?A qui¨¦n pertenece la fachada de los edificios?
Los ¡°rostros¡± arquitect¨®nicos, m¨¢s all¨¢ de proporcionar informaci¨®n sobre sus residentes, configuran mayoritariamente la imagen de la ciudad.

En el mundo arquitect¨®nico circula una an¨¦cdota que relata como un profesional le mostraba a su cliente la fachada del edificio que acababa de dise?ar, recabando su opini¨®n. El cliente le contest¨® que esa cuesti¨®n no deb¨ªa plante¨¢rsela a ¨¦l, ya que iba a verla en contadas ocasiones, sino que deb¨ªa formul¨¢rsela a los vecinos de enfrente, o incluso a los transe¨²ntes, que eran quienes iban a disfrutarla o padecerla permanentemente. No sabemos si la historia es real o ficticia, pero, en cualquier caso, apunta en una interesante direcci¨®n.
Como cabe suponer, la duda del t¨ªtulo no se refiere a la propiedad patrimonial, porque la respuesta es evidente, sino a otro tipo de apropiaci¨®n, una de car¨¢cter simb¨®lico que realizan todos los ciudadanos.
Antes de nada, conviene se?alar que nos referimos a las fachadas principales de los edificios de viviendas, que suelen ser la ¨²nica imagen que estos ofrecen al exterior. Son esas fachadas, "dom¨¦sticas" y mayoritariamente an¨®nimas, que se alinean formando las calles y que, como veremos, se convierten en las responsables esenciales en la conformaci¨®n del ambiente de la ciudad. Por eso, su importancia es trascendental y se convierten en tema de reflexi¨®n y debate permanente para los arquitectos.
Una de las discusiones m¨¢s habituales se refiere a cu¨¢l debe ser la relaci¨®n entre la arquitectura (como hecho individual) y la ciudad (como conjunto). Algunos preconizan la autonom¨ªa m¨¢s o menos radical de la arquitectura y defienden que la fachada debe responder exclusivamente a las sugerencias de su interior, mientras que otros defienden la necesidad de di¨¢logo con el contexto (urbano en este caso). Dejaremos de lado estas recurrentes controversias porque nuestro objetivo no es t¨¦cnico ni estil¨ªstico, sino m¨¢s bien emocional y simb¨®lico.
Las fachadas multicolor de los edificios de la Calle Betis se asoman al r¨ªo Guadalquivir. #Sevilla #VisitSpain pic.twitter.com/OpCAyqeqgF
— Spain (@spain) March 31, 2017
En general, las fachadas son dise?adas por los arquitectos integrando criterios y circunstancias muy heterog¨¦neos. Estos van desde las exigencias intr¨ªnsecas (como usos, alturas, ventilaciones, vistas, u otros muchos requisitos normativos y t¨¦cnicos) hasta los requerimientos de un contexto (muchas veces condicionados por regulaciones urban¨ªsticas que buscan mantener un determinado "esp¨ªritu" urbano); atendiendo, adem¨¢s, a temas relacionados con aspectos estil¨ªsticos, constructivos y, por supuesto, presupuestarios.
Estos ¨²ltimos son muy sustanciales para la concepci¨®n del edificio (y, por supuesto, para la expresi¨®n de su fachada). Suelen manifestar los deseos de proyectar una determinada imagen establecidos por el promotor inmobiliario al pensar comercialmente en sus clientes y propietarios finales. Esto es muy determinante en la selecci¨®n de unos materiales u otros para las fachadas, ya que no tienen el mismo significado, por ejemplo, los revestimientos de piedra, el ladrillo "cara vista" o las fachadas con revoco para pintar.
#Chequeo | El cableado se acumula en las fachadas de los edificios de la ciudad https://t.co/XCXOn15ZI6 pic.twitter.com/eoHw0e5YeP
— La Voz de A Coru?a (@vozcoruna) April 3, 2017
No obstante, a partir de su nacimiento (de su construcci¨®n), las fachadas inician su propia vida. A lo largo de la misma, van sufriendo evoluciones promovidas por sus propietarios efectivos que, en muchas ocasiones, divergen de las intenciones iniciales (hay casos en los que las variaciones son aut¨¦nticas mutaciones). Desde luego hay que tener en cuenta el deterioro derivado del paso del tiempo. El desgaste del uso, el agua, la contaminaci¨®n, etc. son causas que obligan a realizar mantenimientos, que pueden no seguir los planteamientos originales (por ejemplo, con el cambio de color de los revocos).
Pero hay otras muchas actuaciones no forzadas que pueden constituir un aut¨¦ntico maltrato para las fachadas por parte de sus residentes, quiz¨¢ inconscientes de la importancia de las mismas. Las Comunidades de Propietarios disponen de estatutos que fijan su actuaci¨®n com¨²n, hecho que favorece las actuaciones meditadas, pero esas normas no siempre son respetadas. Podemos pensar en los cierres de terrazas para ganar espacio en el interior (una operaci¨®n individual que suele caer en la ilegalidad urban¨ªstica) y que pueden hacer irreconocible la fachada original, m¨¢s a¨²n cuando estos cambios no se acuerdan entre los vecinos (quiz¨¢ por su irregularidad administrativa), y originan un variado cat¨¢logo de soluciones.
Algo parecido sucede con las sustituciones de las carpinter¨ªas y persianas de ventanas y balcones, con modulaciones, materiales o colores dispares. Tambi¨¦n podr¨ªamos referirnos a la instalaci¨®n de toldos (o rejas) que, en el mejor de lo casos, est¨¢n coordinados entre s¨ª pero no siempre con el estilo de la propia fachada. Puede hablarse igualmente de la instalaci¨®n de m¨¢quinas de aire acondicionado, con tama?os y disposiciones variadas.
La falta de consideraci¨®n con las fachadas llega al paroxismo cuando los balcones se convierten en trasteros improvisados, almacenando en ellos, a la vista p¨²blica, desde bombonas de butano (algo habitual en los cascos hist¨®ricos), hasta bicicletas, armarios u otros enseres.
Fachadas vivas https://t.co/afDrrMkUVT la #arquitectura parasitaria 75% + de #eficienciaenergetica y 40% + barata redise?a edificios #Paris pic.twitter.com/VXDrNWm9sq
— EcoAvant.com (@EcoAvant) April 3, 2017
Ciertamente, los edificios evolucionan siguiendo los deseos de sus propietarios y, aunque sus derechos se enmarcan dentro de una serie de ordenanzas regulatorias, la eficacia de estas es m¨¢s que discutible, al menos fuera de los entornos que gozan de una estricta vigilancia y protecci¨®n.
Atrevi¨¦ndonos a proponer una analog¨ªa con lo humano, la fachada podr¨ªa asimilarse con la apariencia exterior de las personas. Nuestro semblante o nuestra forma de vestir nos definen f¨ªsicamente y permiten a los dem¨¢s identificarnos. Nuestra sociedad presta importancia a estas cuestiones ya que usamos maquillajes, peluquer¨ªa, o complementos variados para proyectar nuestra identidad tal como deseamos que sea percibida. Se dice que, hasta cierta edad, nuestro rostro es consecuencia de la gen¨¦tica, pero a partir de un determinado momento, su aspecto es responsabilidad de cada cual al reflejar el tipo de vida que se lleva. Algo as¨ª, podr¨ªa suceder con las fachadas, el ¡°rostro¡± del edificio, su identidad p¨²blica.
Como hemos anticipado, esos "rostros" arquitect¨®nicos, m¨¢s all¨¢ de proporcionar informaci¨®n sobre sus residentes, configuran mayoritariamente la imagen de la ciudad. Los grandes edificios monumentales y los hitos urbanos son iconos que podemos recordar con nitidez, pero hay un "rumor de fondo" que es m¨¢s importante a la hora de determinar la identidad. Los edificios de viviendas, y en particular sus fachadas, proporcionan el car¨¢cter general de una ciudad o de un barrio, actuando, en cierto modo, como los decorados teatrales que prestan un escenario al argumento.
En este sentido, las fachadas definen el ambiente urbano y enmarcan la actividad ciudadana. La ciudad y su espacio p¨²blico son as¨ª el escenario de buena parte de nuestra memoria y las fachadas aparecen como tel¨®n de fondo de muchos de nuestros recuerdos. Y este cometido deber¨ªa conllevar un compromiso extensible tanto a los arquitectos (y a los promotores) en su dise?o, como a los residentes a la hora de mantenerlas o transformarlas, pues todos deben ser conscientes de la elevada responsabilidad urbana con la que cargan las fachadas de los edificios de viviendas. Porque, aunque pertenezcan oficialmente a los propietarios del edificio, tambi¨¦n son un patrimonio compartido simb¨®licamente por todos los ciudadanos.
Jos¨¦ Antonio Blasco, Carlos Mart¨ªnez-Arrar¨¢s y Carlos Lahoz son arquitectos y urbanistas. Su faceta profesional, dedicada a la transformaci¨®n creativa de las ciudades y los territorios, se ve complementada con su dedicaci¨®n a la docencia universitaria. Desde su blog urban networks realizan una labor divulgativa sobre el mundo de las ciudades y la reflexi¨®n urban¨ªstica.?
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