?poca prosaica
E N UN RECIENTE encuentro con periodistas culturales, uno de ellos me se?al¨® con ?desagrado el hecho de que en los ¨²ltimos tiempos la RAE, el Instituto Cervantes, el mundo literario y editorial, se dediquen a subrayar los beneficios econ¨®micos que aportan la lengua y la literatura. Le hac¨ªa mal efecto que hasta los que procuramos manejar el idioma de la manera m¨¢s ¡°noble¡± y menos funcionarial posible, no presentemos m¨¢s argumentos en su defensa que la ganancia monetaria con que contribuye al enriquecimiento del pa¨ªs. Es cierto que se aducen continuamente datos y cifras: el sector cultural da empleo a tantas personas, equivale a tal porcentaje del PIB (llamativamente alto), las consultas por Internet al Diccionario ascienden a millones por mes, la venta de libros (pese a los ya muchos a?os de tremenda crisis) genera cantidades descomunales si se suman todos: los best-sellers, los infantiles, los de texto y la modesta poes¨ªa. Adem¨¢s, es una industria que, a diferencia de las del teatro, la ¨®pera y el cine, apenas cuenta con ayudas estatales y lleva d¨¦cadas vali¨¦ndose por s¨ª sola. Es decir, produce riqueza sin costarle un euro al erario p¨²blico. Las editoriales son privadas y carecen de subvenciones en su inmensa mayor¨ªa. Los escritores no solicitamos ayudas para escribir, nos las apa?amos por nuestra cuenta y riesgo, ganamos lo que nuestras obras ganan: uno se pasa dos a?os con una novela y puede encontrarse con que ¨¦sta venda dos mil ejemplares. Si cada uno cuesta 20 euros, nunca est¨¢ de m¨¢s recordar que el autor suele percibir el 10%, luego el trabajo de esos dos a?os le supondr¨¢ un ruinoso negocio de 4.000 euros. Y aun as¨ª hay muchos que escriben con nula esperanza, rob¨¢ndole tiempo al tiempo. Hace poco Fernando Aramburu confesaba que su novela Patria hab¨ªa vendido en unos meses mucho m¨¢s que todas sus obras anteriores juntas, que son bastantes (nacido en 1959, no se trata de un autor biso?o). De casos as¨ª hay que alegrarse. Si Aramburu hubiera abandonado su actividad a la vista de los resultados financieros, nunca habr¨ªa llegado a esta exitosa novela, cuyas ventas no s¨®lo lo benefician a ¨¦l, sino al editor, al distribuidor, a los libreros y a sus complacidos lectores. Benefician al sector entero.
"?Por qu¨¦ recurrimos todos a lo m¨¢s prosaico para se?alar la importancia de la lengua y la literatura?".
?Por qu¨¦ recurrimos todos a lo m¨¢s prosaico para se?alar la importancia de la lengua y la literatura? Porque no nos han dejado otra elecci¨®n. Recurrimos a eso para defendernos de los variados ataques y desdenes que recibimos. Por parte del Gobierno de Rajoy, que ha rebajado los presupuestos de las bibliotecas p¨²blicas, ha elevado el IVA del teatro y persigue tributariamente a escritores, cineastas, actores y artistas en general, como si fu¨¦ramos el enemigo. Por parte de la sociedad, que no ha rechistado al ver c¨®mo se suprim¨ªa la Filosof¨ªa de la ense?anza y se arrinconaba la Literatura. Por parte de los piratas, que nos ven como a privilegiados y consideran que no deber¨ªamos cobrar por lo que inventamos y hacemos (nosotros no, pero s¨ª ellos, que se ahorran dinero con sus descargas ilegales y algunos sacan tajada de nuestro trabajo). Hasta nos discuten los derechos de autor, que fueron una conquista social que evit¨® la explotaci¨®n cuasi esclavista de escritores y traductores. Los piratas se creen de izquierdas, pero m¨¢s bien son una terrible mezcla de bandoleros y capitalistas salvajes reaccionarios.
Estamos en una ¨¦poca tenebrosa en la que de nada sirven los argumentos m¨¢s ¡°po¨¦ticos¡±. ?C¨®mo convencer a unos gobernantes iletrados y ga?anes de que nuestra capacidad para manejar la lengua condiciona directamente la calidad de nuestro pensamiento, no digamos la comprensi¨®n de lo complejo? ?De que cuanto peor la conozcamos y usemos, m¨¢s tontos seremos? ?C¨®mo hacer ver a una gran parte de la sociedad ¨Cla irremisiblemente idiotizada¨C que la Filosof¨ªa y la Literatura son lo que nos convierte en personas, en vez de en seres simples y embrutecidos llenos de informaci¨®n y de aparatos tecnol¨®gicos con los que ¨Cay¨C hacer el chorras? ?C¨®mo persuadir a los falsos izquierdistas actuales de que los derechos de autor no s¨®lo son justos, sino un avance social enorme? ?C¨®mo hacer entender a quienes han renunciado a entender que ¡°inutilidades¡± como las ficciones y la m¨²sica prestan un insustituible servicio a todos, hasta a los que no leen pero reciben los ecos de quienes s¨ª lo hacen con provecho? Hay que recurrir a lo prosaico y hablarles a todos esos en el ¨²nico lenguaje que les vale: ¡°Miren ustedes, si yo no hubiera escrito mis tonter¨ªas, no se habr¨ªa generado todo este dinero. No habr¨ªa habido millares de personas compr¨¢ndolas, ni se habr¨ªan traducido a otros idiomas ni habr¨ªan tra¨ªdo capital extranjero, ni Hacienda se habr¨ªa embolsado un elevado porcentaje de todos esos ingresos. Veamos qui¨¦nes son aqu¨ª los in¨²tiles¡±. Triste que haya que adoptar esta postura mercantilista para justificar lo que se hace por inquietud, o por inteligencia, o por deseo de comprender el mundo y explicarlo algo mejor si es posible ¨Cal menos mostrarlo¨C, o por mero amor al arte. Pero la estupidez deliberada y fomentada no nos deja otro camino.
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