Trastorno
Pasaron las semanas y un d¨ªa, a la hora del desayuno, en la cocina, escuchamos unos ruidos extra?os procedentes del congelador de la nevera
Cuando se estrope¨® el dispensador de cubitos de hielo de la nevera, mi mujer coment¨® que habr¨ªa que avisar al servicio t¨¦cnico. No te apures, dije, yo me ocupo. Entre unas cosas y otras, dej¨¦ pasar un par de d¨ªas y luego un par de semanas. A ratos, me acordaba del asunto, pero me daba pereza coger el tel¨¦fono y todo eso. Mi mujer no dec¨ªa nada, aunque a veces, cuando sin darme cuenta de la situaci¨®n le propon¨ªa que tom¨¢ramos un gin-tonic, me miraba con expresi¨®n interrogativa. ?Y los hielos? Un martes me levant¨¦ decidido a llamar. Lo har¨ªa en el descanso de media ma?ana, mientras se calentaba el agua para el t¨¦. Sal¨ª temprano a por el peri¨®dico y de vuelta, al entrar en la tienda de los chinos para comprar el pan, descubr¨ª que vend¨ªan bolsas de hielo. Cog¨ª dos y le cont¨¦ al chino el problema que ten¨ªamos con el congelador. A ver si me animo y llamo al servicio t¨¦cnico, conclu¨ª. No llame todav¨ªa, me aconsej¨®, dele una oportunidad. ?A qui¨¦n?, pregunt¨¦. Al congelador, claro, dijo ¨¦l. Los hielos de los chinos eran fant¨¢sticos: grandes y duros como piedras, ideales para el gin-tonic, lo que nos permiti¨® retomar la costumbre de la copa vespertina. Cada cuatro o cinco d¨ªas, compraba un par de bolsas, de modo que siempre est¨¢bamos surtidos, como cuando ten¨ªamos nuestra propia f¨¢brica.
Pasaron las semanas y un d¨ªa, a la hora del desayuno, en la cocina, escuchamos unos ruidos extra?os procedentes del congelador de la nevera. Como si cayeran piedras. Me levant¨¦, abr¨ª la puerta con cautela y descubr¨ª al dispensador de cubitos escupiendo hielo como en sus mejores tiempos. Escupi¨® ocho o nueve y carg¨® agua para continuar fabric¨¢ndolos. Mi mujer y yo nos miramos confusos, sin decir nada. El chino sonri¨® cuando se lo cont¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.