El caf¨¦ y Catalu?a
Espa?a es el segundo pa¨ªs m¨¢s descentralizado, pero no ha sabido resolver el hecho diferencial catal¨¢n
Todas las democracias descentralizan en cierta medida el poder pol¨ªtico y econ¨®mico para conseguir una provisi¨®n de bienes p¨²blicos que responda mejor a las preferencias diversas de los ciudadanos. En Espa?a, esta descentralizaci¨®n tiene dos caracter¨ªsticas fundamentales: las comunidades aut¨®nomas disfrutan de amplios poderes y, con la excepci¨®n parcial del Pa¨ªs Vasco y Navarra, todas ellas tienen niveles de autonom¨ªa similares. Se trata, en fin, de la f¨®rmula del (mucho) caf¨¦ para todos. ?En qu¨¦ medida este dise?o institucional es adecuado para Espa?a? Como siempre, la comparaci¨®n con otros pa¨ªses nos ofrece algunas pistas interesantes.
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En primer lugar, de acuerdo con los datos del ?ndice de Autoridad Regional elaborado por Liesbet Hooghe y coautores para 81 pa¨ªses, en 2010 Espa?a era el segundo pa¨ªs m¨¢s descentralizado del mundo, s¨®lo por detr¨¢s de Alemania. Si se tiene en cuenta la notable diversidad ling¨¹¨ªstica, cultural y econ¨®mica de nuestro pa¨ªs, reflejada entre otros aspectos en las acusadas diferencias en los resultados electorales de las elecciones generales entre comunidades aut¨®nomas, no parece sorprendente vernos en las posiciones de cabeza en esta clasificaci¨®n. En fin, la cantidad del caf¨¦ a disposici¨®n de nuestras comunidades aut¨®nomas no parece fuera de lugar.
Lo que llama la atenci¨®n en perspectiva comparada es que en Espa?a el caf¨¦ sea para todos. Al igual que en Canad¨¢, Gran Breta?a, Francia, Italia o Indonesia, en nuestro pa¨ªs hay hechos diferenciales (o lo que en ciencia pol¨ªtica se denomina grupos ¨¦tnicos minoritarios que est¨¢ concentrados en un territorio) y es, por supuesto, Catalu?a la comunidad aut¨®noma con el grupo diferencial m¨¢s grande en poblaci¨®n. No obstante, mientras que quebequeses, escoceses, galeses, corsos, sardos o aceneses disfrutan de mayor autonom¨ªa que el resto del pa¨ªs (de nuevo seg¨²n los datos de Hooghe y coautores), los catalanes tienen el mismo grado de autonom¨ªa que murcianos o extreme?os. En perspectiva comparada, esto es excepcional.
La ¨²nica posible explicaci¨®n para el caf¨¦ para todos espa?ol es que los ciudadanos de todas las comunidades aut¨®nomas deseen niveles similares de descentralizaci¨®n, esto es, que extreme?os o murcianos tengan preferencias similares a los catalanes. De este modo, el dise?o institucional ¨®ptimo para nuestro Estado de las autonom¨ªas ser¨ªa uno basado en la homogeneidad. Los datos procedentes del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas nos permiten rechazar claramente esta premisa. En su estudio 2829 de 2010 (hay otro en 2009 que arroja exactamente los mismos resultados), antes del proc¨¦s en Catalu?a, el CIS pregunt¨® acerca de las preferencias de los espa?oles sobre el nivel descentralizaci¨®n que les gustar¨ªa que tuviera Espa?a y su percepci¨®n sobre el nivel de descentralizaci¨®n efectivo que ten¨ªa Espa?a. En ambos casos se usaba una escala que oscilaba entre 0 (m¨ªnima descentralizaci¨®n) y 10 (m¨¢xima descentralizaci¨®n).
Trece de las 17 comunidades aut¨®mas tienen m¨¢s competencias de las que querr¨ªan los ciudadanos
El gr¨¢fico que aparece a continuaci¨®n recoge los datos por Comunidad Aut¨®noma. En cuatro Comunidades, Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, Navarra y Baleares, en este orden, la descentralizaci¨®n deseada es menor que la existente; en las restantes trece, el Estado es m¨¢s descentralizado de lo que le gustar¨ªa a los ciudadanos. Las diferencias entre los extremos. Extremadura y Murcia, por un lado, Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, por otro, son enormes. En otras palabras, si dejamos a un lado los agravios comparativos, los espa?oles no quieren un dise?o del Estado de las Autonom¨ªas homog¨¦neo. Algunos, la mayor¨ªa, tienen m¨¢s de lo que quiere; otros, los menos, tienen menos de que lo les gustar¨ªa. En fin, el caf¨¦ para todos no parece el mejor principio para un dise?o institucional ¨®ptimo para nuestro pa¨ªs.
Por supuesto, cuanto m¨¢s descentralizado es un Estado, m¨¢s dif¨ªcil es encajar los hechos diferenciales. Conceder m¨¢s poderes a corsos o escoceses es relativamente f¨¢cil porque Francia o Gran Breta?a tienen niveles de descentralizaci¨®n moderados; hacerlo con los catalanes en Espa?a, no tanto, puesto que el margen que nos concede nuestro Estado de las Autonom¨ªas es ya mucho menor.
Si hemos llegado a un escenario de amplia autonom¨ªa y sin reconocimiento del hecho diferencial en Catalu?a es porque en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas no hemos querido abordar el perenne problema regional y resolverlo en nuestra Carta Magna. Ha sido m¨¢s f¨¢cil sustituir un equilibrio estable por equilibrios con fecha de caducidad, sujetos a la necesidad de crear mayor¨ªas parlamentarias para elegir presidentes de Gobierno, e igualar por arriba a todos para evitar los agravios comparativos. Nos toca resolver ahora lo que decidimos no resolver en 1978. Es tiempo de pol¨ªtica vintage.
Ignacio Lago es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y miembro de Governance and Economics Research Network (GEN).
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