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Se recurre al insulto, la agresividad, el acoso y el linchamiento como si fueran armas al servicio de la libertad y no lo contrario
No siempre es un l¨ªder fascista el que corrompe a la sociedad y la somete a sus prioridades. A menudo, es la sociedad la que se degrada y envilece y finalmente elige feliz a ese fascista que gu¨ªe sus aspiraciones enfermas. No es el sastre el que dise?a el traje, sino la clientela que acude a ¨¦l con sus demandas particulares. Esa es la tragedia de Europa cuando entre los contendientes a sus elecciones de estos d¨ªas destacan quienes satisfacen las demandas del rencor, el miedo y la agresi¨®n al vecino. En un libro fant¨¢stico, reci¨¦n publicado en Espa?a, Joachim Fest narra sus vivencias de adolescente durante el ascenso y el esplendor del nazismo en Alemania. Se titula Yo no porque ante la euforia colectiva y el silencio de los alarmados, su padre le recuerda una frase del Evangelio. Etiam si omnes, ego non, que viene a ser la resistencia individual incluso frente a las unanimidades.
Vivimos en una sociedad que utiliza la tecnolog¨ªa de la comunicaci¨®n para patentar un nuevo modelo de conversaci¨®n, consistente en opinar pero tap¨¢ndote los o¨ªdos. Como ocurre con el nacionalismo, que solo nos repele si es ajeno, tambi¨¦n la contundencia y la falta de argumentaci¨®n nos resulta util¨ªsima para defender nuestras opciones. La semana pasada la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid desvel¨® que algunos periodistas que cubren la informaci¨®n sobre Podemos se sent¨ªan acosados, pero no es de ahora que se descabalguen periodistas o reciban amenazas los gremios cr¨ªticos hasta desde una instituci¨®n tan sagrada como la Hacienda nacional. La crisis econ¨®mica afecta a la independencia de los medios, pero el sistem¨¢tico linchamiento de quien se expresa con libertad encontr¨® en el estratega medi¨¢tico de Trump, Steve Bannon, su mandamiento dirigido a los informadores: cerrad la boca.
No es f¨¢cil moverse en los resbaladizos territorios de la agresividad ideol¨®gica, de la feligres¨ªa coaccionadora, por desgracia utilizada como brazo armado por tanto movimiento social. Pero ser¨¢ indispensable que no equivoquemos la reacci¨®n. No nos tenemos que defender tanto de quienes exigen que se cuente solo lo que les interesa y beneficia, para eso ya est¨¢ establecida una rivalidad de intereses san¨ªsima. Sino que debemos fijarnos un objetivo m¨¢s ambicioso. Mostrar c¨®mo la sociedad se est¨¢ empobreciendo por la vileza de un comportamiento colectivo que recurre al insulto, la agresividad, el acoso y el linchamiento como si fueran armas al servicio de la libertad y no lo contrario exactamente. De esa incapacidad para la convivencia resurge la oportunista medicina del fascismo.
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