El espejismo de la estabilidad
Mariano Rajoy no dispone de un pacto que le permita garantizar la aprobaci¨®n de los Presupuestos del Estado
Una de las percepciones pol¨ªticas m¨¢s curiosas de los ¨²ltimos tiempos es la imagen de estabilidad que ofrece el Gobierno de Mariano Rajoy, pese a que es, seguramente, el m¨¢s inestable de la reciente democracia y uno de los que tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil cumplir la legislatura. Lo que sucede es que existe una confusi¨®n notable entre la estabilidad del Ejecutivo, que no existe, y la del pa¨ªs, que es asombrosa: resisti¨® nada menos que doscientos y pico d¨ªas sin Gobierno y creciendo a m¨¢s del 2%, y ahora va a resistir otra temporada, hasta que el PSOE resuelva sus problemas, sin oposici¨®n parlamentaria y con un Gobierno en minor¨ªa, incapacitado para aprobar leyes. Todo un r¨¦cord de anomal¨ªas en una democracia occidental.
La cuesti¨®n es que el Gobierno de Mariano Rajoy no dispone de un acuerdo de legislatura, ni tan siquiera uno de gobernabilidad, que le permita garantizar la aprobaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado. Por extra?as circunstancias, ese hecho, tan definitorio en cualquier democracia de la estabilidad de un Gobierno, parece ignorarse en Espa?a, primero por los interesados, pero tambi¨¦n y de manera m¨¢s sorprendente por la oposici¨®n. El resultado de esta confusa situaci¨®n es que los ciudadanos tienen una informaci¨®n borrosa; creen pisar roca, cuando andan sobre arena.
No hay roca. Estamos en marzo y no hay Presupuestos para 2017. Se supone que la Administraci¨®n del Estado funciona con la pr¨®rroga de las cuentas de 2016, pero esa pr¨®rroga tiene dos problemas: impide adecuar la acci¨®n del Estado a las nuevas circunstancias econ¨®micas y a los compromisos con la Comisi¨®n Europea, y, segundo, no es posible estirarla por los siglos de los siglos, es decir, otra vez en 2018. Incluso las anomal¨ªas espa?olas tienen un l¨ªmite. Cuando se llega ah¨ª, la ¨²nica soluci¨®n es convocar nuevas elecciones, algo para lo que estar¨¢ capacitado legalmente Mariano Rajoy a partir de mayo pr¨®ximo.
La cuesti¨®n es que para pisar roca, llegar al final de la legislatura y aprobar los Presupuestos al menos en 2018, Rajoy necesitar¨ªa en alg¨²n momento el apoyo del PSOE. Es una maniobra dif¨ªcil, que depende de muchos imponderables, entre ellos la identidad del nuevo/a dirigente socialista y del resultado del congreso de junio. Aunque est¨¦ circulando casi como una amenaza en boca de populares y de socialistas anti-S¨¢nchez, lo cierto es que la eventual elecci¨®n de ese candidato como secretario general aconsejar¨ªa al PP la r¨¢pida convocatoria de unas nuevas elecciones, aprovechando la fisura en el PSOE. La victoria de otro candidato atrasar¨ªa el proceso, pero no lo esquivar¨ªa, porque ?qu¨¦ secretario general socialista va a atreverse a no presentar una enmienda a la totalidad de un presupuesto popular?
Claro que siempre existe otro escenario posible: Mariano Rajoy puede intentar sumar a su actual (e inestable) pacto con Ciudadanos a Coalici¨®n Canaria (un esca?o) y al PNV (cinco). Lograr el apoyo del PNV no es f¨¢cil: pasa por un nuevo c¨¢lculo del cupo, la cantidad que la Hacienda vasca abona al Estado espa?ol, despu¨¦s de recaudar la gran mayor¨ªa de los impuestos, como pago por servicios recibidos (defensa, exteriores, etc¨¦tera). Esa cifra est¨¢ desfasada desde hace a?os, claramente en perjuicio de la Hacienda estatal. La propuesta del PP tendr¨ªa que agradar mucho al PNV (y desagradar en igual medida a sus propios militantes) para animarle a dar ese paso, pese a la complicaci¨®n que supone el escenario catal¨¢n. Quiz¨¢ fuera posible, pero entonces, si Rajoy pudo haber negociado un acuerdo con el PNV, ?por qu¨¦ no lo hizo antes de la investidura, en lugar de exigir la abstenci¨®n del PSOE? Las arenas proceden mucho m¨¢s de esa decisi¨®n que de las urnas.
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