Un solo campo de batalla
El futuro de la Uni¨®n Europea es la verdadera trinchera que separa las dos opciones pol¨ªticas del continente
![Geert Wilders (derecha) y Mark Rutte, el jueves en La Haya.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/T4TVEE2P2WDRICUZNBHG5HPU2A.jpg?auth=ec29bd62717d813dc9b77ccf29522c079a2230089e8375599ede615c53d9206a&width=414)
La fatiga, el cansancio que provoca la frustraci¨®n, hace que las personas se vuelvan gelatinosas, dec¨ªa George Orwell, y lo mismo puede suceder con las sociedades, que pierden cohesi¨®n, sumidas en la desigualdad y el desaliento. Por eso, Napole¨®n no ped¨ªa valor a sus soldados, sino resistencia. Agotados por una crisis que dura una d¨¦cada, el cansancio puede hacernos creer que las cosas est¨¢n volviendo a la normalidad. Al fin y al cabo, el xen¨®fobo Geert Wilders no ha conseguido ganar las elecciones; los sondeos dicen que Marine Le Pen no sobrevivir¨¢ a la segunda vuelta; la econom¨ªa parece repuntar y Trump lleva dos meses en la Casa Blanca y no se ha ca¨ªdo el mundo.
En realidad, no hay s¨ªntomas reales de una vuelta a la normalidad, entendiendo por eso el regreso a una organizaci¨®n pol¨ªtica, econ¨®mica y social similar a la que exist¨ªa a finales del siglo XX. La normalidad del siglo XXI ser¨¢, seguramente, diferente; de lo que se trata es de que no sea ni m¨¢s cruel ni m¨¢s injusta y de que una percepci¨®n equivocada no diluya la resistencia necesaria para mantener esos objetivos.
En Holanda, el partido de Wilders no qued¨® primero, pero s¨ª segundo, pese a un programa brutal, en el que no se escond¨ªa nada: abandono de la Uni¨®n Europea, cierre de fronteras, abolici¨®n de la libertad de culto. Al mismo tiempo, las elecciones holandesas han sido el escenario de la implosi¨®n del partido socialdem¨®crata, protagonista de la vida pol¨ªtica de los Pa¨ªses Bajos desde 1945 y uno de los grandes impulsores de la creaci¨®n de la Comunidad Europea. Fue un socialista holand¨¦s, Sicco Mansholt, miembro de la resistencia y el ministro m¨¢s joven de su pa¨ªs hasta la fecha, quien puso en pie la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n, de la que a¨²n nos beneficiamos los espa?oles. Y fue un socialdem¨®crata, Willem Drees, quien gobern¨® los Pa¨ªses Bajos de 1948 a 1958, 10 a?os decisivos en los que se levant¨® la sociedad de bienestar y el pa¨ªs se gan¨® la fama de modelo de tolerancia. De todo eso parecen quedar pocos restos, recogidos, en todo caso, por otro partido, la Izquierda Verde, con un dirigente de 30 a?os, Jesse Kapler, hijo de inmigrante, que propone la defensa a brazo partido de la Uni¨®n Europea.
Curiosamente, es el mismo mensaje que lanza el candidato franc¨¦s que parece mejor situado para parar a Le Pen. El centrista Emmanuel Macron, de 40 a?os, coincide con Kapler en relanzar la Uni¨®n Europea, como ¨²nico mecanismo capaz de frenar la deriva autoritaria del continente. Si ese prop¨®sito fuera sincero, para Macron ser¨ªa m¨¢s ¨²til la victoria de Martin Schulz, el socialdem¨®crata alem¨¢n, incontaminado por la gran coalici¨®n, y con el mismo vocabulario europe¨ªsta, que la agotada Merkel.
Pase lo que pase, el futuro de la Uni¨®n Europea, su objetivo, es la verdadera trinchera que va separando las dos opciones pol¨ªticas en las que se divide el continente. Al final, es la Uni¨®n Europea, el extra?o mecanismo, la extraordinaria aventura internacional que comenzaron seis pol¨ªticos con f¨¦rreas voluntades, la que exigir¨¢ decisiones. Hace muchos a?os que esas decisiones dejaron de ser pol¨ªticas para someterse a visiones financieras. Nada indica que las cosas vayan a ser de otra manera, pero tampoco que esa tensi¨®n se decante definitivamente a favor de quienes encabezan ese ataque. Quiz¨¢s sea todav¨ªa posible sacudirse el cansancio, correr riesgos y apostar por otra manera de seguir adelante. El panorama est¨¢ lleno de inc¨®gnitas, pero nadie puede decir que la pelea est¨¦ acabada o, su fin, predestinado. Tampoco que no se sabe d¨®nde est¨¢ el campo de batalla. En realidad, solo hay uno.
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