para qu¨¦ sirven entonces? Aunque pocas veces se explicita, su funci¨®n es ante todo simb¨®lica. Sirven para disuadir a los que est¨¢n por venir o a los que ya est¨¢n pero sin papeles: que ni unos ni otros piensen que se podr¨¢n quedar sin m¨¢s. Pero, sobre todo, sirven para convencer a la ciudadan¨ªa de que todo est¨¢ bajo control. En la era de la posverdad, lo que importa son las percepciones de los hechos, lo que uno cree que la mayor¨ªa de ciudadanos piensa o espera, m¨¢s que los hechos en s¨ª. Votos posibles m¨¢s que hechos demostrados definen cada vez m¨¢s las pol¨ªticas. Ante el auge del populismo en Europa, hay que mostrarse duro. A nadie le importa que pueda aplicarse o no. Lo importante es seguir aferrados al mito del retorno, aun sabiendo que es pura ilusi¨®n.
Blanca Garc¨¦s Mascare?as es investigadora senior en el CIDOB.
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